Pemex: voto por consigna
Así como habrá una apropiación de la renta petrolera por parte de los intereses privados, nacionales y extranjeros, igual hubo una apropiación del proyecto de dictamen de la Ley de Derechos de los Hidrocarburos por parte de Pemex, usando para ello sólo a tres senadores; ya el tiempo se encargará de revelar quiénes son y qué los impulsó a esa entrega sin condiciones que traiciona al país.
Claro, me refiero a operar su contenido, porque para su aprobación actuaron los liderazgos en función de sus aspiraciones e intereses, sometiendo a las bancadas del PAN y del PRI, logrando que muchos de ellos, no obstante desconocer el complejo proyecto, votaran por él. No asumieron que las fortalezas ejercidas en el recinto serán sus debilidades ante el pueblo de México, porque los votos de los verdaderos beneficiarios del proyecto ni serán para ellos y serán muy pocos. De la mayoría, ni pensarlo.
Sí, el Proyecto de Minuta se votó a ciegas por la mayoría de los senadores presentes: 82 senadores a favor y sólo ocho votamos en contra del despojo al pueblo y al Estado de su riqueza petrolera. Lo afirmo porque si el proyecto no implicara la privatización de Pemex se hubiera ventilado en comisiones, pero no fue así; es más, no se realizaron las dos lecturas reglamentarias, atropellando la normatividad parlamentaria. Incluso, aún no obra en nuestro poder.
Aquí permítanme reconocer la reciedumbre, convicción y valentía de mis compañeros: Manuel Barttlet, David Jiménez, Toño García Torres, Dulce María Sauri, Oscar Luebbert, Orlando Paredes y Joaquín Cisneros. Pero además señalar que hubo muchos ausentes: del PRI quizá por el rubor de actuar contra la nación; de los senadores del PAN, dos votaron en contra -aunque fueron rápidamente obligados a votar a favor-, por ejemplo, Fauzi Hamdan, presidente de la Comisión de Hacienda, se supone que se retiró de la sesión al omitirse la participación de Hacienda en la elaboración de la propuesta.
Cierto o no, será esta última comisión la que a fin de año cobre o aparente cobrar las cuentas entre Pemex y Hacienda, pues se supone que le hicieron un gran "hoyo negro" a las finanzas para el Presupuesto de Egresos federal 2005, de ser aprobado el proyecto en la Cámara de Diputados. De cualquier forma el pagano será el pueblo, el que además de no disfrutar desde hace años de beneficios presupuestales, ya encontraron pretexto para endilgarle el IVA a alimentos y medicinas, amén de otros impuestos que se inventen.
Por lo que respecta a mi bancada, imposible obviar que en lo sucedido influyeron las resoluciones de la última asamblea nacional del PRI, que se pronunció por la privatización de los hidrocarburos, eliminando toda referencia en la Constitución a la materia energética y desconociendo la propiedad exclusiva de la nación sobre los recursos naturales no renovables.
Y también debe usted enterarse que la semana pasada me buscó uno de mis amigos más informados. A él le interesaba advertirme que los barones del dinero mexicano querían que se privilegiara un esquema fiscal que asegurara la mayor cantidad posible de recursos -por supuesto privados- para Pemex. Quedó claro que la preocupación no es el erario nacional, sino asegurar su tajada del pastel; han de considerar injusto que sólo el capital trasnacional sea el beneficiario del despojo que se hace al país. Era, pues, imposible lograr que se permitiera contrastar los dos proyectos encontrados de nación. Ya habrá tiempo para analizar la propuesta triunfadora y compararla con la que en su momento avaló mi fracción, pero ahora me importa advertir del próximo atropello.
En la última sesión, al tiempo que renuncié a mi asiento en la Comisión de Energía, otro de sus integrantes del PRI, afanoso promotor del Proyecto de Pemex, presentó como suya una propuesta impulsada hace dos años por diputados, con la que Pemex se convertirá en una "asociación de interés público"; con base en una ley de 1934, que señala que este tipo de sociedad sólo se constituirá cuando se trate de actividades de interés público y particular, conjuntamente; y que incluye, entre otras cosas, la bursatilización de la empresa, que obliga a la creación de un consejo de administración integrado por consejeros "independientes", los que tomarán el control de la empresa, desplazando al sindicato petrolero y a los representantes del Estado, excepto al director de Pemex, de la participación en la toma de decisiones. Por esto se aprobó la Ley del Mercado de Valores, misma que me negué a votar porque, aunque lo negó Hacienda, yo sabía que encerraba estos propósitos. Son muchas las evidencias de que hay gato encerrado.
Así, los intereses y las componendas terminaron con la aspiración de lograr que la riqueza petrolera se redistibuyera a todos los mexicanos para aminorar el acelerado deterioro social al que Fox y sus asociados han conducido al país por su incapacidad para generar empleos y mejorar su calidad de vida.
Vicente Fox, atado a sus intereses, no logrará generar desarrollo social, porque está sujeto a su ambición desmedida para hacer negocios privados con recursos públicos, sin pudor y con plena impunidad. Que la historia los juzgue. Yo, porque es mi obligación y no tolero las injusticias, seguiré en la batalla desde la Comisión de Hacienda del Senado y desde este espacio generoso.