El pueblo quiere un cambio de verdad, dicen Ana María Larrea y Waldemar Jiménez
La rebelión popular, por la traición de Lucio Gutiérrez y la absolución de Abdalá Bucaram
Ampliar la imagen Alfredo Palacio escapa en el palacio de gobierno de manifestantes que exig� su renuncia FOTO Reuters
Buenos Aires, 20 de abril. "Que se vayan todos", es el pedido de una multitud que seguía esta noche en las calles de Quito tras la salida del presidente Lucio Gutiérrez del poder, pues lo que busca es un cambio de agenda de gobierno y que no se vuelva a burlar la voluntad popular.
Así lo expresaron en entrevista telefónica con La Jornada, desde Quito, la antropóloga Ana María Larrea, directora del Centro de Estudios Ecuatorianos, y Waldemar Jiménez, del Servicio Paz y Justicia.
"Queremos señalar que todas las movilizaciones en Quito tenían el signo de la no violencia, protestas pacíficas protagonizadas por gente autoconvocada, que salió en forma espontánea, de diversos sectores y que recurrieron a los cacerolazos, a sonar pitos y bocinas", señaló Jiménez desde Quito.
"La violencia no fue creada en ningún momento por los manifestantes, que sumaron mucho más de 200 mil personas que marchaban ante el Congreso Nacional y la presidencia de la república exigiendo 'que se vayan todos'", agregó.
Por el contrario, destacó la violenta represión policial, cuando organismos de derechos humanos han recibido denuncias sobre el uso de gas mostaza, que habría causado la muerte del fotógrafo chileno Julio García, quien llegó a Ecuador en los años 70 huyendo de la dictadura pinochetista.
Entre las 2 de la mañana y las 17 horas de ayer, la policía habría disparado más de mil 500 bombas lacrimógenas, de acuerdo con datos de organismos humanitarios.
También señaló el uso que hizo Gutiérrez de "acarreados", entre ellos grupos de indígenas evangélicos, que fueron trasladados a la capital y armados con machetes, para realizar una contramarcha.
"Nada de esto detuvo la protesta, que continuó hoy. Tampoco la gente volvió a su casa después de la votación en el Congreso por la falta de credibilidad y el temor de que se burle la voluntad popular", insistió Jiménez, quien citó entre las causas del Quitazo el retorno del ex presidente Abdalá Bucaram, responsable de delitos de corrupción.
Según Jiménez, el incumplimiento del programa que llevó a la presidencia a Gutiérrez, que "subió apoyado por organizaciones y movimientos sociales", más "su vuelco hacia el nepotismo instalando a toda su familia en sectores de poder", el cambio de la Corte Suprema de Justicia, "el clientelismo en diversos sectores sociales" para paralizarlos, y la alianza con Bucaram, "produjo una reacción que acumulaba frustraciones y decepción, y eso fue demasiado para un pueblo que había logrado en poco tiempo el derrocamiento de dos presidentes que burlaron la voluntad popular".
Las organizaciones sociales "no estamos discutiendo quién va a venir ahora, sino de una agenda nacional que deba ser cumplida, una asamblea muy ampliada con temas básicos como la no firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, la salida de la base estadunidense de Manta, la no renovación del acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos, donde se le cedió esa base militar", concluye Jiménez.
De su lado, Ana María Larrea estimó que la crisis "refleja la descomposición total del sistema político, con la pérdida de credibilidad del pueblo en los partidos, fuerte crisis de representatividad, frente a lo cual hemos visto surgir una enorme movilización social absolutamente espontánea, sin dirigencias visibles, un estallido de impotencia, gente de todos los estratos sociales".
Larrea recordó que Gutiérrez surgió precisamente de la protesta masiva ante la pérdida de credibilidad en los partidos políticos tradicionales, pero luego "hizo todo lo contrario de lo prometido".
Destacó que "el gobierno en los últimos tiempos no implementó paquetazos ni subieron los combustibles, pero fue la traición popular, los intentos dictatoriales y su alianza con Bucaram" para suplir la desaparición de una estructura que lo apoyara, lo que desató la movilización.
Según Larrea, hay dos escenarios posibles para paliar la crisis: que el presidente interino Alfredo Palacios llame a elecciones en los próximos meses o convocar a una Constituyente para refundar el país, como proponen organismos de izquierda.
"Lo que si es cierto es que el pueblo esta vez está decidido a continuar en las calles -aseguró- y quiere el cambio de verdad, de fondo. Va más allá de derrocar a un presidente. Ya hemos cambiado presidentes y ha sido peor porque las políticas no cambiaron y aumentó la decepción".