Usted está aquí: lunes 11 de abril de 2005 Deportes Murió Horacio Casarín, gran ídolo del futbol mexicano

Fue integrante del equipo necaxista conocido como los Once Hermanos

Murió Horacio Casarín, gran ídolo del futbol mexicano

Jugó también con Atlante, España, Zacatepec, América y Monterrey

Anotó 174 goles; fue mundialista y técnico nacional

Su fama lo llevó a actuar en dos películas con Joaquín Pardavé

DE LA REDACCION

Ampliar la imagen Horario Casar�fue objeto de merecidos homenajes de diferentes equipo mexicanos, entre ellos Pachuca, Am�ca y Necaxa FOTO Archivo La Jornada

Horacio Casarín, uno de los más grandes ídolos del futbol mexicano, falleció a la una de la madrugada de ayer, a los 86 años, víctima de un infección renal y tras padecer Alzheimer durante 11 años.

Nacido en la colonia Roma de la ciudad de México, el 25 de mayo de 1918, Casarín inició su carrera con el Necaxa el 9 de febrero de 1936 y vistió los colores de ese equipo por seis años.

Llegó a la primera división a la edad de 17 años con Rayos y pasó a ser parte de los llamados Once Hermanos en el campeonato 1937-38.

Se convirtió en goleador del equipo electricista y se afianzó también en la selección nacional, participando en los Juegos Centroamericanos de Panamá en 1938. Fue autor de un gol frente a Costa Rica y se consolidó como ídolo de la afición mexicana.

Su habilidad como goleador obligó a muchos jugadores a marcarlo no sólo severa sino rudamente y en un juego contra el Asturias, en el parque del mismo nombre, salió lesionado de una rodilla y tuvo que abandonar el encuentro para ser intervenido quirúrgicamente.

En esa ocasión el enojo de los aficionados por la agresión a su gran ídolo provocó que las tribunas del parque fueran incendiadas.

En 1942 se enroló con el Atlante, donde marcó 95 goles durante seis temporadas.

También la hizo de actor

La popularidad y calidad de Horacio Casarín fue recompensada. En 1944 fue llamado por Joaquín Pardavé y participó en la película Los Hijos de don Venancio, que en su época se convirtió en un éxito de taquilla, al grado de que al año siguiente se realizó otro film que llevaría el nombre de Los Nietos de don Venancio.

En 1948 dejó al Atlante y se enroló en el balompié ibérico con el Barcelona, equipo con el que duró poco tiempo debido a problemas contractuales, y regresó a México con el España, donde permaneció hasta 1950, año en que desapareció el equipo.

Jugó en el Mundial de Brasil en 1950 y anotó su único gol mundialista, en el partido que México perdió 1-2 ante Suiza.

En la temporada 1950-51 regresó con Necaxa y consiguió nuevamente el título de goleo.

Luego llegó al Zacatepec como entrenador y jugador, para después volver a vestir los colores azulgrana dos años más.

Posteriormente dirigió al representativo nacional, al que preparó para el Mundial de Suiza 1954. Paradójicamente, en julio de 1953, en un partido amistoso que México ganó 8-0 a Haití, fue sustituido como seleccionador.

A los 36 años ingresó al América, donde pasó los últimos meses como futbolista, no sin antes regresar a la selección nacional, aunque sólo como suplente. Monterrey fue el último equipo en el que militó.

Se despidió del futbol profesional el 9 de marzo de 1957 y su carrera totalizó 174 goles.

En su etapa como técnico se destacó también en el primer Mundial Juvenil, en 1977, celebrado en Túnez, en el que llevó a la escuadra nacional al subcampeonato tras vencer 6-0 al anfitrión.

En ese mismo torneo empató 1-1 con España y también con Francia, lo que le valió avanzar a semifinales.

En esta ronda la selección mexicana derrotó a Brasil (5-4) en serie de penales después del empate a un gol en el tiempo reglamentario.

Luego en la final se enfrentó a la Unión Soviética, con la que igualó 2-2, pero cayó en la tanda de penales 8-9 y tuvo que conformarse con el subcampeonato.

El 7 de octubre de 2002 el club Pachuca le ofreció un emotivo homenaje en el estadio Hidalgo, previo a un partido ante el Atlante, en el que el presidente de los Tuzos, Jesús Martínez, le entregó una charola conmemorativa, además de 100 mil pesos y 20 por ciento de la recaudación por la taquilla.

Mas adelante, el 6 de enero de 2003, Horacio Casarín recibió otro reconocimiento, ahora de los clubes América y Necaxa en el estadio Azteca, donde recibió una placa y los ingresos recaudados en la taquilla para apoyarse en la lucha contra el mal del Alzheimer que padecía.

Su esposa, María Elena King, su compañera en 60 años de matrimonio, murió hace dos meses también en esta ciudad.

 
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