Oscurece
Con el dictamen de la sección instructora, favorable al desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, el espacio político del país se oscurece. El próximo jueves, al constituirse en jurado de procedencia, la mayoría parlamentaria previsiblemente aprobará ese dictamen, y la oscuridad continuará avanzando. Los políticos serán cada vez menos capaces de ver el escenario futuro que están construyendo y los pocos ladrillos que la sociedad mexicana había puesto en la construcción de una democracia, pueden volverse ruinas.
El PRD, afectado también por la oscuridad, bien puede tomar medidas desesperadas que den armas a sus opositores: el PRD no es un partido realmente convencido de la profunda necesidad del imperio de la ley; hará "política", movilizará masas y procurará lo necesario para una confrontación social y política que contribuirá a volver ruinas nuestra incipiente democracia.
La alianza del PRI y del PAN para impedir que López Obrador sea candidato a la Presidencia de la República es políticamente legítima. El artilugio dizque jurídico que están utilizando no lo es. Lo cree así un número rápidamente creciente de ciudadanos mexicanos, aun aquellos que, como el autor de estas líneas, están persuadidos de que una presidencia lopezobradorista es un grave riesgo para el futuro de la nación, en términos económicos, en términos político-democráticos, en términos del derecho como instrumento de una vida civilizada.
López Obrador ha dado muestras mil de que su particular punto de vista sobre la justicia social está por encima de la ley y de los procedimientos de gobierno reglamentarios. Cuando ha sido necesario, ha creado, a través de una Asamblea sumisa -al más puro estilo del viejo PRI-, disposiciones legales a modo. El riesgo de una autocracia y de un (no tan ilustrado) despotismo, erigido en nombre y representación de "los humildes", encabezado por AMLO, parece muy alto. La posibilidad de que se concrete existe: "los humildes" suman millones y fácilmente convergirían con el discurso de López Obrador: "en bien de todos, primero los humildes" al margen de cualquier procedimiento legal si fuere necesario. La desigualdad inadmisible de este país lo condiciona estructuralmente: primero la justicia social; de la democracia y de la legalidad, después hablamos: es el sentir de las masas, es la posición ideológica central del tabasqueño.
Así el país enfrenta un espacio cada vez más oscuro. Con el PRI o con el PAN, para la mayoría de este país seguramente el futuro no puede ser sino más de lo mismo, o peor. Esa es su experiencia de vida concreta. El gobierno del cambio no cambió, sino agravó la más sentida de sus vivencias: la justicia social no llegará nunca. Entre tanto, López Obrador regala dinero a los "viejitos", cuadernos y lápices a los niños de la escuela elemental, otorga algunos servicios médicos gratuitos, regala espectáculos en el Zócalo (pan y circo), es decir, "garantiza" con hechos que el suyo sería un gobierno a favor de los pobres. Sostiene que recursos hay: disminuir los salarios de los funcionarios públicos y renegociar el Fobaproa. Pero aún no presenta la aritmética de su propuesta. Un discurso facilón, extremadamente simplista y lejano a la complejidad del país actual en el marco de un mundo globalizado, pero bien recibido -y "probado" con hechos- por las mayorías empobrecidas.
Más de los mismo, o autocracia populista, son hoy las alternativas de la nación. La eliminación arbitraria de un proyecto previsiblemente autocrático y la respuesta del PRD, que se defenderá con todo, provocan necesariamente en cualquier analista mínimamente objetivo un pesimismo creciente, mientras mira cómo la luz disminuye y la oscuridad va tomando su lugar.
La vía por la que se busca eliminar a López Obrador, además, desembocaría en una Presidencia de muy escasa legitimidad. De la ilegitimidad a la ingobernabilidad -entendida como el desconocimiento por las mayorías de las reglas estructurales básicas del juego y de la organización actuales de la sociedad- no hay sólo un paso, sino varios, pero susceptibles de ser andados, sobre todo si pensamos en un PRD arrebatadamente beligerante (cuestión inscrita en el estilo de este partido).
La fracción priísta aún puede detener una dinámica social y política de graves riesgos que seguiría por necesidad al desafuero. López Obrador tiene razón: que le ganen en las urnas; sean capaces priístas y panistas de demostrar a la sociedad que no habrá más de lo mismo y que el del tabasqueño sería un gobierno autoritario y sin proyecto para el desarrollo de una sociedad compleja como la mexicana, inscrita en un proceso de cambio mundial de aún mayor complejidad. Sean capaces de ganar el poder por la persuasión de los electores y el convencimiento efectivo de que cuentan con proyecto propio, y no por una eliminación política disfrazada de legalidad. Dense cuenta ya de que la máscara está a la vista de todo el mundo.