Dirá adiós a su público con dos funciones dentro del ciclo Sólo mujeres
Con 37 años de carrera, Lilián Rozen se retira del escenario, pero no de la danza
Depurar la técnica, leit motiv de la bailarina, para quien ese arte ''es luz en vida, es todo''
Ampliar la imagen Los bailarines "vamos al rev�de la naturaleza del cuerpo humano y eso es lo m�dif�l", considera Lili�Rozen FOTO Cortesia INBA
Desde hace 37 años es bailarina de ballet y su trayectoria en el mundo de la danza se ha caracterizado por su dedicación para depurar la técnica. Para Lilián Rozen ha llegado el momento de retirarse del ámbito profesional.
Ha dedicado su vida a la danza y eso se nota en el brillo de sus ojos. Cada mirada delata su vocación. Está contenta por haber logrado su mayor sueño: bailar. Comenzó sus estudios a la edad de nueve años y nunca ha dejado sus clases de ballet. Rozen no abandonará la danza, sólo los escenarios.
Para Lilián es muy importante retirarse a tiempo antes de que ese cambio en sus movimientos se note. Preocupada por la técnica y fuerza dramática que pueda proyectar al espectador, prefiere dejar ahora su carrera profesional.
''Sabes perfectamente cuándo debes tomar la decisión. Tienes que saber retirarte a tiempo y con gusto; tengo 37 años de mi vida bailando y han sido muy gratificantes y suficientes para lo que esperaba."
Retos y deseos alcanzados
El artista tiene una sensibilidad especial, por eso Lilián desde las ocho de la mañana llega a la Escuela Nacional de Danza Folclórica para ensayar. Después de varias horas, se encuentra junto a la barra de ballet, relajada y con sus zapatillas de punta, lista para rememorar aquellos años de funciones y ensayos con el Ballet de José Silva, el Bath-Dor de Israel y el American Ballet de San Diego, California.
Con una sonrisa dibujada en el rostro, la bailarina recuerda el Día Internacional de la Danza en el Palacio de Bellas Artes, en 1994, fecha en que debutó como solista.
''Estrenamos Carmen; fue una experiencia diferente, maravillosa, porque estaba sola en el camino después de haber bailado con otras personas. Fue una prueba para mí y advertí que podía hacerlo sola y no tenía que cortar mi carrera dancística al estar sola en el camino."
Más escenas se escapan de su mente. Retos y deseos que ha alcanzado. Sólo queda la disciplina de todos los días, sin importar el dolor del cuerpo que dejan las rutinas. Se trata de algo maravilloso que no puede parar.
Un día en la vida de la bailarina comienza a las cinco de la madrugada; en su alimentación incluye jugos naturales. Se prepara para llegar a clase de las ocho y continuar con el ensayo hasta el mediodía. Durante el resto de la jornada procura estar lo más descansada posible.
''Así se repiten los días por meses. Todos son iguales y con deseos de superación. Vamos depurando la técnica", comenta.
Sobre el arte de bailar, Rozen abunda: ''El cuerpo humano está hecho de un modo y la danza clásica es totalmente diferente. Los bailarines vamos al revés de la naturaleza del cuerpo humano y eso es lo más difícil".
Sus frases, sus gestos y el movimiento de sus manos develan su amor por la danza. Su delicada figura descansa en la duela del salón, mientras sostiene que los años recientes han sido los mejores como bailarina, pues es muy importante la madurez.
''Ser mujer implica mayor expresividad, y a diferencia de las jovencitas que tienen otras facultades de nacimiento, la madurez permite expresarse mejor en un escenario y creo que manifiestas tu danza de otra manera."
Desde que conoció a la maestra Angelina Flores, Rozen ha estado bailando y se ha presentado en diversos lugares.
''Ambas tenemos el mismo deseo de superación y de trabajo todos los días. La danza es algo que existe todo el tiempo adentro de mí. Es luz en vida. Es todo."
Para despedirse de su público, Rozen se presenta hoy sábado y mañana, a las 19 y 18 horas, respectivamente, dentro del ciclo Sólo Mujeres, en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte).
La bailarina se presentará con el programa Hechizo de luna, integrado por las coreografías En tres por cuatro, Murmullos del alba y Suite española, de Angelina Flores. Con estas piezas, Lilián Rozen busca transmitir la alegría de vivir, el gozo personal y la ensoñación como motor de vida.