LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO
Cálculos y apuestas
Fox, su equipo, los panistas y el tricolor erraron
¿QUÉ VOY A decirle a mis bisnietos?, ¿cómo podré superar la vergüenza de haber pertenecido a la 59 Legislatura? Gracias al desafuero de Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia de la ignominia en un lugar destacado. Dentro de 50 años, la gente dirá: "¡qué bajo cayeron esas gentes!" Y es inútil que el señor Emilio Chuayffet, como parte de la operación cicatriz, anuncie una reforma electoral de última hora.
EL INTENTO DE aniquilar políticamente a López Obrador estuvo basado en un cálculo probablemente erróneo: cuando el tabasqueño llegó al final de 2003 a ¡92 puntos de aceptación! (Mitofsky), en un lugar de Los Pinos se llegó a la conclusión de que esa popularidad, por efecto demostración, contaminaría al resto del país y que la oportunidad de doña Martita y/o don Santiago quedaría anulada. Entonces se inició la ofensiva. Hasta entonces, las relaciones entre Vicente Fox y Andrés Manuel eran francamente buenas. Y los siquiatras del futuro tendrán que explicarnos quién influyó en la mente del Presidente para que se volviera tan autodestructivo.
EL PRI SE mantuvo a distancia, pero a principios de 2005 hizo el cálculo, probablemente erróneo también, de que López Obrador era invencible. Sólo eliminándolo podría ganar Madrazo (y el tricolor) la Presidencia.
ESTOS CALCULOS LLEVARON a Fox, al PAN y al PRI a una alianza con lo peorcito de la clase política. Una vez embarcados en la aventura, apostaron su éxito a una serie de hechos posibles pero no seguros. Por ejemplo: que las resoluciones de la Cámara de Diputados fueran impecables; que todo el Poder Judicial, bien amarrado, los apoyara al sacar adelante un caso mal planteado; que la gente olvidara los delitos impunes cometidos por priístas y panistas; que los medios les darían una cobertura sesgada para inducir el olvido en la masa; que la economía y las finanzas se mantendrían estables a pesar de la turbulencia; que ésta no durara más allá de dos o tres meses; que la opinión pública extranjera y sus gobiernos se harían de la vista gorda; que los empresarios en masa apoyaran el atraco y/o que intelectuales prestigiados lo respaldaran.
EN FIN, QUE en el pueblo no habría arraigado la vocación democrática y que se desahogaría en manifestaciones, plantones y marchas hasta agotar su furia; que la protesta sería desorganizada, anárquica, y se reduciría al Distrito Federal y no se extendería al "interior"; que el PRD se dividiría y que Cuauhtémoc Cárdenas se creería los primores que dicen de él gentes tan progresistas como Claudio X. González, etcétera.
MUY BIEN, PERO todo esto era y es muy aleatorio. ¿Y si pasan otras cosas? Por ejemplo: qué tal si la Cámara de Diputados no hace bien las cosas (como ya sucedió); si el Poder Judicial no está tan amarrado (como ya se demostró); que los medios siguen dándole espacios a López Obrador (como está sucediendo); que en el exterior denuncian de modo unánime el atropello (como está ocurriendo); que si los empresarios y la Iglesia se dividen (como empieza a suceder); que si los intelectuales en masa se oponen a la descalificación (como está pasando); que si la protesta no se reduce a la capital y empieza a abarcar, digamos, cien ciudades en los estados (de lo que hay indicios). Qué tal si Cuauhtémoc apoya sólidamente a Andrés Manuel y no hace caso de los halagos de la extrema derecha; si el PRD no se divide; si se asocia a otros partidos y a un movimiento ciudadano que puede crecer exponencialmente; si las protestas no se reducen a dos o tres meses y continúan las formas de resistencia civil, y esto debilita gravemente al gobierno federal y su credibilidad y sus finanzas.
EN FIN, ¿QUÉ tal si las apuestas fallan? ¿Qué será entonces de los conspiradores y de sus partidos, de los que quieren ver desaparecer del mapa a Andrés Manuel López Obrador?