Hoy inicia el cónclave para elegir al nuevo representante de la Iglesia católica
Sin claro favorito 115 cardenales se recluyeron en Santa Marta
Seguramente ganará un europeo "porque son mayoría", prevé un jerarca religioso brasileño
A partir de este lunes dos veces al día saldrá humo de la chimenea en la Capilla Sixtina
Ampliar la imagen Los cardenales Justin Rigali, Adam Joseph Maida, Roger Michael Mahoni, Francis Eugene George, William Henry Keeler y Theodore Edgar McCarrick, en el Vaticano, la v�era del inicio del c�ave para elegir nuevo Papa FOTO Ap
Ciudad del Vaticano, 17 de abril. Los 115 cardenales de los cinco continentes que elegirán al 265 Papa en la historia de la Iglesia católica, se recluyeron en la Casa Santa Marta desde este domingo, la víspera del inicio del primer cónclave del tercer milenio.
Los cardenales acuden a la reunión sin un favorito claro como sucesor de Juan Pablo II, pues aunque vaticanistas señalan que el cardenal alemán Joseph Ratzinger, de 78 años, a quien algunos llaman el "Rottweiler de Dios" por su férrea defensa de la ortodoxia, es el candidato con más votos, señalan que no llegaría a reunir a la mayoría necesaria.
Como contrapeso de Ratzinger se presenta el arzobispo de Milán, Dionigi Tettamanzi, apoyado por los "renovadores" y por su antecesor en esa sede episcopal, Carlo Martía Martini, durante una década considerado favorito para suceder a Juan Pablo II, pero ahora su salud ha empeorado considerablemente y abandonó Milán para retirarse a Jerusalén.
Los purpurados de 52 países se trasladaron esta tarde a Santa Marta, situada dentro de los muros del Vaticano, recinto cuya construcción ordenó Juan Pablo II. Así, los cardenales gozarán de las comodidades de un hotel, en lugar de los improvisados alojamientos con baño compartido de antaño.
El lunes por la tarde los cardenales se encerrarán en la Capilla Sixtina, principal escenario de este cónclave, donde decidirán por votación quién sucederá al polaco Karol Wojtyla, fallecido el pasado 2 de abril a los 84 años.
El cónclave, cuyo ritual está perfectamente detallado en la Constitución Apostólica, comenzará a las 10 de la mañana con la misa llamada "Por la elección del Romano Pontífice" en la basílica de San Pedro. A las 16:30 horas (local), los cardenales se dirigirán en procesión a la Capilla Sixtina entonando el himno Veni Creator con el que invocan al Espíritu Santo para que les ilumine.
Los purpurados pronunciarán entonces el juramento de guardar un secreto absoluto sobre la elección. Las puertas de la Capilla se cerrarán definitivamente tras el tradicional "¡Extra Omnes!" (Fuera todos), que expulsará del cónclave a todas las personas no autorizadas y pondrá fin a la transmisión televisiva.
A partir de ese momento, la única comunicación del cónclave con el exterior será el humo que saldrá dos veces al día por la chimenea instalada en la capilla, donde se quemarán las papeletas de las cuatro votaciones previstas: dos por la mañana y dos por la tarde.
Según el Vaticano, por el momento no se decidió si mañana lunes se celebrará ya una primera ronda de votación.
El humo será negro cuando las votaciones sean infructuosas y blanco cuando los cardenales hayan elegido al nuevo Papa, anuncio que irá acompañado por primera vez del repique de fiesta de las campanas de San Pedro.
El Papa es elegido por una mayoría de dos tercios de los electores presentes, es decir 77 votos de 115, pero a partir de las 33 o 34 votaciones, los cardenales podrán recurrir a otros sistemas más simples y rápidos.
En cuanto a la duración del cónclave, la mayoría de los especialistas coincide en que no será demasiado breve para no dar la impresión de que está todo pactado de antemano, ni demasiado largo para que no parezca que hay división en la Iglesia. En el siglo XX el más largo duró cuatro días.
Las 12 congregaciones generales que mantuvieron los cardenales desde la muerte de Wojtyla, conocidas como precónclaves, sirvieron para que los electores del primer Papa en casi 27 años se conocieran y prepararan el terreno, pero la nota dominante es la "incertidumbre", señaló este domingo el conocido vaticanista Orazio Petrosillo.
Los cardenales partirán del binomio de favoritos Ratzinger-Tettamanzi pero si al cabo de las primeras votaciones no hay consenso en torno a uno de los dos, podrán entrar en competencia otros candidatos, explicó este experto.
Esa podría ser la oportunidad para algún cardenal de América Latina -que aglutina la mitad de los católicos- como el argentino Jorge Bergoglio, el brasileño Claudio Hummes, el chileno Francisco Javier Errázuriz, el colombiano Darío Castrillón Hoyos o el hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga.
Pero el próximo Papa seguramente será elegido entre los europeos, porque ellos "tienen una indisimulable sensación de superioridad" y son "mayoría en el cónclave", pronosticó este domingo el cardenal brasileño Aloísio Lorscheider, quien por ser mayor de 80 años no tiene derecho a votar.
Lorscheider sostuvo, además, que "por más que elogiemos a Juan Pablo II, y él lo merezca, hubo una centralización exagerada de las decisiones de la Santa Sede" durante su papado.
"Se marginalizó a los obispos que podrían dar opiniones más fuertes, y se perdió mucho el poder de la Iglesia de intervenir en la realidad práctica de cada país", concluyó.
Otro brasileño, Leonardo Boff, importante referente de la Teología de la Liberación, afirmó que Ratzinger, presidente de la Congregación para la doctrina de la fe católica, "es uno de los cardenales más odiados" por "su rigidez y porque humilló conferencias de obispos y colegas cardenales con la forma autoritaria que siempre trató las cuestiones de fe".
El teólogo y ex sacerdote brasileño de 66 años que abandonó los hábitos en 1992 después de ser condenado al silencio en 1985 por Juan Pablo II, opinó en entrevista con la prensa que el alemán "nunca será Papa, pues sería realmente un exceso, cosa que la inteligencia de los cardenales no permitiría".
Crítico de Karol Wojtyla, Boff tendió sin embargo puentes hacia el fallecido Papa, al insistir en que su feroz combate a la Teoría de la Liberación obedeció a la situación de guerra fría, porque temía que sería "un caballo de Troya" que contaminaría al catolicismo.
"Después que el régimen soviético cayó, constató la devastación moral y humana que el capitalismo trajo a los países del este europeo, especialmente a Polonia" y que "el marxismo ya no era un peligro para América Latina", sostuvo el ex sacerdote.
Entre las cosas a cambiar en el catolicismo "me conformaría con una: que la Iglesia renuncie a su arrogancia institucional en la ilusión de que sólo a través de su ventana se puede contemplar el paisaje divino y que solamente ella posee el monopolio de la verdad revelada", enfatizó el teólogo brasileño.
El futuro Papa debe ser "un profeta que con coraje denuncie las perversidades e irracionalidades que enturbian al mundo" y "un pastor que cuide, que consuele, que seque lágrimas y que aliente la esperanza de que no estamos abandonados", concluyó Boff.
Entre los mayores retos que afronta la Iglesia, según analistas, están el creciente agnostismo en Europa, los debates bioéticos, la pobreza material en el Tercer Mundo y la centralización Vaticana.