Usted está aquí: sábado 9 de abril de 2005 Mundo Wojtyla no quería derribar la revolución cubana: Fidel Castro

Discurso de 5 horas para explicar afinidades ideológicas

Wojtyla no quería derribar la revolución cubana: Fidel Castro

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 8 de abril. El presidente Fidel Castro dedicó un discurso de cinco horas en cadena nacional de radio y televisión a explicar su afinidad con el fallecido Juan Pablo II, y argumentó que el pontífice "no traía la intención de derrumbar a la revolución" cuando vino a Cuba en 1998.

En la tercera de sus intervenciones semanales, que antes había dedicado a temas económicos y de política social, el líder cubano relató este jueves que en 1996, cuando ambos acudieron a una reunión de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), encontró una "coincidencia total" entre su discurso y el del jefe de la Iglesia católica. "Era prácticamente lo mismo.

"No ando con oportunismo de ninguna clase ni ando robando méritos al papa Juan Pablo II", añadió Castro en un eslabón más del homenaje del más alto nivel que ha brindado el gobierno de Cuba al líder religioso y que incluyó tres días de duelo oficial y una misa funeral con asistencia del mandatario y otros dirigentes.

La Mesa Redonda Informativa, el programa diario de la televisión que refleja el rumbo de la agenda oficial, dedicó tres emisiones de esta semana a la muerte del Papa, y la prensa escrita y los noticiarios de radio y televisión abrieron amplios espacios al tema.

El viernes, en el museo ubicado al pie de la estatua monumental de José Martí, autoridades civiles y religiosas asistieron a la apertura de una exposición de fotos en las que coinciden Castro y Karol Wojtyla.

En su discurso, el mandatario recordó como "gesto" de su gobierno hacia Juan Pablo II la declaratoria de la Navidad como feriado en 1997, un mes antes de la visita papal.

La festividad católica fue eliminada en el calendario oficial en los años 60, aunque solía celebrarse en la intimidad familiar, pero seis años después de su reinstalación aún se mantiene como día de asueto.

Castro también señaló que en la dirigencia cubana hubo discrepancias con la visita de Juan Pablo II, al que se le asignaba "un papel político negativo" como "instrumento del antisocialismo y el anticomunismo".

Luego, en una metáfora bíblica, señaló: "Creían que la revolución se derrumbaría como se derrumbó la ciudad de Jericó", pero el Papa "no traía trompetas y no traía la intención de derrumbar a la revolución".

Castro recordó que Wojtyla fue "muy crítico" con los desaparecidos estados socialistas europeos, aunque tras la caída del Muro de Berlín el pontífice "se volvió muy crítico del sistema capitalista".

El mandatario precisó su opinión de que fueron los propios errores de las cúpulas de la Unión Soviética y sus aliados, no el Papa, los que llevaron al colapso de esos regímenes. "Si un día el socialismo cubano se derrumba, la culpa no es de nadie más que de nosotros."

El líder cubano consideró "un ultraje" la presencia del presidente estadunidense George W. Bush en el funeral de Wojtyla, "que tanto se opuso a las guerras, que tanto se opuso al orden imperial, que tanto condenó el consumismo y esa guerra brutal de Irak".

También valoró que "han disminuido las tensiones" entre el Estado cubano y la Iglesia católica en la isla, y aseguró que "estamos dispuestos a favorecer la actividad de las iglesias: la actividad legal y leal".

 
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