Entrevista con el creador de imágenes claves en la historia contemporánea de México
¿Cómo evitar el desaliento?, con pasión e interés, responde Héctor García
Este jueves presentarán en Bellas Artes un libro que recoge una selección de su obra
Coeditado por Turner, el CNCA y DGE/Equilibrista, también se mostrará en España
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Fotógrafo ''loco'' que día y noche, a lo largo de 60 años, ha accionado el botón de su cámara, es como Héctor García (DF, 1923) se refiere a su persona. ¿Cómo mantener el ánimo en alto y nunca desalentarse? Con pasión, con interés, responde el Premio Nacional de Artes 2003, oriundo de la Candelaria de los Patos.
Dicha pasión ha producido un archivo de alrededor de 2 millones de piezas, entre negativos e impresiones, de los cuales 160 fueron seleccionados para el libro Héctor García (2004), coedición de Turner Publicaciones, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y DGE/Equilibrista, que será presentado el jueves 7, a las 19 horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
La siguiente presentación será en junio, en Madrid, en el contexto de Foto España, donde habrá una exposición del autor de imágenes célebres, como la de David Alfaro Siqueiros en Lecumberri. Después la muestra viajará a Barcelona y París, ciudades donde también se dará a conocer el libro.
Del riel a la fotografía
Héctor García empezó su carrera de ''fotógrafo loco'' después de graduarse con Manuel Alvarez Bravo en la Academia de Artes Cinematográficas. Hace unos años, García manifestó a La Jornada que su interés por la cámara se remontaba a sus años estudiantiles. Ingresado al Instituto Politécnico Nacional (IPN) con la esperanza de ser ingeniero, recordó la lucha emprendida por sus compañeros para imponerse ante el estudiantado de la Universidad Nacional Autónoma de México:
''A mí me tocó hacer un periódico mural en el pizarrón de la escuela. Después se hizo en hojas que se repartían en las dependencias del IPN de los estados. Allí se hablaba de que los universitarios saboteaban mucho la tarea del Politécnico. Salíamos a protestar y siempre nos echaban encima la caballada a cuya cuenta corría la seguridad y el orden de la ciudad, pero con machetes. Entonces los machetes los llevaban los de la caballada.
''Los bomberos también nos echaban chorros de agua para temperar nuestro ardor. Veía que en medio corrían personas con unos aparatos en las manos. Al fijarme más, vi que eran fotógrafos. Por allí estaban los hermanos Mayo y Casasola. Después, puse más ojo y vi en los quioscos los periódicos que tenían fotografías de todos esos acontecimientos. Recorté las fotos y las pegué en el pizarrón, pero después me cayó una camarita. Tomé las fotos, las amplifiqué; así fue como empecé.''
Alrededor de 1946 don Héctor tuvo la posibilidad de irse a Estados Unidos para trabajar en el riel, traer dólares y continuar con sus estudios. Su aventura de bracero lo llevó a Maryland. Estaba cerca Nueva York y, como tenía un pase ferroviario de la compañía, en el poco tiempo libre que tenía los sábados por la tarde García tomaba el tren a la Gran Manzana, donde estudió en una academia comercial. Lo que lo empujó a hacerlo fue un suceso trágico: ''A un compañero se lo llevó el tren. Tomé fotografías, pero salieron veladas por el resplandor de la nieve, donde habían quedado sus restos. Quedé decepcionado porque no se veía nada de lo que había querido testimoniar''.
García pudo haberse quedado en Estados Unidos, porque tenía papeles y ''me daban bien de desayunar y ropa''. De regreso a México, sin embargo, dice haberse parado en una esquina de la Catedral, donde ''hice la cuenta de lo estadunidense, que comparé con lo de acá, y decidí quedarme con México''.
La entrevista se desarrolla en la cantina El Nivel, en el corazón del Centro Histórico, don Héctor con su sombrero de fieltro café y su cámara Olympus en el bolsillo, se confunde con un personaje de ese México retenido en sus fotos.
Respecto de la necesidad de difundir aún más la fotografía mexicana en el mundo, García lanza una petición que consiste en instar, por ejemplo, a Gabriel Orozco, que también hace fotografía, a que apoye a los del gremio en la divulgación de su trabajo.
En cuanto a la edición del libro, don Héctor informa que el fallecido escritor Juan García Ponce se lo encargó a su hijo Juan García Oteyza, de editorial Turner. Este, por su parte, explica que la selección de fotos correspondió a Alfonso Morales, quien curó la exposición en el Centro de la Imagen y, por tanto, tenía ya muy avanzada la investigación; Pablo Ortiz Monasterio, Paulina Lavista y el propio Héctor García.