Eliade y la India
Varios libros: Ka, de Roberto Calasso, y Nocturno hindú, de Antonio Tabucchi, en Anagrama; A Passage to India y The Hill of Devi, de Forster, su famosa novela y su correspondencia escrita entre 1912 y 1921, desde la India; en Pre-textos, vacación hindú, de J.R. Ackerley, escrito en los años 30 y corregido 20 años después y el Diario íntimo de la India, de Mircea Eliade, escrito entre 1929 y 1931, el cual, como asevera su autor, es casi una novela:
''He de confesar desde el principio que el diario íntimo que publico en este libro no lo encontré entre los papeles de ningún amigo. Es mi diario. O, más exactamente, lo era. Este 'era' no expresa una melancolía, sino una constatación. En otro tiempo fue mío, lo escribí yo y, tal vez, me reflejaba, en la medida en que las confesiones de un hombre joven pueden reflejar su alma. Desde entonces han pasado unos cuantos años, no muchos, y el diario ya ha dejado de ser mío. Lo publico, por tanto, sin ninguna clase de embarazo. Prácticamente no me reconozco en sus páginas (...) He llamado a este cuaderno 'novela indirecta' (...)"
Libros fascinantes, leídos con avidez: trato de digerir mi visita a la India. Me detengo solamente en el de Eliade, a reserva de hablar en otra ocasión de los demás y de otros que he adquirido y que pronto leeré para entender este país que lo deja a una escaldada y fascinada: Eliade, nacido en Bucarest en 1907 y muerto en 1986 en Chicago, donde fue profesor largo tiempo en el Instituto de Estudios Orientales y con quien conversé en dos ocasiones en la casa que habitaban mis queridos y admirados amigos, ya fallecidos, Laurette Séjourné, gran antropóloga, y Arnaldo Orfila, director de la editorial Siglo XXI, por él fundada, apoyado por los más importantes intelectuales de los años 60, después de que fuera separado ignominiosamente por el presidente Díaz Ordaz de su puesto como director del Fondo de Cultura Ecónomica, editorial que en su época conoció sus años más prestigiosos. Eliade, autor de libros clásicos sobre historia de las religiones, Eliade, autor de diarios y de importantes novelas.
Como Forster y Ackerley, Eliade viajó patrocinado por uno de los muchos maharajás que todavía abundaban en ese país durante el mandato británico que había hecho de la India la Perla de su Corona. Como ellos, observa con distancia y sentido del humor la actitud discrimatoria de los británicos y los anglo-indios contra los llamados natives, pero el tono se vuelve dramático cuando narra algunos episodios de la revolución civil, encabezada por Gandhi que entre abril y mayo de 1930 estalló contra los invasores imperiales.
El 5 de mayo detienen al gran estadista: consternación nacional, manifestaciones reprimidas y castigos reglamentarios: ''...en las aldeas, las mujeres son violadas con los bastones, les desgarran los órganos genitales. Se conoce que es un medio seguro de intimidación; un medio civilizado de empalar a la gente (...) Me cuentan horrores en las cárceles de mujeres. Hay hacinadas cincuenta en cada celda, no tienen agua, ni potable ni para lavarse, no les permiten hacerse de comer".
Esta violencia ejercida contra las mujeres y la indignación que compartimos cuando se reitera cada vez que los nuevos y viejos imperios inician acciones semejantes en los países que dominan no atenúa en Eliade una marcada misoginia; surge a menudo, aunque en un pasaje de su diario relate la desgracia de una condiscípula suya que al ser violada en descampado por un chofer de taxi no tiene más remedio que suicidarse, y, sin embargo, con gran desprecio describe a las chicas que como él habitan una casa de huéspedes y cuando entabla una relación con Maitreyi, la hija de su maestro de filosofía hindú Dasgupta, su maestro, protector y anfitrión, no vacila en publicar, a su regreso a Bucarest, una novela que lleva como título el nombre de pila de la joven, aunque conocía perfectamente que la novela se leería en la India y el frágil estatuto que regía -y aún rige- a sus mujeres.
Este dato repetitivo que verifico en Eliade parece adquirir una más clara connotación cuando se comprueba su adhesión al fascismo documentada sobre todo en los Diarios de su amigo Mijaíl Sebastian (1935-1941), quien apenas hace algunos años ha vuelto a circular en lenguas europeas, y a quien Eliade discriminó por ser judío cuando ingresó como muchos otros intelectuales rumanos -por ejemplo, Cioran- a las Guardias de Hierro, asociación vinculada más tarde con el nazismo.