Usted está aquí: miércoles 13 de abril de 2005 Capital CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Leyes al capricho de los todopoderosos

El legítimo derecho de los capitalinos

Atribuciones de la ALDF

MIRE USTED, sí, usted que vive en el Distrito Federal, usted que elige con su voto a quien lo va a gobernar, usted que también escoge a sus representantes a la Asamblea Legislativa para elaborar las leyes que nos rigen, mire bien que su voluntad política no vale nada frente al capricho altanero de Vicente Fox y la insistencia de Carlos Salinas de Gortari de ahondar aún más la brecha entre los todopoderosos y los desposeídos, y de polarizar peligrosamente a la población del país, sujetándola a un sistema político y económico marcadamente injusto.

EL PLANTEAMIENTO surge, obviamente, porque los representantes populares, o la mayoría de ellos, de la Asamblea Legislativa reclaman tutelar el derecho de los ciudadanos de la capital a juzgar la conducta del jefe de Gobierno del Distrito Federal, ya que éste ante ellos rinde cuentas, envía sus iniciativas de ley, pero al parecer están impedidos para juzgarlo.

NADA NUEVO, las leyes parecen hechas al antojo del poder, por eso hay quienes insisten en que el robo infligido a la nación con la venta de los bancos fue legal. Es cierto, fue legal, pero fue un robo, porque no fue, ni de lejos, una operación honesta.

ESA ES la divisa, las leyes en el país, alejadas cada día más de los intereses de las mayorías, sólo sirven para proteger a quienes tienen para crearlas a su favor, sin temor a menoscabar los niveles de vida de los más pobres. Podríamos decir, entonces, que las leyes son de quienes las compran y en ese terreno la gente, toda la ciudadanía, no tiene para competir contra Fox o Salinas.

POR ESO es que existe una mayoría -nada de polarizaciones respecto de ello- en favor de cambiar, en serio, de a deveras, la vida legal y política en México. Acercar las leyes a las necesidades de la población es, seguramente, un pecado político que no quieren permitir, pero de seguir igual las consecuencias de la injusticia brotarán, un día u otro, con estallidos desastrosos o poco favorables para México.

SIEMPRE QUE la gente pierde la confianza en las leyes y en quienes las ejercen, cuando sus representantes se muestran en el mercado de la política y se les fija un precio, cuando bajo esos intereses se hacen añicos las esperanzas de un cambio que implique justicia, los peligros de desgobierno aumentan.

LA ASAMBLEA Legislativa, de mayoría perredista, reclama el derecho de los habitantes de la ciudad a hacer que la voluntad de sus habitantes se exprese aquí mismo, en el Distrito Federal, por su conducto.

PERO A nadie en las cúpulas del poder le importa la suerte de México y la de sus habitantes, y con una injusticia tras otra van pavimentando el camino hacia el despeñadero.

DE ACUERDO con la Constitución, el jefe de Gobierno debe rendir protesta de ley ante los diputados a la Asamblea Legislativa, y son éstos quienes dan a conocer a la ciudadanía la declaración de jefe de Gobierno que hace el Tribunal Electoral.

ES ANTE los mismos diputados, como representantes ciudadanos, que debe rendir cuentas y presentar informes periódicos, de acuerdo con la ley, y son ellos quienes supervisan directamente su desempeño.

PERO ADEMAS es la diputación local la que concede licencias al jefe de Gobierno, y son los diputados locales quienes pueden aceptar su renuncia, y son estos legisladores quienes pueden y deben nombrar a quien lo sustituya en caso de falta absoluta, por la razón que sea.

PERO QUE cree usted, los asambleístas de la capital no pueden, según quieren imponer los diputados federales, desaforar al jefe de Gobierno.

¡CARAJO! ¿DE qué país, de qué ciudad estamos hablando? Ya es hora de hacer algo al respecto, ¿no le parece?

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