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LOS CHOQUES PETROLEROS YA NO SON COMO ANTES
18 de abril de 2005
Hablar de los altos precios del petróleo comienza a ser costumbre. Preparémonos para seguir oyendo estas noticias. Ahora no es sólo cuestión de geopolítica ­como en los años 70 y 80­, sino que se trata de un fenómeno con profundas repercusiones en la economía mundial. Para México representa la necesidad de redefinir a conciencia la política energética de los próximos años con sus repercusiones internas y en la relación con Estados Unidos.

Ronald Buchanan

DEBATE SIN ENERGIA

De los 10 principales países exportadores de petróleo, sólo Noruega tiene una democracia madura. Otros son dictaduras o, como Nigeria, tienen gobiernos "democráticos" hundidos en la corrupción. Otros, entre ellos México, han tenido aperturas democráticas cuya validez se cuestiona cada vez más por propios y extraños.

No parece casual. Existe una larga historia de gobiernos autoritarios que han usado las ganancias petroleras para comprar el silencio de sus críticos, mientras los beneficios se han disipado en una larga cadena de corrupción de la cual se aprovechan sólo unos cuantos.

Mientras las instituciones de un país, sobre todo las de justicia, son débiles, convertirse en exportador del petróleo parece más un mal que una bendición para la mayoría de sus ciudadanos. México no ha superado esa etapa. En términos de sus efectos, el sistema político actual se parece mucho al del pasado. El dispendio en el sector petrolero es enorme, y no sólo en salarios que rebasan con creces lo que ganan sus similares en otros países de América Latina. Y no solamente allí, sino en la mayoría del mundo desarrollado. Basta prender el televisor para ser sometido a un bombardeo constante de propaganda del gobierno que difícilmente se halla en otros lugares. Igual que antes, la lucha política parece más a un pleito por un botín que un debate sobre el rumbo que ha de seguir el país. Las divisiones entre los partidos, y dentro de ellos, giran alrededor de las distintas y no de políticas de gestión industrial y desarrollo económico.

Como se perfila la carrera para la Presidencia, únicamente un optimista supremo podría vaticinar algo distinto. La esperanza, sin embargo, nunca muere. Es obvio que la energía debe ser uno de los grandes temas del debate nacional. En petróleo, nos informan los dirigentes de Pemex que bien podríamos dejar de exportar dentro de una década a no ser que se inviertan cantidades multimillonarias en la exploración en aguas profundas. En gas natural y electricidad, que lo usa como combustible, estamos a pocos pasos de una crisis. La producción nacional de gas está prácticamente estancada, mientras las importaciones cuestan más de 2 mil millones de dólares al año y la tendencia es que aumenten.

La duda es si Estados Unidos ­único proveedor de México y con sus propios problemas de suministro­ puede, o quiere, aumentar sus exportaciones. Pero vamos a necesitar más, puesto que la mayoría de las nuevas plantas eléctricas que se proyecta construir usarán gas.

A pesar de la apremiante necesidad de opciones energéticas, éstas tienen que sujetarse a las necesidades del desarrollo. No se requiere hacer alusión a la constante muerte de mexicanos en la frontera con Estados Unidos ­tragedia humana que rebasa con creces la del muro de Berlín­ para saber que una de las necesidades imperiosas es el empleo, y bien remunerado. El otro gran reclamo de la población es la justicia, en el sentido más amplio de la palabra. Si, por ejemplo, se piensa que la meta de crear más empleo no se puede lograr sin un aumento masivo en el gasto en educación técnica y científica, se podría crear un fondo para tal efecto con las ganancias petroleras (Noruega lo tiene), e imponer drásticos recortes en el gasto político. Al fin el Reino Unido, supuestamente la cuna de la democracia parlamentaria, no permite los anuncios políticos en la televisión.

Por supuesto, la efectividad de cualquier iniciativa de ese tipo dependería de que México pueda seguir exportando petróleo, además de garantías de que el ingreso petrolero no se pierda en gasto burocrático.

Así, un aspecto relevante es el de la explotación del petróleo en aguas profundas y la posible participación de empresas extranjeras. En vez de plantear medidas concretas, sin embargo, los políticos y sus partidos hablan en generalidades. Se tacha a algunos de "populistas" (pero no curiosamente a Carlos Salinas que tuvo una política cambiaria que lo hizo tremendamente popular entre las clases medias y altas aunque, por insostenible, terminó en desastre).

Todos dicen que quieren defender "la soberanía", aunque sin un contenido claro. Son palabras que, como canta Willie Colón, van al aire. He aquí solamente algunas sugerencias sobre los puntos que los partidos necesitan definir en sus respectivos programas:

* ¿Debe México seguir exportando petróleo, o simplemente buscar la autosuficiencia a largo plazo? ¿Cuáles son los costos y posibles beneficios de ambas opciones?

* En cuanto a Pemex ¿debería ser departamento del gobierno o empresa estatal autónoma, como Petrobras en Brasil o la china CNOOC? (Las actuales propuestas parecen destinadas a buscar un punto intermedio pero más bien resultarían un pato con aspecto de gallina, incapaz de nadar.)

* En gas natural hay alternativas, o combinaciones de ellas: 1. Aumentar la producción nacional, tal vez con la apertura del sector a la inversión privada, más allá de los contratos de servicios múltiples. 2. Diversificar las importaciones, impulsando los proyectos de gas licuado natural. 3. Usar otros combustibles para generar luz.

* En cuanto a los "otros combustibles", cada uno tiene sus pros y contras. Pero las posibilidades son: petróleo, energía nuclear, hidroelectricidad y viento, entre otros §

RB

Con el presupuesto, quedó la pregunta de si los legisladores mexicanos no habían pecado de excesivo optimismo al fijar en 27 dólares por barril el precio del crudo que exporta Pemex. ¡Cómo han cambiado las cosas! Ultimamente el crudo mexicano se ha vendido en 40 dólares por barril, mientras los precios del petróleo de referencia del mercado global ­el West Texas Intermediate (WTI) y el Brent­ han rozado los 60 dólares.

En los últimos dos años el precio internacional del hidrocarburo se ha duplicado, y en lo que va de 2005 ha aumentado 30 por ciento. Se trata de un fenómeno con profundas repercusiones en la economía mundial, específicamente en México, en especial para la política energética en el debate de la campaña electoral de 2006, y para la relación con Estados Unidos.

consprod

El Fondo Monetario Internacional (FMI), la correduría neoyorquina Goldman Sachs y el grupo financiero estadunidense Citigroup han acaparado los titulares de la prensa especializada con lo que dicen sus respectivas bolas de cristal.

Para el FMI, el actual "choque" en los precios del crudo, no es pasajero como los anteriores, sino que bien podría durar 20 años. Goldman Sachs ha alertado sobre la posibilidad de un "súper-pico" de precios por encima de los 100 dólares por barril, mientras que Citigroup ha hablado de un "súper-ciclo" económico dominado por un lapso prolongado de altos precios de todas las materias primas.

Vale la pena recordar que superlativos muy similares acompañaron el auge de Internet a la vuelta del milenio. La demanda creada por el crecimiento espectacular de la economía china es la principal fuerza del alza en los precios del combustible, pero proviene, a su vez, de la demanda de los consumidores estadunidenses por los bienes producidos en China (muchos de ellos por empresas de ese país). El círculo se podría romper con medidas fuertes y sostenidas de la Reserva Federal para frenar el consumo con una política monetaria cada vez más restrictiva.

Sin embargo, el miedo no anda en burro, tampoco los inversionistas. Los mercados de futuros de Nueva York indican un precio de más de 50 dólares por barril para el WTI durante los próximos 10 años. Y, así, este choque petrolero no parece como los de antes.

Para empezar, se basa en un fenómeno ­como la Revolución Industrial de Inglaterra en el siglo xix o el despegue de Japón después de la Segunda Guerra Mundial­ de dimensiones que no suelen verse más de una vez cada medio siglo. Se trata de la dinámica de China e India, países que acaparan la tercera parte de la población mundial, y su participación en la economía capitalista global.

Los dos gigantes asiáticos fueron a la guerra en 1962 por una disputa fronteriza que aún no se resuelve, pero que al menos se ha olvidado en un marco de creciente cooperación que se expresa en el comercio, la alta tecnología y el petróleo, donde sus empresas estatales ya tienen proyectos comunes. Los dos gobiernos firmaron la semana pasada un compromiso para poner fin a la disputa, en la que hay reclamos territoriales de por medio.

También es distinta el alza actual en los precios del petróleo, porque va acompañada de un auge de la demanda de las materias primas en general. El cobre cuesta el doble que hace dos años, y por el hierro se paga 75 por ciento más este año que en 2004.

No sólo los metales han subido; los largamente deprimidos precios del café y el azúcar han aumentado 50 por ciento en un año. Se trata de la primera vez en la historia que los precios de casi todas las materias primas suben de manera simultánea.

Los choques petroleros anteriores se resolvieron rápidamente por la entrada en producción de nuevas provincias petroleras, produciendo el clásico ciclo de auge y crisis, una de cuyas víctimas fue la economía mexicana en el sexenio de José López Portillo.

mapapetro

PETROLEO SI
            INMIGRANTES
NO

El viejo proyecto de la integración
energética de América del Norte, del que tanto se habló en el sexenio pasado, se replantea por los altos costos del petróleo.

Resurgió como tema en la reunión en Texas el mes pasado entre los presidentes Vicente Fox y George W. Bush y el primer ministro de Canadá, Paul Martin. Aunque funcionarios de Estados Unidos y México ya trabajan en lo que podría ser una negociación al respecto, Canadá se ha quedado "nomás mirando", por lo menos de momento.

El proyecto interesa a Estados Unidos. México y Canadá están entre sus cuatro principales proveedores de petróleo, y ven como no muy confiables a los otros dos: Arabia Saudita, por estar en un Medio Oriente plagado de conflictos, y Venezuela, porque se considera al presidente Hugo Chávez un líder imprevisible y de talante antiestadunidense.

Por supuesto que no hay nada malo en la cooperación energética entre países vecinos, y la seguridad de abasto de combustibles. México, por lo menos en el futuro inmediato, va a depender cada vez más de Estados Unidos para el gas natural que necesita.

Sin embargo, el momento y las circunstancias en que se ha planteado la alianza energética norteamericana levanta temores ­aparentemente compartidos por el gobierno de Canadá­ de que se trata nada más de un intento de Washington por imponer sus intereses a los demás.

La situación de los altos precios del crudo podría frenar a la economía estadunidense (y, por ende, la de México, que mantiene una fuerte dependencia). Cuando se negoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la energía y la migración quedaron fuera de la agenda. Ahora entra la energía, pero siguen fuera la migración ­cuestión esencial en la relación bilateral y lo que más interesa a la mayoría de los mexicanos­, así como un mecanismo para crear fondos de compensación para establecer infraestructura en México del mismo modo en que en Europa se hizo en su momento con los países más atrasados de la zona del Mediterráneo.

Ruido no falta, nueces sí § 
RB

En aquel entonces, uno de los hombres más poderosos del mundo era el jeque Ahmad Zaki Yamani, el ministro de Petróleo de Arabia Saudita y de hecho líder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Hace poco, el ya retirado Yamani comentó que "la historia se repite". Sólo es cuestión de tiempo ­dijo­ para que los mismos altos precios causen un aumento en la producción del crudo que, a su vez, deprimiría de nuevo el mercado. Yamani tenía fama de muy astuto; no por nada fue demonizado durante años en los países consumidores. Esta vez, sin embargo, puede estar equivocado.

En aguas territoriales de Brasil y Estados Unidos, en Azerbaiyán y Angola se han hecho grandes descubrimientos que están casi listos para entrar en producción. Sin embargo, apenas van a compensar las pérdidas en campos ya maduros que han entrado en declive, entre ellos el mexicano Cantarell, cuyos más de 2 millones de barriles al día representan 60 por ciento de la producción del país y son superados en el mundo por un solo campo, Ghawar, en Arabia Saudita.

Por cierto, Arabia Saudita ha abierto cada vez más las válvulas, pero se calcula que le quedan poco más de un millón de barriles al día de la única reserva ociosa con que cuenta la OPEP. Y la gran mayoría de los descubrimientos en el mundo han sido en aguas profundas, donde los costos de producción multiplican los de los campos en declive.

Lo que Yamani hizo por el alza de los precios del petróleo con su estrategia de mercado puede ahora ocurrir por una restricción de la naturaleza  §




 
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