Este viernes, último día de su exposición ¡Dando guerra!, en la Galería Pecanins
Malcolm Coelho invoca el arte contra el belicismo desatado por el 11-S
Sin soslayar el humor, busca ''dar lata'' mediante piezas más conceptuales que materiales
Sus obras surgen de la pedacería de fierro que el creador recupera en diferentes lugares
Ampliar la imagen Mundo dislocado, nos lleva la chin..., escultura de Coelho que se exhibe en el recinto de Durango 186, colonia Roma
En la escultura Mundo dislocado, nos lleva la chin..., dos torres idénticas jalan con cadenas a los cinco continentes del globo terráqueo que sale de su eje. Las torres en realidad eran unos estantes de libros que Malcolm Coelho, autor de la pieza, encontró más o menos en la misma época en que cayeron las Gemelas y que unió para que adquiriesen su forma actual.
Mundo dislocado... se exhibe dentro de la exposición ¡Dando guerra!, de múltiples lecturas, de Coelho, que mañana concluye en la galería Pecanins (Durango 186, colonia Roma).
La lectura más evidente es su tema unificador, con referencia a los conflictos bélicos a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre, a los cuales contrapone el arte. Coelho, quien trabaja con fierros viejos, también pretende ''dar lata" en cuanto a que su obra es más ''material" que conceptual.
Aunque el tema es ''serio", la obra del artista no está extenta de humor. En el mismo cuarto donde se exhibe Mundo dislocado..., dos perros caricaturescos aúllan en alusión al momento. Su ''coche bomba" es manejado por un fanático, cuyo perfil se dibuja con metal. Luego, su instalación de un ''cañonazo" más bien parece un alegre juego de chispas y proyectiles.
Las piezas de Coelho se relacionan con los procesos industriales. En la historia de la maquinaria, explica, el taladro, por ejemplo, es un legado de la industria de las armas, porque ''los primeros taladros se buscaron no sólo para unir dos placas cualesquiera, sino para hacer el barril de un rifle o de un cañón".
El metal empleado por Coelho en realidad es pedacería que recupera de diferentes lados, a veces de fábricas textiles, aunque mucho es de la industria pesada: ''Hay un lugar en Tlanepantla donde encuentro piezas increíbles que son los retazos del pantógrafo, una máquina de corte mediante oxietileno, que deja unas formas curvas. Con esas piezas dibujo y armo algo".
Juego con brillos y el rojo fuego
Al contrario de lo que pudiera parecer, las obras de Coelho, cual ave fénix, surgen de los retazos encontrados. De allí sus esculturas de animales, muchas con nombres de hechos históricos, como El tanque de Aníbal, un elefante cuya trompa es una pieza encontrada que se mueve en un delicado equilibrio, o Caballo de Troya y una escultura creada con el caparazón de un armadillo muerto y fierro para hablar de la fragilidad del cuerpo.
Algunos metales se dejan ''en crudo", porque al artista le encanta la pátina de los objetos viejos. Pero en los que pule le gusta jugar con los brillos. También pintor, a Coelho le agrada trabajar con el color y, como dice, con ''el rojo fuego", que logra mediante el quemado. Al respecto, explica: ''Caliento unos sellos con cuyo fuego y humo pinto contra el papel".
En una de sus técnicas mixtas de la serie Dando guerra utilizó retazos de periódicos de Irak, a los que selló signos de ''&" entre los diferentes hombres allí retratados, como si estuviera preguntando por presuntos desaparecidos.
La muestra en la Galería Pecanins también comprende una pared de armas hechas con madera. La instalación Infantes, armas de destrucción masiva, bien podría llamarse ''Por mis pistolas''.
Coelho pregunta, ¿por qué invades Irak? Por mis pistolas, se contesta, porque ¿dónde están las armas de destrucción masiva? Estas pistolas repartidas por el mundo son las armas de destrucción masiva, asegura el artista.