Celebra que en una década México ha vivido sin populismo "ni ideas extravagantes"
Rechaza el presidente Fox que sea traidor o asesino de la democracia
Santo Domingo Tehuantepec, Oax., 26 de abril. En un afán por hacer mofa, o tal vez en un lapsus, Vicente Fox equivocó el gentilicio: "saludo con mucho cariño a este millón 200 mil guanaj... oaxaqueños. ¡Perdón, perdón, perdón, perdón! ¡12 mil! ¡Achícale Fox, achícale, achícale!". Y por la manera en que disfrutó sonriente ese aparente error, era evidente que se trataba de otra forma de salir al paso de las expresiones de las que echó mano el Presidente para encarar las múltiples voces que lo acusaron a lo largo de esta gira de "asesinar" a la democracia y le martillaron los oídos con incesantes: "Obrador, Obrador, Obrador".
Pródigo en expresiones, lo mismo alertó contra los "necios" que se ufanó de que en una década México ha podido vivir sin populismo ni ideas extravagantes, y de paso descartaba la idea de inventar nuevos modelos.
Durante su recorrido, en Cuilapam afirmó: "¡Yo no soy ningún traidor de la democracia! Al revés, trabajé por la democracia para todos", en respuesta a un joven que desde detrás de las vallas extendía un cartel con esa acusación. Raúl Alberto Sánchez, estudiante de derecho, apenas le respondió. Nervioso, no acataba a responder las interrogantes a las que Fox lo apremiaba y lo animaba, ya para proseguir su camino: "En este país todos podemos hablar, todos podemos decir lo que pensamos. No tengas miedo a decir lo que piensas...", aclaró el mandatario.
Como pudo, el muchacho se repuso; alcanzó a decirle que su protesta era "por lo que está pasando". Y Fox Quesada le espetaba: "¿por qué crees que soy traidor de la democracia?". "Con el asunto del desafuero", le respondía Raúl.
-¿Quién hizo el desafuero?
-Usted, señor
-¡Ah!, entonces, ¿yo controlo el Congreso?
-Usted solo no, señor.
"¿Entonces yo controlo a los diputados?", cerraba Fox, y lo exhortaba a decir su verdad. Raúl, confesaría después ante la prensa, tuvo miedo de ser reprimido. El mandatario, a su vez, proseguía su camino, y a unos 30 metros se topó con alguien que no sólo no se amilanó, sino que le puso enfrente una manta aún más grande que señalaba: "Fox, asesino de la democracia. AMLO, aguanta, el pueblo se levanta".
Etelvina Morales, maestra jubilada, gritaba frente al Presidente. Reclamaba su derecho a elegir; decía que no quiere privatizaciones. Y cuando Fox llegó ante ella, trató de cortarla por la suave: "Dame un beso". "El beso de Judas", ironizó ella. "Bueno, ¡échamelo!", trataba el mandatario de desdramatizar antes de entrar al ex convento de Santiago Apóstol, mientras quedaban atrás, lejos de la primera fila contenida por las vallas, gritos de "Obrador, Obrador, Obrador..."
Con el mismo afán de defender de esa manera su trayectoria democrática, más tarde el mandatario también volvía a la carga de la descalificación y el denuesto a "esos necios" que, pedía, "es necesario remover", pues son quienes "bloquean'' la posibilidad de la inversión privada en el sector energético.
Así, a medida que se adentraba en la calurosa Oaxaca, el presidente Fox parecía ir dejando en el olvido sus tempraneros llamados, en San Francisco del Mar, a la unidad, a la solidaridad y a la hermandad. Esos símbolos políticos, planteaba ahí mismo, para trabajar en la pluralidad y superar la pobreza, el analfabetismo y la discriminación.
Al mismo tiempo, con esas intervenciones parecía ir a contrapelo tanto de las expresiones matutinas de su vocero, Rubén Aguilar, de explorar vías políticas para desfacer el entuerto en que se ha metido su administración con el proceso judicial en contra de López Obrador.
Sin embargo, esa pluralidad política que tanto alabó, pudo haber concluido en gresca si vallas y cercas metálicas no hubieran separado más tarde, en las obras del libramiento de Tehuantepec, a militantes del PRD-COCEI y simpatizantes del PRI.
Unos y otros tomaron sus banderas. Los primeros por López Obrador, carteles y gigantescas mantas de repudio a Vicente Fox, y los segundos de apoyo a su gobernador y al Presidente. Istmeños al fin, nadie cedió en la guerra de consignas y alguna que otra piedra, mientras bajo la lona y en el templete Fox se "equivocaba" con las cifras.
El mismo gobernador del PRI, el principal operador político de Roberto Madrazo, que tomaba partido este día y apuraba a Fox con "¡camínele fuerte, nosotros velamos las instituciones!", y que, a su conveniencia, pretendió borrar el pasado de los gobiernos de su partido: "Hace mucho tiempo que México pagó, quebrando prácticamente su economía con devaluaciones, con ese populismo mal entendido, que ahora pretende regresar al país''.
Sin embargo, Ulises Ruiz sí tuvo frescas aquellas célebres prácticas del acarreo desmedido a sus huestes. Y en todos los lugares donde hoy tuvo visita presidencial llevó a miles de personas hasta con cinco horas de anticipación, sin importarle dejarlas bajo los rayos del sol. Pero eso gustó mucho a Fox, que al final de la gira presumió haber tenido contacto directo con alrededor de 45 mil oaxaqueños.
Era la manera, sin duda, de corresponder en el lenguaje de Fox a los planteamientos de Ulises Ruiz, y nada disimulados, sobre López Obrador, que resultaban coincidentes con el discurso presidencial. Porque el mandatario oaxaqueño aseguró que en la entidad "ya no se cierran calles ni permitimos que se cierren carreteras; aquí en Oaxaca no permitimos que se nos tome el zócalo, que afecta tanto al patrimonio cultural; que afecta tanto al turismo, pero que, sobre todo, violenta los derechos de miles y miles".
Porque, al final, por todos lados se traslucía el afán de pullar, de animar a los empresarios oaxaqueños a seguir la ruta trazada hace nueve años en materia de políticas públicas y secundar programas, como los que él ofrece ahora, de apoyo a la tercera edad, pero que no se darán con subsidios ni con fondos fiscales, "no se da a costa de la pobreza de unos para dar un regalo a otros. Eso es lo que es populismo", apuntaba.
Caminos, Seguro Popuar, Enciclomedia. Todo ofrecía hoy Fox. Incluso, como gran "noticia" les hacía efectivo un millonario cheque para poner en funcionamiento el gran hospital de especialidades que el ex gobernador José Murat -ése a quien se cuestionó la veracidad del presunto atentado del que fue víctima- inauguró el año pasado, pero nunca dotó de equipo médico para hacerlo funcionar.
Nadie cuestionó hoy aquí cómo pudo darse ese fenómeno. En cambio, Fox cerró su gira a Oaxaca, adonde no volvía desde hace 14 meses, con su balance propio: "durante todo el día pude constatar la pluralidad de este estado, una madurez democrática y libertad de expresión. Hubo unos cuantos que fueron a estas reuniones con su queja y con su crítica. Hubo muchos que fueron a aplaudir y a entusiasmarse; hubo muchos que fueron a pedir y a demandar servicios, pero todo mundo actuó con respeto y libertad, libertad que se ejerce con responsabilidad, sin violencia, sin dividir a los mexicanos, sin levantar la voz, calumniar o engañar''.