Usted está aquí: miércoles 30 de marzo de 2005 Capital "Les sacaron acusaciones a la fuerza": tío de menores detenidos por el caso Tláhuac

Joel Ulloa asegura que desconocía el paradero de Cayetano, hasta que se entregó

"Les sacaron acusaciones a la fuerza": tío de menores detenidos por el caso Tláhuac

AGUSTIN SALGADO

Joel Ulloa, tío de los dos menores de edad que de acuerdo con la Procuraduría General de la República (PGR) identificaron a 29 personas que participaron en el linchamiento de San Juan Ixtayopan, aseguró que sus familiares fueron obligados a declarar en contra de su voluntad y que la noche del 24 de noviembre del 2004 (día posterior a los asesinatos) fueron trasladados a la agencia de Camarones en calidad de detenidos para "sacarles a la fuerza las acusaciones."

De acuerdo con el testimonio de Joel Ulloa la noche siguiente al linchamiento "por lo menos 20" elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) "forzaron" el portón del predio ubicado en la cerrada de Tamaulipas de la colonia Peña Alta y, luego de "inspeccionar minuciosamente" a cada uno de sus habitantes, detuvieron a los dos menores de edad de nombres Daniel e Iván.

Aseguró que esa noche se encontraba en el domicilio su hermano, de nombre Cayetano, pero que los policías federales "no pusieron mayor atención en él."

En los días posteriores a los hechos de Tláhuac un juez federal otorgó a la PGR una orden de aprehensión en contra de Cayetano Ulloa por su presunta participación en los asesinatos, y apenas el lunes pasado Cayetano, -padre de Daniel y tío de Iván- se entregó "por su propia voluntad" ante el juzgado 17 de distrito del Reclusorio Norte para responder a las acusaciones de doble homicidio calificado, tentativa de homicidio, lesiones y daño en propiedad ajena.

Para la familia Ulloa -quien llegó a San Juan Ixtayopan a principios de la década de los 80-, "no hay duda" que los señalamientos de Daniel e Iván fueron "sacados a la fuerza."

La abuela de los menores, quien acepta desconocer qué fue lo que pasó durante el tiempo que sus nietos permanecieron retenidos por las autoridades, relata que la noche en que alrededor de mil uniformados -entre granaderos de la policía capitalina, efectivos de la AFI y uniformados de la Policía Federal Preventiva (PFP)- ingresaron al poblado de Ixtayopan para detener a 33 personas, el "caos fue total" y "no pudieron hacer nada" para evitar que "se llevaran" a Daniel e Iván.

Los Ulloa aseguran que fue hasta los primeros minutos del 26 que los adolescentes regresaron a su domicilio, "ya que los habían obligado a señalar a sus vecinos", y que luego de que se diera a conocer que fue su testimonio el que inculpó a las personas aprehendidas "las miradas" de los pobladores de Ixtayopan "fueron diferentes."

Con respecto a Cayetano, Joel Ulloa aseguró que desde el 25 de noviembre no sabía de su paradero y que no fue hasta el lunes por la noche en que se "enteró por la televisión" que ya estaba en el área de ingreso del centro de readaptación.

"Ni siquiera sabíamos que tenía una orden de aprehensión; aquí nunca vinieron a buscarlo. No sé si su esposa (Irma Lovaco) se haya comunicado con él durante estos meses, pero desde el 25 de noviembre, ya no vivía aquí. De lo que sí estoy seguro es que no tiene nada que ver. En la televisión se ve claramente que él trata de calmar a la gente".

En torno a la declaración de Cayetano en el sentido de que días antes de los linchamientos una mujer invitó a algunos pobladores de Ixtayopan a integrarse al Ejército Revolucionario Popular (EPR), Joel, dijo no saber nada al respecto e inclusive aseveró que durante su estancia en San Juan nunca "se ha enterado de la existencia de grupos armados en la zona".

Por su parte, la dueña de una papelería, ubicada a un costado de la entrada de la escuela Primaria Popol Vuh, dijo que cada vez se habla menos del asunto y que es "algo que San Juan quiere olvidar."

Sin embargo, las dos cruces levantadas en memoria de los agentes Víctor Mireles y Cristóbal Bonilla -a quienes de acuerdo con el dictamen del Servicio Médico Forense les prendieron fuego aún vivos-, permanecen en su sitio.

Por último la vivienda de Eduardo Torres y La Gorda -aún prófugos de la justicia, y a quienes la PGR identifica como los principales incitadores del linchamiento- permanece deshabitada, y de acuerdo con los vecinos fue un hermano de La Gorda quien aseguró el portón de la casa con una gruesa cadena "para evitar que los robaran."

 
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