El futuro ante los primeros logros de Fox
Luego de cuatro años de fracasos en todos los proyectos que se había propuesto, incluyendo el del aeropuerto internacional en Texcoco, la pacificación de Chiapas, las reformas estructurales en materia laboral, energética y fiscal, por no hablar del crecimiento económico de 7 por ciento, así como de la discriminación del desempleo, Vicente Fox ha logrado por fin uno de sus más caros anhelos: desaforar a su archienemigo Andrés Manuel López Obrador, quien ha sido hasta ahora una especie de fantasma que se ha convertido en una obsesión para él.
Para obtener esta victoria, los logros de Fox no son despreciables, han requerido un esfuerzo sobrehumano no visto antes, para conseguir, por ejemplo, poner de acuerdo a su gabinete, ya que al menos hasta ahora ninguno de sus secretarios ha manifestado desacuerdo alguno al respecto, ni se han peleado entre ellos. Por si esto fuera poco, la capacidad de maniobra política del Presidente permitió generar un amplio consenso en el Congreso, cosa en la que había fracasado rotundamente prácticamente en todas sus iniciativas, incluidas las referentes al incremento del IVA, a los presupuestos de gobierno y a las reformas estructurales mencionadas. No sólo ello, también el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación parece alinearse ante el nuevo liderazgo del Presidente.
Imaginemos la alegría desbordada del señor Fox, pensando que ahora sí ya tiene el control, cuando hace unas semanas se veía a las claras que ni a su esposa podía hacer entrar en razón. El asunto del desafuero le ha resultado tan satisfactorio como para presumirlo en su reciente viaje a Roma, presentándolo como un ejemplo de los grandes cambios que él ha dado al país.
Así, según él, México es hoy una nación de leyes, de justicia, de instituciones, un país ejemplar en todo sentido de la palabra, al cual las demás naciones voltean a ver con respeto. Se ha dicho mucho que el Presidente confunde sus sueños con la realidad, dando lugar al país imaginario llamado Foxilandia. Sin embargo, este logro del desafuero parece estarlo llevando a otro nivel de fantasía, a una especie de trance místico, en el que con el desafuero se ha dado un proceso transformador en el que ese solo acto supremo puede arreglar todo lo que está mal. ¿Para qué juzgar ya a los autores del Pemexgate si el ejemplo justiciero con López Obrador lo hace innecesario? ¿Qué importancia tiene la escalada de violencia del narcotráfico en Tamaulipas, en Chihuahua, en Nuevo León y en Sinaloa, a la luz de esta gran batalla por la legalidad? ¿Cuál es el caso de hablar de desempleo, de falta de inversiones o de otras cosas menores, cuando la patria misma ha sido salvada?
Lo que los mexicanos tenemos que preguntarnos es qué sigue ahora, luego de que el aparato político se ha alineado a la voluntad del Presidente, en tanto que éste sigue perdiendo contacto con la realidad. ¿Qué tipo de escenario político estaremos viendo en 2006? ¿Qué otras acciones podríamos esperar de la iluminación presidencial para el futuro mediato?
Para contestarnos preguntas de este tipo, tenemos que considerar a los otros actores importantes que han tomado parte en el proceso de de-safuero, como el Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional. ¿Están acaso decididos a seguir haciendo el trabajo sucio al Presidente? ¿Qué esperan ellos lograr a cambio?
Termino esta reflexión expresando mi indignación por el voto de México contra Cuba y en favor de Estados Unidos, especialmente luego de que se han hecho públicas las atrocidades de los soldados estadunidenses en Irak, así como la ausencia de la ética más elemental de ese país en su justificación de su guerra ¿Acaso creé el Presidente que ésta es otra de las posiciones ejemplares de México?