Integran nuevo parlamento que deberá evitar una dualidad de poder
Logran en Kirguistán pacto político para iniciar un periodo de transición
El opositor Kurmanbek Bakiyev fue ratificado como primer ministro
Rompimiento de facto con Askar Akayev, quien ostentó el mando absoluto tres lustros
Ampliar la imagen Kurmanbek Bakiyev pronunci� discurso en las afueras del Parlamento de Kirguist� en Bishkek, poco despu�de ser ratificado primer ministro y, en consecuencia, jefe de Estado interino FOTO Reuters
Moscu, 28 de marzo. En medio de la confusión generada tras el cambio de régimen en Kirguistán, la clase política de ese país centroasiático parece haber alcanzado este lunes un entendimiento esencial: el fugado presidente Askar Akayev, tras 15 años de ostentar un poder absoluto como jefe de Estado, es ya irrevocablemente una figura del pasado.
Este parece ser el principal resultado de la intensa negociación que culminó hoy en Bishkek con una serie de decisiones que buscan retomar la senda institucional y evitar una peligrosa dualidad de poder.
Con la exclusión del entorno de Akayev, los distintos grupos políticos de Kirguistán, que representan los intereses de los clanes más importantes de su sociedad tribal, alcanzaron varios acuerdos sorprendentes. Entre ellos:
El parlamento anterior, que sirvió para legitimar la toma del poder por parte de la oposición y cuyo mandato vencía el próximo 14 de abril, cedió hoy sus funciones al parlamento surgido de las cuestionadas elecciones de febrero-marzo, las cuales fueron el detonante de la rebelión popular.
Los líderes de la oposición reconocieron a los legisladores, en su mayoría vinculados al anterior régimen, salvo en el caso de 14 distritos impugnados, del total de 75, en que habrá nueva votación en el plazo de dos semanas.
A cambio, el Parlamento entrante -con la excepción de siete diputados ausentes, incluidos los dos hijos del derrocado presidente-, ratificó al líder opositor Kurmanbek Bakiyev como primer ministro, lo cual lo convierte de modo automático en jefe de Estado interino.
Con esto último, el Poder Legislativo kirguiso de facto rompió con Akayev. Y para formalizar de jure que ya no es el jefe de Estado instaló una comisión mixta, con miembros del Parlamento y representantes de la oposición, para "arreglar los problemas de la transición".
Dicha comisión, entre sus prioridades, se propone negociar con Akayev -quien, según se dice, permanece en el sanatorio de Barbija, en las afueras de Moscú-, que renuncie de modo formal, prometiéndole que tendrá "todas las garantías (de inmunidad) que le concede la Constitución (kirguisa)".
Si Akayev no acepta, "habrá que adoptar una decisión inconstitucional en aras de estabilizar la situación en la república", anticipó Omurbek Tekebayev, presidente del nuevo Parlamento.
Con estos acuerdos se evita también un cisma en la oposición que hasta la rebelión popular carecía de un líder indiscutido. Kurmanbek Bakiyev se aprovechó de la coyuntura para ser el primero en llenar ese vacío, pero el general Feliks Kulov, tras ser liberado de la cárcel, empezó a externar sus antiguas aspiraciones y -para acotar el poder de su mayor contendiente a la presidencia de Kirguistán-, promovió abiertamente que se reconociera la legitimidad del cuestionado Parlamento.
Como ya hizo Bakiyev, Kulov -quien realizó una exitosa carrera en el KGB soviético y ahora está al frente del ejército, la policía y los servicios de seguridad kirguisos-, mandó un mensaje tranquilizador a los gobiernos de Rusia y Estados Unidos.
Afirmó: "Debemos decir sí a los dos" porque "Estados Unidos le da a Kirguistán dinero, pero Rusia le da trabajo".