Consumidores del futuro están en Asia, AL y Africa
Soslayan laboratorios inversión en enfermedades de países pobres
Londres, 23 de abril. Los grandes laboratorios del mundo ganan miles de millones tratando las enfermedades de los ricos, pero en estos días los ejecutivos de estas compañías tienen serios problemas para explicar su misión en la ayuda a los pobres del mundo.
A primera vista, tiene poco sentido.
Las pésimas condiciones de vida que año tras año matan a millones de personas en el mundo en vías de desarrollo han sido tradicionalmente ignoradas por las compañías occidentales, ya que los medicamentos que ayudarían a combatirlas no generan beneficios.
Ahora, sin embargo, el surgimiento de una nueva clase social entre los sectores públicos y privados, y la creación de novedosas instituciones dedicadas a la recolección de fondos, como el Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, podrían estar cambiando las reglas.
Al mismo tiempo, las compañías saben que los consumidores del futuro viven en Asia, en Latinoamérica, y en Africa. Y quieren hacer algo para cambiar la alicaída imagen de este sector de la industria.
A comienzos de abril, la asociación sin ánimo de lucro Iniciativa por Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi, por sus siglas en inglés) hizo público su primer desarrollo comercial exitoso tras asociarse con Sanofi-Aventis para producir un nuevo fármaco contra la malaria que estará en el mercado en 2006.
GlaxoSmithKline, por su parte, está diseñando sus planes para trabajar conjuntamente con varios grupos en el desarrollo de nuevos medicamentos contra un número de enfermedades tropicales, entre las que se cuentan la malaria y la tuberculosis.
Y mientras Novartis tiene un nuevo centro de investigación para enfermedades tropicales en Singapur, AstraZeneca está trabajando sobre la tuberculosis en India y Pfizer lleva adelante un instituto para las enfermedades infecciosas en Uganda.
Raspando la superficie
Bernard Pecoul, director ejecutivo de DNDi, sostiene que el compromiso de una industria que anualmente factura 500 mil millones de dólares con el mundo en vías de desarrollo es esperanzador, pero los esfuerzos hasta hoy sólo han raspado la superficie.
De acuerdo con DNDi, que fue fundada en 2003 por la asociación francesa Médicos Sin Fronteras (Medecins Sans Frontieres), sólo 10 por ciento de los recursos presupuestados para investigación están destinados a enfermedades que aquejan a 90 por ciento de la población mundial.
"Algunas compañías se han dado cuenta de que deben hacer algo con este asunto, pero esto no va a cambiar su estrategia comercial básica", dijo Pecoul.
Los ejecutivos del sector, en cambio, son más optimistas.
"La asociación es muy importante porque diferentes partes pueden proveer diferentes cosas", dijo Federico Gómez de las Heras, director de la unidad de GSK en España para la investigación de enfermedades en los países en vías de desarrollo. "Nosotros podemos prestar nuestro conocimiento en el descubrimiento de nuevos fármacos, nuestros activos, así como nuestros recursos humanos o financieros", agregó.
Los defensores del nuevo modelo de asociación sostienen que varios potenciales medicamentos son descartados por las compañías por falta de un mercado viable. Pero estos proyectos "huérfanos" podrían ser reactivados por grupos que no buscan el lucro.
Este es un concepto que encaja con la necesidad de la industria farmacológica de mejorar su imagen, que el presidente ejecutivo de AstraZeneca, Tom McKillop, comparó con la de la industria tabacalera.