LA MUESTRA
Whisky
Cinta uruguaya de Stoll y Rebella
Ampliar la imagen
Una escena de la cinta de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella
LA CINTA URUGUAYA Whisky, de los jóvenes Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella fue una de las mejores sorpresas en el reciente Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la ciudad de México (Ficco) y también en el de Guadalajara, donde conquistó el premio a la mejor película iberoamericana. A escala internacional, la premiación ha sido múltiple y muy parejo el entusiasmo. Algo parecido, aunque en grado menor, suscitó hace dos años 25 watts, la ópera prima de estos cineastas.
EN UNA CINEMATOGRAFIA latinoamericana dominada por la solemnidad, la verbosidad, el acartonamiento, el reflejo melodramático, y la esforzada aclimatación a novedades técnicas de hace 20 años, no podía dejar de sorprender, y seducir, la sencillez y contención dramática en el recuento de tres existencias ordinarias, que viven situaciones igualmente sin brillo, de las que se desprende sin embargo una emotiva historia de amor y, al mismo tiempo, las múltiples variaciones del desencuentro afectivo.
DOS HERMANOS JUDIOS, Jacobo Köller (Andrés Pazos) y Herman Köller (Jorge Bolani) vuelven a verse en Montevideo luego de una larga separación. Ambos son fabricantes de calcetines, pero Herman vive casado y exitoso en Brasil, en tanto Jacobo vegeta en la rutina laboral (poco próspera, por cierto) de un solterón negado a cualquier fantasía. Para guardar las apariencias, Jacobo pide a su empleada de confianza, Marta (Mirella Pascual, formidable) -como él cincuentona, como él apenas expresiva-, se haga pasar por esposa suya, y viva en su casa unos días, el tiempo de atender al hermano.
ESTA SITUACION, PRESENTADA de modo minimalista, con el tono seco y agridulce de alguna película del finlandés Aki Kaurismaki (Lejos se van las nubes, por ejemplo), evita el tono melodramático, el costumbrismo fácil, y cualquier tinte pintoresco. En la pequeña fábrica de calcetines Köller, los trabajadores cumplen ritualmente sus faenas, se despiden siempre de la misma manera ("Hasta mañana, si Dios quiere"), tienen la radio como única distracción, y pocas esperanzas de promoción en una empresa que apenas sobrevive con productos de calidad más que dudosa. La llegada del hermano Herman es una bocanada de vitalidad en el grisáceo orden doméstico de Jacobo, y para la desesperanzada Marta toda una revelación.
LA CRISIS ECONOMICA, la cancelación de oportunidades laborales, el porvenir incierto de las pequeñas empresas, todo esto, y su reflejo en el estado de ánimo de dos personajes próximos a la jubilación, o al total desamparo en la tercera edad, es la vigorosa materia temática de Stoll y Rebella, realizadores de 30 años. Las anotaciones humorísticas son originales, desde los múltiples gags visuales hasta el asombroso talento que tiene Marta de decir a su antojo las frases al revés. Hay un ingenioso uso de la elipsis narrativa, con situaciones presentadas a medias, en un cuarto de hotel o en una piscina, y que avivan la imaginación del espectador y confirman la malicia de los directores. Un desenlace abierto señala también que la cinta brinda excelentes trazos de personajes y situaciones, rápidas vistas a una ciudad a la vez monótona y cálida, sin detenerse demasiado en las definiciones, y menos aún en los mensajes. Esta economía narrativa, esta contención verbal, rasgo poco común en el cine iberoamericano al norte del cono sur, tiene como contrapunto una intensidad dramática en los gestos y actitudes de los personajes, sobre todo en ese perfil tan entrañable que ofrece en definitiva Marta, la empleada perfecta, la que con mayor inocencia y energía responde a las opciones de una circunstancia venturosa.
WHISKY ES UNA de las mejores revelaciones del cine uruguayo, un cine discreto, poco prolífico, pero con talentos capaces de eclipsar a muchas pretenciosas producciones del Norte.
WHISKY. CINETECA NACIONAL. Domingo 3: 12, 16, 18:30 y 21 horas; lunes 4: 13, 16:30, 19 y 21:30 horas.