Usted está aquí: sábado 2 de abril de 2005 Cultura ''Onetti estaba harto de ser ese personaje que escribía bien'', expresa su viuda

Dorothea Muhr inauguró la muestra del autor de Juntacadáveres en Montevideo

''Onetti estaba harto de ser ese personaje que escribía bien'', expresa su viuda

Mi esposo era gran admirador de Juan Rulfo, colega con el que más se entendió, dice

AFP

Ampliar la imagen Juan Carlos Onetti FOTO Archivo

Montevideo, 1º de abril. ''El mismo decía: 'Yo odio a Onetti, no me interesa ese personaje'. Estaba harto de ese escritor que escribía bien y al que la gente quería ver. El era otra cosa. Era Juan'', manifestó su viuda, Dorothea Muhr, Dolly.

''Y yo también sentía eso. Mucho'', dijo Dolly, argentina de origen inglés y alemán, la cuarta esposa del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, con quien vivió 40 años, hasta la muerte del autor de Juntacadáveres en una clínica de Madrid, el 30 de mayo de 1994.

Pese a que ''fue de un gran humor, Juan tenía depresiones espantosas. En los últimos años se encerró mucho. Los escritores son así. Cuando bajan, vos bajás con ellos, y cuando ellos subieron, todavía estás abajo. Hay que saber adaptarse y entenderlo'', dijo esta mujer alta que permite imaginar su belleza en la juventud.

Dolly, quien vive entre Buenos Aires y Madrid, vino a Montevideo para inaugurar el jueves la exhibición, por dos meses, en el Centro Cultural de España, de los archivos de Onetti, con manuscritos, fotos, cartas y primeras ediciones, que la viuda donará a la Biblioteca Nacional de Uruguay.

Con cabello gris y ojos celestes con una transparencia que delata el paso del tiempo, Dolly dice que sus primeros años de viudez ''fueron muy difíciles''.

''Estaba todavía trabajando en la orquesta sinfónica de allá (Madrid), por suerte. Durante dos años me aferré al trabajo, que me salvó. Tocaba el violín'', dice.

''Poco tiempo después de que murió Juan hice la huida hacia adelante. Viajaba mucho y me fui a Inglaterra. En Trafalgar Square hay una iglesia famosa y entré; una clarinetista tocaba una obra de Schumann, y me vino un ataque tan terrible, un dolor, porque a cada uno le toca a su tiempo, y me tiré contra una pared'', relata.

''Ese fue el único momento en que perdí el control, una sensación así, de darme cuenta que (Juan) no estaba''.

Penurias económicas

Dolly, quien se dedica a la composición y la armonía, conoció a Onetti ''hace mil años, en Buenos Aires. Yo caminaba por una calle con un violín, tenía 18 años.

''El iba con su tercera mujer (Elizabeth María Pekelharing), una holandesa,justamente habíamos ido al colegio juntas. Entonces él dijo algo así: 'mirá esa ricura' y la holandesa: '¿querés que te la presente?', y me presentó; después estuvimos en el mismo grupo durante muchos años y al final, cuando se separó, nos casamos'' en Montevideo.

En Uruguay, adonde Onetti regresó desde Buenos Aires en 1955, pasaron penurias económicas.

''Vivíamos en la calle Gonzalo Ramírez (en la zona sur de Montevideo) en un piso chiquitísimo, yo tabajaba en (la orquesta del) Sodre y él en el municipio.

''Cuando fuimos a España iba con una beca y ahí, con Carmen Balcells, la agente de Juan, que es un genio, la misma que está con Gabo (Gabriel García Márquez)'', las cosas mejoraron mucho.

''Juan le tenía terror, porque si escribía una carta, le decía: 'donde escribas una cosa más sin preguntarme antes, te mando a la merde', directamente'', evoca.

''Lo sacó a Juan (adelante). Acá (en Montevideo) no vendía nada''.

Su editor, prosigue Dolly, lo ''venía a ver con dos botellas de vino y un pollo asado, y decía: 'Juan hemos hecho una nueva edición, mirá, tomá esto. Eso era el pago''.

De su relación con otros escritores, dice: ''fue muy amigo de Mario (Vargas Llosa), bueno, no muy amigo porque Mario es muy reservado, pero (en) toda la vida de Juan, Mario estaba ahí, acá o allá.

''Con Rulfo tenía la relación más interesante, pero casi sin palabras. Rulfo era casi mudo. Prácticamente no se hablaban; son los que más se entendieron. Juan era gran admirador de Rulfo.''

 
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