DESFILADERO
Carta de Andrés a los mercados
Quiénes son los vándalos, quién el estadista
Mañana en el Angel, acto de apoyo al Peje
OMNIPOTENTES MERCADOS: a ustedes que no tienen madre, padre, rostro, casa, principios, honor, decencia, compasión, escrúpulos, sentimientos, ética ni moral, y sí, en cambio, un sistema nervioso por demás inestable, altamente impresionable, que los hace proclives a ahuecar el ala en cuanto la realidad deja de ser como a ustedes conviene, hay algunas reflexiones que me parece indispensable comunicarles.
Muchos años atrás, cuando comenzaba a trabajar como reportero y, para fortalecer mi aprendizaje, visitaba con frecuencia la morgue de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, un distinguido médico forense que me adoptó como oyente en sus clases de criminalística tuvo la bondad de explicarme que cuando una persona intenta quitarse la vida de un disparo de arma de fuego en la boca debe apuntar muy bien al centro de la bóveda palatina para que el proyectil destruya el núcleo central del cerebro; de lo contrario -aún recuerdo aquella terrible advertencia-, "la agonía será larga y el fallecimiento sobrevendrá por asfixia".
Con el desafuero de Andrés Manuel López Obrador, la pandilla que se apoderó del Estado mexicano en 1988 acaba de suicidarse políticamente de un tiro en la boca, pero -como estamos hablando en términos históricos- el balazo todavía no la aniquila por completo; hasta el momento, ya le mató precisamente la boca, de la cual jamás volverá a salir una sola palabra digna de la más elemental confianza. Lo demás, el derrumbe final, se producirá por extinción fisiológica, porque la he-rida es ya incurable como irreversibles serán sus efectos.
Viene a cuento esta tétrica alegoría por motivos que a ustedes, entidades invisibles, y a nosotros, gente buena, laboriosa, amorosa y sencilla, nos conciernen por razones contrapuestas. Us-tedes quieren seguir haciendo negocios en México y a nosotros nos urge iniciar de inmediato la transformación del sistema político, de la economía, de la legalidad. Todos, por desgracia, enfrentamos un inconveniente en común -ustedes lo llaman "riesgo-país", nosotros estamos empezando a decirle "dictadura"-, y éste bien puede ser descrito en menos renglones de los que caben en las cuatro columnas de esta plana.
El autodenominado "gobierno del cambio", que ascendió al poder en 2000 con la misión de culminar de otro modo el saqueo nacional iniciado por el PRI en 1982, se ha convertido en el "gobierno de la revancha". Heredero del pensamiento salvaje de los conservadores rurales del Bajío, que se sienten agraviados desde que México se independizó de España, Vicente Fox, en lugar de Presidente, ha elegido actuar como instrumento de un rencor que se prolonga ya durante casi 200 años.
Si a la incomprensión de su papel histórico añadimos la evidencia de un romanticismo pernicioso, con efectos alucinantes (agravados por el Prozac) que alteran su percepción de la realidad, tenemos entonces, al frente del complejo aparato del Estado, a un sexagenario que en el terreno emotivo se conduce como un adolescente enamorado de una mujer mayor que él, y estimulado por ella comete errores de escándalo.
Sólo así puede explicarse, a la luz de la psiquiatría, de la economía y de la política, el comportamiento presidencial de las dos semanas recientes. Después de impulsar el derrocamiento de López Obrador durante muchos meses, de comprar sin pudor la complicidad de la Suprema Corte y de la Cámara de Diputados, de acaudillar a los medios electrónicos fomentando el odio entre los habitantes de la ciudad de México, Fox no tuvo empacho en mostrar su felicidad cuando el viernes antepasado en Mazatlán le avisaron que tres legisladores salinistas -Rebeca Godínez, Francisco Frías y Alvaro Elías Loredo- habían resuelto por consigna que procedía el juicio en contra de Andrés Manuel.
Eso, repito, omnipotentes mercados, ocurrió el antepasado viernes 1º de abril. El lunes 4 ustedes reaccionaron en consecuencia y la bolsa mexicana cayó un punto, mientras los diarios más influyentes del globo (no en vano son ustedes quienes los controlan) expresaban su alarma por la insensatez de Fox. El martes 5, a medida que las críticas mundiales arreciaban por el increíble despropósito, la bolsa se hundió tres puntos más que la víspera, mientras Merryll Linch anunciaba un aumento del riesgo-país. Y el miércoles 6, mientras Fox reía a carcajadas como un psicótico desde el podio de un acto oficial, la bolsa perdió otro punto, a la vez que una fantasmagórica asociación llamada México en Paz AC ocupaba en todos los canales de la televisión los pocos espacios que dejaban libres las exequias del Papa y lanzaba mensajes tales como ése de "un gobernante que nada teme no tiene por qué temerle a su desafuero", que no era sino una cara más del diamante de la provocación atizada por los hombres más cercanos al delirio del "Presidente".
Como a ustedes, mercados, les consta, la gigantesca manifestación de apoyo a López Obrador efectuada muy temprano en la mañana del jueves 7, puso en claro muchas cosas. Una, que lejos de estar en pleno uso de sus facultades intelectuales, Fox no vaciló un momento en promover una crisis política y económica de proporciones ma-yores, y que dominado por la irresponsabilidad huyó del país cuando estaba a punto de estallar la pólvora. Dos, que en consonancia con la incapacidad mental del Ejecutivo, Santiago Creel, otro heredero ideológico del porfirismo, alentaba el terrorismo televisivo y nada hacía por atenuar el clima de en-frentamiento que estaba poniéndolo to-do en riesgo.
Tres, que agazapados tras la palpable estupefacción de los más encumbrados funcionarios públicos panistas, a quienes solapaba con su disciplinado silencio el resto del gabinete, algunos de los máximos facinerosos del PRI (Roberto Madrazo, que debe incontables delitos electorales, Emilio Chuayffet, corresponsable directo de la matanza de Acteal, y Manlio Fabio Beltrones, vinculado al complot que le aseguró absoluta impunidad a los asesinos de Luis Donaldo Colosio) aceitaron la maquinaria legislativa en San Lázaro para cumplir con su cuota histórica en la destrucción de las instituciones democráticas mexicanas.
Y, cuatro, que todo ello se hizo de principio a fin con la complicidad del presidente de la Suprema Corte, quien tenía la obligación constitucional de "armonizar" entre las autoridades en pugna y jamás lo hizo.
Pero, cinco, el discurso pacifista de López Obrador, su habilidosa conducción de las masas que lo apoyan, les permitieron ver a ustedes, mercados, quiénes son los vándalos, quiénes los incompetentes para desempeñar las altas funciones del gobierno, quiénes los fanáticos borrachos de poder que no saben usarlo sino en beneficio de sí mismos, quiénes los partidarios de la fuerza bruta, quiénes los que carecen de argumentos para convencer a nadie, y por otra parte, quién es el estadista que posee la capacidad de enfrentar una crisis prolongada sin quebrantarse en lo personal ni cometer excesos o tonterías en lo público, y quién emerge de este proceso como un factor clave para la estabilidad nacional, rodeado por la sólida madurez política de un pueblo dispuesto a todo, tanto a luchar pacíficamente bajo la batuta de su verdadero líder, como a responder con violencia extrema si éste por un error de cálculo fuese eliminado.
El mensaje que Andrés Manuel López Obrador les envió ayer no puede ser más transparente. Si ustedes, mercados, desean seguir haciendo negocios en México, evitar que una catástrofe económica en este país perjudique sus intereses en otras plazas de América Latina, impedir que un muy posible efecto Prozac desate una crisis bursátil en el mundo, pónganse muy truchas, utilicen sus influencias, muevan los hilos mágicos que sólo ustedes poseen, amárrenle las manos a las bestias, que nosotros, resistiendo con firmeza, imaginación y alegría, haremos la parte del trabajo que nos toca, nutridos por la fuerza de una certidumbre que a ustedes no tiene por qué causarles "nerviosismo": vamos a ganar.
Pinochet y el correcaminos
Cuando el martes 11 de septiembre de 1973 el general Pinochet derrocó al presidente Salvador Allende, la televisión chilena se unió en cadena nacional y durante varios días transmitió únicamente caricaturas del Correcaminos. Aquí, a la televisión mexicana le cayó del cielo la muerte del Papa, cuya agonía, muerte, velorio, funerales y ahora, como exige López-Dóriga, "inmediata beatificación", han minimizado la di-mensión histórica del golpe foxista.
Tal vez sin proponérselo, ese poder fáctico actuó en función de los propósitos de López Obrador, contribuyendo a que el desafuero no suscitara una histeria de masas, algo que sin duda ansiaban Fox, Creel y sus compinches.
Pero si alguien pensaba que tras la evidente incapacidad política del panismo el PRI volvería a Los Pinos con su conocida sagacidad, la torpeza de Chuayffet y de Beltrones en la preparación de los documentos legislativos que destituyeron ilegalmente a López Obrador, confirma la muerte cerebral de la pandilla salinista.
En este contexto, la semana que termina vio el nacimiento de un bloque de masones de todos los ritos, que el miércoles, en una rueda de prensa encabezada por Karla Vázquez, de la Organización Masónica Mexicana, y Estela Saravia, del Rito Nacional, entre otros, anunció que formará una cadena de salud, unión y fuerza para acompañar al Peje de gobierno al juzgado en donde pronto -pero quizá no muy pronto, ello puede postergarse hasta finales de abril- sus dementes adversarios lo encarcelarán.
En el ámbito de los microrganismos ciudadanos adscritos al Lado Izquierdo Opositor (LIO), el dirigente de Iniciativa Flor y Canto, Froylán Yescas, invita al público a un acto en la glorieta del Angel de la Independencia, mañana a las 12 horas, para dar 98 vueltas caminando hacia atrás en el tiempo y representar simbólicamente el retroceso de México a 1913, el año en que otro Vic, pero de apellido Huerta, asesinó en las personas de Madero y Pino Suárez a la entonces también incipiente democracia mexicana.
Y hablando de otros mercados, ayer a las calles del Distrito Federal se incorporó una nueva mercancía: camisetas estampadas con la foto de López Obrador y una leyenda que afirma: "¡Te queremos desaforadamente!"
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