Hay más de 100 escuelas distribuidas en siete municipios autónomos de Chiapas
La enseñanza zapatista fomenta el rescate de las tradiciones y la riqueza lingüística
Las comunidades aplican su propio método de lecto-escritura en lenguas indígenas y trabajan con manuales elaborados en diversas variantes dialectales del tzeltal y el tojolabal
Ampliar la imagen Un muralista desarrolla su creatividad en la casa de la junta de buen gobierno del caracol de Morelia, Chiapas FOTO Jos�u�
Ejido Morelia, Chis., 16 de abril. ''El gobierno y el sistema nos obligaron a hacer realidad nuestra propia educación. Es una de la demandas desde nuestro levantamiento'', dice una muchacha que en 1994 debía andar por los cinco o seis años y ahora pertenece a la comisión de educación del caracol Torbellino de nuestras palabras.
Lleva una camiseta negra de algodón con las palabras "Ik Otik" ("Somos viento" en tzeltal) y una estampa muy contrastada de los ojos del subcomandante Marcos.
En esta región, conocida como Tzotz Choj, que converge en el caracol de Morelia desde mucho antes de la creación de las juntas de buen gobierno (JBG), explica la joven promotora de educación, ''nos organizamos los siete municipios autónomos y se inició el trabajo de la educación, como pensamos que es buena para el presente y para el futuro''.
Ocupa, junto con una decena de promotores, las sillas y la mesa de trabajo de la JBG Corazón del arcoiris de la esperanza. Los miembros de la junta, hombres y mujeres adultos, observan sin participar desde unas sillas al fondo de su oficina, como público, la conversación de los promotores de educación con el reportero. De pronto se me figura estar en una clase, y no sé si el lugar del maestro lo ocupan los miembros de la junta o los educadores (casi todos adolescentes). Como sea, este avalar a los jóvenes por parte de la JBG forma parte del proceso educativo de su región, que actualmente cuenta con 107 escuelas en otras tantas comunidades, y en todas hay clases.
Un muchacho toma enseguida la palabra y explica: ''los planes de trabajo de la educación no son por municipio sino para toda la zona. Estamos formados por comisiones de cada municipio, estructuradas y coordinadas en los siete municipios, de donde sale el plan de acuerdo. Cuando ya se hizo el plan se toma su trabajo en la práctica y se pone a prueba, siempre a ver cómo funciona''.
En estas tierras tzeltales y tojolabales, de Chilón a Comitán, la educación autónoma zapatista ha evolucionado con una notable participación comunitaria. Estos mismos jóvenes son ya producto de un peculiar proceso ininterrumpido de casi 10 años en los municipios rebeldes 17 de Noviembre, Ernesto Che Guevara, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Olga Isabel, Lucio Cabañas y Primero de Enero, que hoy cuenta con un método de lecto-escritura en lenguas indígenas desarrollado por los promotores, niños y familias de las propias comunidades, único en el país, sin nada que ver con la vertical educación bilingüe del sistema oficial.
''Cada escuela es teórica y práctica'', prosigue el joven. ''Por ejemplo, en la clase de producción se estudia la planta de maíz y los tipos de tierra, y luego los niños salen a trabajar en milpas verdaderas".
Otro promotor se refiere a las dificultades. Destaca la del transporte. ''Muchos niños llegan tarde a las clases porque tienen que ir a la escuela en otra comunidad. Faltan transportes. No tenemos buenas escuelitas muchas veces. Por falta de recursos. Apenas alcanzamos unas 107".
¿Su objetivo principal?: "Queremos que todos los niños aprendan lo mejor. Que rescaten las tradiciones culturales que se han perdido. Que piensen en esos problemas usando su propio idioma. Que en el futuro sean así, y en la forma de lucha entiendan la educación completa. Los niños aprenden a participar; eso es algo que teníamos perdido''.
Venciendo la timidez, una muchacha de ojos zarcos y tensa cola de caballo, dice: ''Los niños participan entre ellos y en público, a diferencia de la escuela oficial. Todos tienen que hacer el esfuerzo. Cuando se formó la JBG, se hizo la nivelación de conocimiento de las escuelas municipales. Nosotros mismos elaboramos los manuales para los niños, sus libros para leer y escribir en cada idioma".
Estos manuales cuentan con 11 versiones especiales, en diversas variantes dialectales del tzeltal y el tojolabal, además de una en tzotzil y otra en castellano. Se pusieron en práctica en el año escolar 2005, y llegan a más de 3 mil niños.
Retoma la palabra el primer interlocutor varón: "El proyecto definitivo empieza en 1999. No nos importan los maestros del gobierno. No nos interesan. En la escuela oficial se enseña con castigo y premio, y a cualquier cosa la llaman de excelencia, si los niños se portan bien y barren el salón, no importa si no aprenden. Es un engaño. Esos maestros cumplen tiempo para ganar su dinero. Aquí, si los niños aprenden, los pasamos. Si no, hasta que aprendan''.
Los promotores explican que su sistema incluye 11 materias, como lecto-escritura, matemáticas, historia, ciencia de la naturaleza o producción. "Hacemos la educación consciente y voluntariamente, y la capacitación aquí mismo. Toma trabajo tantos cursos siempre, pero necesitamos aprovechar nuestros pocos conocimientos".
Agregan que en las escuelas hay albergues con dormitorios. ''No hay apoyo económico, pero las escuelas las cuidan los pueblos y alimentan a los que lo necesitan''.
La chica de la camiseta negra dice que "en las comunidades es bonito la educación, porque nadie nos manda y la participación de la comunidad es buena, porque ya perdieron la vergüenza de hablar y el nervio. Todo en las escuelas autónomas se hace con el conocimiento de los papás".
Habla otro muchacho: ''Cada municipio autónomo tiene su comisión. Se encarga de vigilar a los delegados de educación, que aprendan a ser promotores, visita las comunidades y las escuelas, y hace con la JBG los cursos (para que) los promotores sigan aprendiendo". Los cursos de capacitación se repiten cada dos meses, en promedio. La actividad es continua. La educación como idea y como práctica ha penetrado en las vidas indígenas de esta región, como una actividad importante; no obligatoria, sí necesaria.