La magia del cine
QUIENES SUELEN GUIAR sus gustos por referentes tan accesorios como los premios Grammy, la industria de Hollywood y otras monerías que tanto festejan los periódicos a colores que intentan imitar a la televisión, se llevarán un chasco si buscan espectacularidades apantalladoras en los soundtracks de El tigre y el dragón, esa maravilla fílmica llena de ironía, y más recientemente Hero, esa insospechada versión en cine de El arte de la guerra de Sun Tzu. A diferencia de las óperas de Tan Dun, su música para cine depende por completo de la imagen. De manera que el soundtrack se convierte en mera reminiscencia, mientras el resto de su producción produce sus propias imágenes en la mente del escucha, además de que están concebidas para cobrar vida espacio-temporal de manera íntima. Los coros de guerreros y las gestas percusivas, en todo caso, mueven a fascinación en estos soundtracks, totalmente accesorios.