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Kinsey. El científico del sexo
Por Fernando Mino
Una
de las secuencias de la cinta Kinsey muestra una cena en el jardín de una
casa típica estadounidense en los años cuarenta. A la mesa el padre, la madre
y los tres hijos del matrimonio: un idílico cuadro familiar. El padre pregunta
a su hija mayor, con toda naturalidad, si tiene relaciones sexuales con su
novio; ella responde que aún no, que esperará hasta entrar a la universidad.
La madre se sirve otra ración del tazón al centro de la mesa, mientras la
otra hija pregunta si ella también puede tener relaciones sexuales. El padre
responde que sí, cuando tenga una relación estable, como su hermana. El hijo
varón pide, incómodo, cambiar la conversación, lo que provoca una riña con
el padre, Alfred Kinsey (Liam Neeson).
En aquella
época, Kinsey, académico de la Universidad de Indiana, estaba enfrascado
en el proyecto de su vida, un estudio científico sobre las prácticas sexuales
de la sociedad de su época. La investigación, que lo llevó por todo Estados
Unidos realizando encuestas a todos los voluntarios posibles, reveló que
prácticas como la masturbación, el sexo oral o la homosexualidad eran una
constante en la vida de los estadounidenses.
De ese trabajo derivaron dos libros: Comportamiento sexual en el hombre (1948) y Comportamiento sexual en la mujer
(1953), hitos en la investigación en la materia --además de best sellers
instantáneos con traducciones a 11 idiomas-- y antecedentes directos, no
sólo de la revolución sexual de la década de los años sesenta y setenta,
sino de la lucha por los derechos civiles, en la medida en que pusieron sobre
la mesa la diversidad cultural de una nación que hasta ese momento se había
visto --a través de la invisibilización de los otros-- como una nación homogénea.
En la investigación de Kinsey hay datos tan reveladores como que 37 por ciento
de los varones estadounidenses había tenido, al menos una vez, una relación
sexual con otro hombre.
Con guión y dirección de Bill Condon (Dioses y monstruos,
sobre la vida del director de cine de horror James Whale), Kinsey explora
la batalla por desenredar lo que por siglos se ha querido ver como una sola
cosa: sexualidad y moral.
De ser un adolescente
cargado de culpas por masturbarse, Alfred Kinsey avanza, al paso de sus investigaciones,
en la construcción de una vida sexual libre, que no pocas veces choca con
la moral impuesta, en el seno de su sólido, y aparentemente convencional,
matrimonio. Preocupado por recabar más y más datos, Kinsey observa y analiza
hechos (intercambio sexual de parejas, relaciones sexuales filmadas, sexualidad
infantil) que abren la puerta a los ataques conservadores, los que complican
el desarrollo de sus estudios, pero también le ofrecen nuevas perspectivas
de análisis.
En el conjunto, el gran aporte de
Kinsey se sintetiza en el testimonio de una mujer madura (Lynn Redgrave)
que gracias a los libros del investigador aceptó su propia sexualidad e inició
una feliz relación con otra mujer. Libertad de ser, hacer y decidir a quien
amar.
La cinta es uno de los estrenos del fin de semana pasado. Consulte cartelera.
Kinsey. El científico del sexo (Kinsey. Let's Talk About Sex)
Director: Bill Condon.
Estados Unidos, 2004
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