Usted está aquí: domingo 3 de abril de 2005 Opinión Fin de una era contradictoria

Editorial

Fin de una era contradictoria

Juan Pablo II, el Papa polaco, fue elegido por sus pares para hacer frente a un mundo que ya no existe, y terminó en otro que no había querido ni soñado. Arma de guerra anticomunista, colaborador en la cruzada contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas al lado de Margareth Thatcher y de Ronald Reagan, terminó su vida como opositor de George W. Bush, de las políticas neoliberales, de la "guerra preventiva", la invasión de Irak y la opresión del pueblo palestino por el Israel de Ariel Sharon, todo lo cual no es más que el desarrollo de las políticas de sus aliados del pasado.

Coherente en sus posiciones, la situación mundial se movió tanto que sus ideas y posiciones de derecha terminaron en la izquierda. Como buen polaco, durante la invasión nazi combatió no tanto al nazismo, sino al ocupante alemán. Y, como buen polaco, se opuso también a los agentes burocráticos locales del histórico opresor ruso, aprendiendo a negociar con ellos y, al mismo tiempo, a manipular a fondo el peculiar catolicismo mariano de su país como arma nacionalista y anticomunista.

Así, en los tiempos de la guerra fría, combatió en Brasil, en Nicaragua y en Italia misma a los grupos que se inspiraban en el Concilio Vaticano II, organizado años antes por Juan XXIII, "el Papa bueno". Y trató de borrar los efectos de la política reformista y aperturista de este importante antecesor, homogeneizando el aparato eclesiástico en torno a la derecha y, en particular, al Opus Dei, de cuyos militantes se rodeó y cuyo jefe, militante franquista, canonizó.

En Italia, donde el Vaticano es una potencia política, apoyó por supuesto a la derecha de la ex democracia cristiana en su alianza con la mafia, cuyas finanzas fueron administradas conjuntamente con las del Vaticano por Michelle Sindona, asesinado en una cárcel de alta seguridad.

Pero el derrumbe de la Unión Soviética y de los partidos comunistas más poderosos de Occidente (como el italiano) modificó sustancialmente la situación del orbe, y las políticas neoliberales del capital financiero mundial amenazaron no solamente el poder material de la Iglesia católica, sino también su propia base espiritual. En nombre de la guerra al individualismo, al egoísmo, al hedonismo; en nombre de la idea de una sola humanidad (pensamiento antirracista), de la necesidad de la caridad (que está contra el predominio de las leyes del mercado), de la oposición al derramamiento de sangre y la guerra, el papa Juan Pablo II se opuso a Bush y al neoliberalismo, lo que le significó tener más eco popular a escala mundial.

En el campo de los derechos civiles y humanos (despenalización del aborto, legitimación del divorcio, separación entre la Iglesia y el Estado) mantuvo sin embargo su línea ultraconservadora de siempre, pero en el tema de los derechos sociales, que son también derechos humanos, criticó al capitalismo neoliberal, no desde el punto de vista de un anticapitalismo renovador, sino desde el del precapitalismo y, así, encontró vasto eco social en los sectores más pobres de la población, para los cuales la paz, acabar con el hambre y con la opresión son problemas urgentes.

Este nuevo papel geopolítico lo opuso a Washington: avaló por ejemplo al gobierno cubano, visitando la isla, aunque lo hizo también para hacer de la jerarquía católica local el eje de una posible alternativa pacífica poscastrista, y llevó a los fieles católicos a manifestarse en todo el mundo contra la agresión estadunidense a Irak (a pesar de que la misma era apoyada por los ultracatólicos conservadores que, aliados a los fascistas, gobiernan en Italia).

Durante sus últimos años, Wojtyla intentó reforzar el sector conservador de su Iglesia para asegurar su sucesión. Pero la Iglesia está dividida, ya que hay un sector reformista que intenta tener en cuenta las realidades (y las movilizaciones sociales), mientras los herederos de Pío XII, el Papa fascista, y del primer Juan Pablo II tratan en cambio de blindar su aparato a costa de su relación con la sociedad. ¿Cuál de los dos sectores predominará? El desenlace de esta vieja lucha lo conoceremos dentro de pocos días. Cualquiera sea, podrá tener fuerte influencia política a escala mundial.

 
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