Usted está aquí: martes 26 de abril de 2005 Opinión ITACATE

ITACATE

Marco Buenrostro y Cristina Barros

Abasto de frijol

UNA INVESTIGACION COMO la que ha realizado Mario del Roble Pensado para obtener recientemente su doctorado en estudios latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, nos muestra la variedad de disciplinas que se vinculan con la alimentación.

ELIGIO UN ALIMENTO básico como el frijol para analizar los cambios que se han dado en los patrones de consumo desde el punto de visita social, y desde ahí propone una política de abasto de este grano, tomando como modelos Río de Janeiro y la ciudad de México.

LO PRIMERO QUE sorprende es que a partir de datos estadísticos, se observa que el consumo de frijol es similar en ambas ciudades: 13.86 kilos por persona al año en Río de Janeiro en 1996, y 11. 34 en la ciudad de México. Río de Janeiro consume 48 por ciento más frijol que el resto de la región y la ciudad de México 22 por ciento más que toda Latinoamérica. Entre México y Brasil consumen las cinco sextas partes del consumo total latinoamericano, aunque en Centroamérica hay un alto consumo por persona.

MARIO DEL ROBLE considera que el frijol requiere de políticas públicas para su abasto por tres razones: es un alimento de elevada calidad nutritiva, es un bien importante en la canasta salarial básica y es, además, un bien cultural en México, Brasil, Centroamérica y los países andinos, por estar vinculado con la identidad de estos pueblos. Un motivo más que nos une. Los argumentos que sostienen estas afirmaciones se desarrollan a lo largo de su tesis.

SON MUCHOS MAS los datos de interés que reúne este trabajo. Es de llamar la atención, por ejemplo, que en México, en los hogares de mayor ingreso se consuma un frijol más barato que en la población de escasos ingresos.

ESTO SE DEBE, sostiene del Roble, a que al ser el frijol uno de los alimentos predilectos y que con más frecuencia se comen entre estos grupos sociales, se sacrifica el presupuesto familiar para comprar buen frijol y de las variedades preferidas, con el pequeño abarrotero o con el comerciante del mercado y del tianguis.

POR LA MISMA razón, invierten más tiempo en la preparación de este alimento. Sin embargo el consumo de frijol tiende a disminuir, justamente por la presión sobre las amas de casa, pues cada vez en mayor número se incorporan al trabajo fuera del hogar, con lo que pierde calidad su alimentación y la de sus familias. Esta situación se ha extendido a las clases medias.

EL FRIJOL ENLATADO o deshidratado en distintas variedades y presentaciones fue ocupando un lugar en los hogares de mayores ingresos a partir de 1970; hoy se han popularizado. Comenta Mario del Roble que las amas de casa han encontrado otras maneras de obtener este alimento tradicional. En las tortillerías suburbanas adquieren frijoles ''hechos en casa", que se venden en bolsas de plástico, listos para comerse, junto con salsas caseras y arroz a la mexicana que se ofrecen en vasos desechables.

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