Sin alternativa
Probablemente el número de actos políticos marrulleros e ilegales que se han cometido en el mundo en el marco de la lucha por el poder sume millones. Para no ir muy lejos, George W. Bush despojó a Al Gore de la presidencia de Estados Unidos, "el país de la democracia y del imperio de la ley", mediante una marrullería político jurídica que Gore y la sociedad estadunidense se tragaron. Los medios, para legitimar parcialmente al texano, vendrían después con sus invocaciones religiosas y su agresividad asesina contra el prójimo. Antes que la legalidad y las libertades de que han gozado los estadunidenses, hoy prefieren la seguridad. Una demanda de seguridad creada con el manejo mediático del miedo derivado del uso brutal del garrote imperialista.
El pasado jueves se consumó una de esas marrullerías políticas mediante el uso faccioso de la ley, con un mayúsculo desaseo de priístas y panistas -a través del atrabiliario proceder de Manlio Fabio Beltrones-, que destituyeron de su puesto a Andrés Manuel López Obrador a sabiendas de que estaban contraviniendo la Constitución. ¿Pura estupidez y desconocimiento jurídico?
La reculada posterior de Beltrones "aprobando" que López Obrador continúe en su puesto no hace sino mostrar que detrás de la "gran jugada" para eliminar al tabasqueño de la contienda electoral hay una gran dosis de tontería de los actores que creen haberse salido con la suya.
Conforme pasan los días, la "gran jugada" juega en favor de López Obrador, que continúa sacándole todo el jugo para su causa personal, mientras los adversarios parecen no darse cuenta. La festinación en Roma por parte de Fox es una muestra elocuente de que la ceguera y la ofuscación se han apoderado de una mente incapacitada absolutamente para comprender la política y los procesos sociales. Pero la ofuscación y la ceguera se han apoderado también de Roberto Madrazo, del Tucom y del Antitucom. La "gran jugada" consiste en polarizar a la sociedad e ilegitimar a la próxima administración que, con golpes administrativos y medidas populistas de corto plazo, cree que se legitimará y todos volveremos al carril de siempre de la tolerancia infinita.
Con todo, el drama mayor de la República no es el camino desandado desde el pasado jueves 7 en términos de nuestra democracia niña. El drama mayor tiene dos vertientes y no tienen solución alguna: una es la polarización venezolana que estamos construyendo, y la segunda es que, aun sin desafuero, la sociedad mexicana no tiene un candidato que escoger. Ninguna de las tres formaciones políticas mayores tiene un programa para sentar las bases de un tránsito de largo plazo para superar al menos los más trágicos problemas de la nación.
La voz que se impuso sobre las relaciones entre apertura comercial y pobreza es que, a largo plazo, los efectos serían favorables porque la apertura incrementaría el potencial de crecimiento económico. Pero la apertura se hizo mal y se ha manejado peor. La apertura comercial no influyó en una reducción de la pobreza de alguna significación. El producto, las exportaciones y las inversiones resultaron de una insostenibilidad más que obvia, pues el ahorro interno es muy bajo y la dependencia de la inversión y deuda externa es muy alta; además las exportaciones siguen concentradas en unos cuantos productos cuya productividad relativa va a la baja. La apertura ha empeorado la balanza de pagos, lo que, unido a la creciente marginalización de los flujos de capital privado, ha exacerbado su dependencia de la inversión, de los préstamos del exterior y de las remesas, al tiempo que se incrementa el riesgo de una renovada crisis de la deuda. Si el futuro no nos ha alcanzado ha sido en gran medida por esas cuantiosas remesas en que se convirtió el desempleo local. El aumento de las exportaciones, por otra parte, ha tenido un efecto nulo sobre la inclusión social y la integración económica. Todo ello tiene carácter estructural y se manifestará en el futuro, aunque en 2005 el crecimiento económico supere al de 2004.
La no inclusión social de las exportaciones procede del hecho de que la apertura se dio con una infraestructura de comunicación y transporte muy débil, con mercados domésticos no integrados y con economías en gran parte orientadas hacia la subsistencia. En estas circunstancias los habitantes de las regiones pobres fueron dejados en gran medida a su suerte.
El gasto en educación, se ha repetido miles de veces, es clave fundamental del desarrollo a largo plazo. Pero subrayar con fuerza "a largo plazo" equivale a decir evidentemente que a corto plazo no hay una relación inmediata entre gasto educativo y crecimiento que no sea en rubros urgentes de capacitación básica no formal para la industria y los servicios. Ello no obstante, no realizar una inversión en verdad significativa en educación, en todos los niveles y en la investigación básica y aplicada y en el desarrollo tecnológico, nos dejará en las condiciones de subdesarrollo en que hemos vivido hasta la fecha. ¿Tienen AMLO, Madrazo o Creel al menos una idea para enfrentar esos problemas? No, sólo tienen ocurrencias tercermundistas acerca de cómo hacerse del poder.