Crece la posibilidad de una guerra civil como la que imperó entre 1975 y 1990
Líbano posterga las elecciones, pese a las presiones de Bush y Chirac
Ampliar la imagen Una libanesa participa en una marcha para conmemorar el 30 aniversario del inicio de la guerra civil en L�no FOTO Reuters
Beirut, 13 de abril. Beirut sobrevivió a su "celebración" del comienzo de los 15 años de la guerra civil, pero los miembros pro sirios del gobierno libanés no lograron conformar un nuevo gabinete, lo que significa que las elecciones nacionales previstas para mayo se pospondrán a pesar de las demandas de los presidentes George W. Bush y Jacques Chirac de que se realicen según lo planeado.
Mientras, miles de opositores se manifestaron en ese sentido y en favor de la "unidad", pero lo más probable es que sus líderes ignoren sus exigencias.
Esto es mucho más serio de lo que parece. Mientras el país siga sin liderazgo se incrementa la posibilidad de que haya provocaciones que puedan relanzar una guerra civil como la que imperó entre 1975 y 1990. Una bomba de 30 kilos fue hallada en un camión en el valle de Bekaa el fin de semana, y una granada fue disparada con un lanzacohetes contra una sucursal bancaria en la ciudad suburbana de Dour Cheir.
En el este de Beirut aún hay grupos de hombres que se autodenominan "vigilantes" que supuestamente se dedican a proteger las propiedades de los cristianos de ataques con bomba y que parecen, sospechosamente, una rencarnación de la vieja milicia falangista.
Ghazi Aridi, un cercano asesor de Walid Jumblatt, líder de oposición que condujo a los combatientes drusos durante la vida civil, dijo que el inútil segundo intento de formar gobierno del primer ministro Omar Karami (quien lastimosamente se escabulló a su hogar en Trípoli tras admitir su fracaso) es un "ardid para posponer las elecciones". Este tipo de vergüenza política fue, desde luego, una de las razones principales por las que cientos de miles de libaneses se manifestaron el mes pasado.
Sólo quedan 4 mil soldados sirios en el valle de Bekaa, al este, y su repliegue está ocurriendo más rápido de lo esperado. En algunos casos, civiles han llevado a sus familias a los calabozos sirios donde fueron torturados hace más de una década. Pero el enojo porque el retiro era lento ahora se ve sustituido por preocupación ante tanta celeridad.
Pero si el presidente Emile Lahoud, el más fiel amigo de Siria, sigue siendo el líder, y parece el fantasma de un gabinete prosirio que simplemente está esperando el momento de reconstituirse ¿cuál habrá sido el objetivo de el repliegue sirio?
Los "leales", que es como se llaman, irónicamente, los libaneses leales a Siria, esperan que el retraso permita que los menos respetados líderes de la oposición se separen del movimiento. Se dice que Lahoud espera el regreso de su exilio en París del mesiánico general maronita, Michel Aoun, cuyas pretensiones presidenciales en 1990 costaron mil vidas y quien huyó a la embajada francesa en pijama cuando bombarderos sirios atacaron su palacio. Se dice que Lahoud está convencido de que Aoun dividirá a la oposición y enajenará a sus seguidores drusos y sunitas.
Si Lahoud piensa esto, probablemente se está haciendo ilusiones. Pero el pasado fin de semana la guerrilla Hezbollah, aún aliada de Siria, envió un avión sin piloto 80 kilómetros dentro del territorio de Israel y lo hizo volver a salvo a Líbano. Fue un ejercicio sin sentido, desde un punto de vista militar, pero contribuyó enormemente a incrementar el temor de que se intenta provocar otro conflicto con Israel.
El líder de Hezbollah, Sayed Hassan Nasrallah, sorprendió a los libaneses este miércoles al apelar en una carta publicada en un periódico progresista a Chirac, para que éste ayude a preservar la unidad nacional. Chirac y Bush presionaron para que la ONU aprobara una resolución exigiendo el desarme de Hezbollah. Cosas extraordinarias están ocurriendo en Líbano, pero sus resultados podrían ser nada maravillosos.
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Traducción: Gabriela Fonseca