El premio, compromiso para seguir difundiendo el ritmo, expresa Carlos Rodríguez
Pareja mexicana triunfa en el concurso de danzón en La Habana
El certamen, que se efectuó en el Festival 2005, se dividió en las categorías de
mexicanos y cubanos
"Son dos escuelas dancísticas diferentes", concluyó el jurado
La Habana, 30 de marzo. En la penumbra de un salón de baile hundido en un apagón, el ingeniero mecánico Carlos Hugo Rodríguez Espinosa, triunfador del segundo concurso de danzón en Cuba, dijo a La Jornada que el premio le impone un compromiso para seguir difundiendo el ritmo centenario.
El apagón en el barrio de Jesús María, en la parte antigua de La Habana, cortó el domingo el baile, pero no el entusiasmo de los concursantes y el público, que a la luz de una lámpara de emergencia cobijaron la premiación.
Rodríguez, dedicado al comercio de autopartes en Tuxtla Gutiérrez, y la profesora de baile Rocío Margarita Langarica Pulido, obtuvieron el primer premio en la categoría de mexicanos, mientras Ciro Ramos Lugo y Vistalia Rodríguez Pedroso lo hicieron en la de cubanos.
El concurso de baile del Festival Danzón Habana 2005 tuvo que dividirse así, en dos secciones, porque el jurado concluyó que se trata de distintas escuelas dancísticas y no se puede reconocer a una sobre otra.
El festival estuvo dedicado a México y esta vez sólo se inscribieron bailarines de ambos países, que pasaron por cuatro días de eliminatorias para alcanzar un premio simbólico, pero de gran estima.
Pese a su menor difusión, el danzón se mantiene con fuerza en la isla, dice el vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, José Loyola: "Aquí no hay nada que rescatar, aquí hay que promover".
Así parece confirmarlo la nutrida asistencia al concurso en el amplio salón de la Unión Fraternal, el que fuera el principal club de baile para negros y mulatos en Cuba a mediados del siglo pasado y se mantiene como foco del danzón en un barrio popular.
Vieja polémica
La vieja polémica sobre si el primer danzón fue Las alturas de Simpson o El bombín de Barreto ha quedado saldada con una reflexión. El primero, de Miguel Faílde, se considera el fundacional, porque fue interpretado por primera vez en una ocasión especial, el primero de enero de 1879, en el Liceo de la ciudad de Matanzas, aunque el segundo, de José Urfé, marcó en 1910 el perfil cubano del ritmo.
El musicólogo Roberto Zurbano definió al danzón como elemento de "consenso" en Cuba, entre sus precedentes musicales (danza italiana, contradanza y charanga francesas, danzas africanas) y entre el perfil social de sus cultivadores (blancos, negros y mulatos; ricos y pobres).
"No ha dejado de ser el baile nacional, porque está en el principio de la formación de la nación", dijo Zurbano.
En Chiapas, "apenas lo estamos iniciando"
Carlos Hugo y Rocío Margarita ensayan el danzón desde hace tres años. En Chiapas, dice el ingeniero mexicano, "no hay una difusión muy amplia de este ritmo, apenas la estamos iniciando".
Agrega que él y su pareja no han "tenido oportunidad de acercarnos más a otros grupos de personas que bailan, pero lo cierto es que en México, día con día, el danzón tiene más auge, especialmente entre la juventud".
Rodríguez cuenta que en San Cristóbal hay parejas de niños de entre 8 y 12 años que están aprendiendo los dos métodos y sugirió que los mexicanos deberían acercarse más al estilo de la isla: "La técnica cubana no tiene mucha difusión en aquella zona y siento que en México bailamos en forma más académica".
Los expertos señalan, en términos gruesos, que el danzón cubano se identifica con el timbre de la charanga (flauta y violines), se baila con la pareja enlazada y admite movimientos soneros.
En México el danzón suena más rotundo, como los timbales de Acerina, y tiene fugas del tema principal que permiten el baile abierto, los giros y hasta los pasos de fantasía.
Carlos Hugo y Rocío Margarita tienen invitaciones para varios festivales en la isla. Regresan a México más animados aún para diseminar el arrullo imaginado por Faílde y Urfé.