Usted está aquí: viernes 22 de abril de 2005 Cultura Llaman a ''reabrir'' el diálogo entre EU y la comunidad internacional

Más de 100 escritores de 43 países participaron en el festival Voces del Mundo

Llaman a ''reabrir'' el diálogo entre EU y la comunidad internacional

El Quijote y la apropiación de la cultura, entre los temas que fueron abordados

Eliot Weinberger pide a los estadunidenses superar su provincialismo

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Eliot Weinberger y Salman Rushdie durante su participaci�n el festival literario que hoy concluye sesiones en Nueva York FOTO Elizabeth Coll

Nueva York, 21 de abril. Los festivales literarios, por definición, siempre pecan de un exceso de palabras, las cuales pueden ahogar cualquier significado, y los festivales internacionales, en particular, corren el riesgo de convertirse en torres de Babel en donde las palabras abruman pero nadie entiende nada.

Sin embargo, de pronto brotan verdades elocuentes, o los monólogos milagrosamente se vuelven diálogos, y son estos momentos -en un mar de palabras- que se vuelven islas que rescatan a uno del naufragio perdido de este mundo. Los más de 100 escritores de 43 países, entre ellos Estados Unidos, que participan en el festival Voces del Mundo, organizado por el PEN American Center, ofrecieron comentarios inteligentes, claro, pero no necesariamente sabios.

Retomaron grandes temas, El Quijote, el amor y el sexo en la literatura, literatura y fronteras nacionales, la apropiación de la cultura, escribir desde zonas de conflicto, y más. Aunque brillan la estrellas bautizadas por el éxito como Salman Rushdie y Paul Auster, así como también dan luz algunas voces como el premio Nobel de Literatura Wole Soyinka, sólo fue cuando se superó la visión individual, y se logró el milagro de un diálogo, que relució este experimento.

John Berger, notable ausencia

El objetivo de lo que será un festival anual de aquí en adelante, dijo el presidente de PEN American Center, Salman Rushdie, era reabrir ''una conversación" entre Estados Unidos y el mundo, la cual consideró que se había cerrado cada vez más en los años recientes. Pero frecuentemente la conversación en las mesas en más de 40 actos se redujo a expresiones individuales, lecturas de obras de cada cual, y fue notable la ausencia o, mejor dicho, la cautela, del contexto político que padece el mundo -en particular la existencia del régimen de George W. Bush.

Hubo algunas bromas al respecto, pero poco más. Se expresó que el mundo está sufriendo catástrofes de todo tipo, pero esto se volvió tema en gran medida de cómo el escritor enfrenta las tragedias. No hubo mención del fenómeno tal vez más importante del pasado siglo: el hecho de que nunca antes en la historia, como señala John Berger en un ensayo (un ausente notable aquí), tanta humanidad se había despedido de sus tierras natales.

Pocos hablaron de lo misterioso -al parecer, entre tantos inteligentes, nadie estaba dispuesto a confesar que no entendía nada, o poco (con excepción de un autor cómico). ''La experiencia más bella que podemos tener es lo misterioso. Es la emoción fundamental que está en la cuna del arte real y la ciencia real", dijo Albert Einstein en 1931. Varios escritores gozaban al hablar de sus necesidades, de qué tan importante era que ellos escribieran, y pocos ofrecieron solidaridad o reconocimiento a voces ausentes, a voces que deben escribir y no se les permite (no por censura, sino porque nadie les da la manera de) -o sea, los jóvenes o los marginados.

Aunque de repente sí hay momentos gratos, de deleite en el acto de creación, del acto de expresión, de un regalo que se ofrece a anónimos lectores, y de amor a la palabra emancipadora de tanta mediocridad, humillación y de lo absurdo.

Chico Buarque comenta: ''ser escritor fue mi ambición cuando era joven, pero ser cantautor me secuestró". En Brasil, dijo, ''la frontera entre la cultura popular y la cultura 'seria' es más sutil, uno puede viajar de una a la otra sin dificultad". Contó, en diálogo con Auster al inicio de este festival, que empezó a crear canciones a los 21 años, pero después regresó a la literatura y escribió su primera novela hace unos 15 años.

En el acto de escribir, dijo, ''la música es primero, la letra se escribe para esa música". Afirmó que ''no escribo verso, escribo prosa". A la vez señaló que al escribir novelas, siempre tiene ''música en la cabeza", y que al ''escribir una frase, si tiene alguna falla, siempre es un problema musical" -o sea, no suena. Tal vez, expresó Auster, ''los mejores novelistas también están escribiendo composiciones musicales".

Buarque recuerda que durante la dictadura en su país, la censura se aplicaba a las canciones, no a los libros, ya que se pensaba que pocos leían, pero que muchos escuchaban música, veían televisión, cine y teatro. Así, ''las canciones estaban llenas de metáforas para escapar de la censura" y ahora, bromeó, escucha algunas de sus propias canciones de los años 70 y ''a veces ya ni me recuerdo qué significaban". Informa que está trabajando sobre otro disco, y alterna entre la música y la literatura.

Ryszard Kapuscinski no se esconde detrás de palabras y frases decorativas, habla de manera simple y transparente de su trabajo: ''mi trabajo es ser traductor, no de idiomas, sino entre una cultura y otra". Con ello, se intenta derrotar la ''ignorancia mutua" dentro de la cual se suele crear enemigos. ''Entendernos es fundamental (...) para la vida humana. Como reporteros vamos a otras culturas para que nuestros lectores se entiendan mejor. Creer en esto es fundamental".

Paco Ignacio Taibo II provoca cuando propone que la Biblia no es mucho más que una novela de crimen, mezclada con ciencia ficción, en una mesa sobre la literatura noir. Comenta que la novela policiaca ''es la única manera de abordar el realismo en México", y que sólo por esta ''puerta de atrás se puede explicar las cosas, mi país, a mí mismo". Señaló que ''el crimen es el fundamento del edificio conocido como México (...) por tanto, la novela policiaca es la manera de describir qué ocurre ahí".

Enorme acumulación de temor

Svetlana Alexievich, reportera y escritora rusa, sostiene que en el mundo de hoy hay ''una enorme acumulación de temor", y que lo que está sucediendo es cada vez más rápido y más difícil de entender y de capturar en la palabra escrita. Señala que en la cultura rusa la tradición oral es fundamental, ''hablamos para platicar de la esencia de la vida y de su misterio", no sólo para platicar. ''Lo que la gente dice captura mejor lo que está ocurriendo que la palabra escrita", y argumenta que la información está cada vez más desacreditada, y para entender lo que realmente ocurre se debe escuchar a las voces de la gente que lo está viviendo.

''Don Quijote puso su fe en la vida, la cual no sabe lo que hace", advierte Laura Restrepo, al concluir una lúcida ponencia sobre El Quijote como el primer hombre moderno, el que nos enseña que ''nos conocemos cuando entramos por la puerta equivocada". Dice que con él, ''cuando el mundo te dice: 'no sabes quién soy', tú puedes responder, como Don Quijote: yo sí sé quien soy yo".

Eliot Weinberger, autor y traductor de Octavio Paz, habló del aislamiento de los estadunidenses, señalando que sólo 20 por ciento de la población de Estados Unidos tiene pasaporte, 11 por ciento de los estudiantes de preparatoria no pueden ubicar a su país en un mapa mundial, 29 por ciento no pueden ubicar el océano Pacífico y 85 por ciento no puede encontrar las tierras bombardeadas por su gobierno -Irak y Afganistán-; que éste es un país donde sólo se publican 250 títulos de obras traducidas al año. ''Los estadunidenses -concluyó- son el pueblo más insular del mundo, más allá, tal vez, de algunas tribus nómadas del desierto y la selva". En su lúcida presentación sobre cómo definir el problema de la literatura posnacional (o como prefiere Rushdie, ''trasnacional"), Weinberger concluyó con la esperanza de que los estadunidenses, junto con sus escritores, algún día superarán su provincialismo y ''se vuelvan pos-estadunidenses".

Rushdie afirmó que ''la nación sin fronteras no es una fantasía", argumentando en favor de una literatura trasnacional, término que prefiere por referirse más a ''un viaje". ''El nacionalismo fácilmente corrompe a los escritores (...) El nacionalismo se rebela contra la historia al intentar cerrar lo que ya no puede mantenerse cerrado".

Hubo juegos verbales sobre idiomas, traducción, y expresiones supranacionales, de identidad local y global, de quién tiene el derecho de escribir o no sobre otra cultura, y la necesidad de romper fronteras.

El festival concluye este viernes, y la diáspora literaria irá de regreso a sus países, mientras otros buscarán ocupar el ''espacio trasnacional". Tal vez esta conversación logre traducirse en algo que valga la pena leer en el futuro, o sea que cambie o tenga un impacto en el mundo y haga más aguantable lo absurdo, y no quede sólo en palabras inteligentes convertidas en productos de venta masiva por comerciantes en el mercado literario.

(Con información de Elizabeth Coll)

 
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