Es como la sección de yogures: hay para todos los gustos, afirma el autor español
La literatura actual es más que nunca una mercancía: Orejudo
En su novela Reconstrucción narra un viaje ideológico protagonizado por Miguel Servet
Ampliar la imagen Antonio Orejudo
La literatura es hoy más que nunca una mercancía. Eso significa que el lector (el consumidor) dispone de una gran variedad de productos a su disposición. Como si estuviéramos en la sección de yogures del supermercado donde pueden encontrarse todos los sabores, las librerías ponen ante nosotros un libro para cada gusto, afirma el escritor español Antonio Orejudo, cuya nueva novela Reconstrucción circula ya en las librerías mexicanas bajo el sello Tusquets.
Con tres novelas en su haber, Fabulosas narraciones por historias y Ventajas de Viajar en tren son las dos primeras, Orejudo es señalado por la crítica española como una de las promesas de la literatura en castellano y a su carrera, además de novelista y ensayista, se añade la filología y la academia.
Hubo una época en la que existían tendencias predominantes dentro de la literatura y si algo caracteriza la actualidad literaria es que no encontramos ninguna, dice el escritor en entrevista con La Jornada y regresa a la analogía de la sección de yogures en el supermercado. "En este momento existe una variedad absoluta de sabores. Y cada escritor nuevo que aparece busca hacerse un hueco, un sabor, en este escaparate de yogures en que se ha convertido el panorama literario".
En este sentido dentro de la literatura de España "detecto un cierto abandono del intimismo, del yoísmo, y un creciente interés por asuntos más sociales y políticos. Como si después de una gran borrachera de cinismo nos empezara a doler la cabeza".
Orejudo (Madrid 1963) expresa que la literatura que le interesa, "la que considero buena literatura, siempre habla de un modo u otro de la realidad actual, de su realidad. Aunque se trate de novelas aparentemente históricas o de relatos de ciencia ficción". Eso vale tanto para el escritor como para el lector porque "no conozco ninguno que no le interese el tiempo que le ha tocado vivir".
Es cierto, dice, que la literatura es un juego, "pero es un juego muy serio" en el que le interesa ganar más lectores "pero no estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirlo. En esta tensión, en esta negociación entre los lectores y yo, es donde más a gusto me muevo".
Respecto de Reconstrucción, novela ambientada en el siglo XVI en plena convulsión religiosa en Europa y con Miguel Servet como uno de los protagonistas, Antonio Orejudo señala que partió de la lectura del libro Castelio contra Calvino, de Stefan Zweig.
Reconstrucción "narra un viaje. Un viaje físico, pero también ideológico, que va desde el cinismo hasta un cierto compromiso social. Un viaje que hemos hecho muchas personas de mi generación. Y ofrece preguntas, muchas. Pero casi ninguna respuesta".
Si bien es catalogada como una novela histórica, el autor subraya que todas las novelas son de cierto modo históricas. "Ésta también lo es, pero habla de mi mundo. La portada resume perfectamente el espíritu del libro: el hombre que nos mira desde la cubierta parece un profeta holandés del siglo XVI, pero si leemos el pie de foto, descubriremos que es un paquistaní acusado de colaborar con los talibanes. Parece historia pero es nuestro mundo". La fotografía fue tomada en 2001 por Yannis Bekharis.
Así, agrega, la única diferencia entre el momento narrativo de la novela y la actualidad "es la ropa y la comida. La intransigencia, el fanatismo religioso y las estrategias del poder para someter y engañar al ciudadano siguen siendo las mismas".
Otro de los temas de los que se ocupa Orejudo en este libro es la revolución protagonizada por la invención de la imprenta. Los libros eran entonces un peligro para la Iglesia católica por la posibilidad de ampliar "las teorías heréticas".
Ahora los libros han dejado de ser una amenaza. "Son insignificantes. Hoy al poder lo que le inquieta es Internet, que es para nosotros lo que la imprenta para la Modernidad: la democratización de la información. Aquel mundo no se explica sin los libros. El nuestro no se entiende sin la red.
"En el caso de la imprenta el poder reaccionó rápidamente para controlarla y enseguida dictó, al menos en España, leyes muy restrictivas. Con Internet sucederá lo mismo".