La compañía circense comenzó su breve temporada en el Auditorio Nacional
Trouppe de mexicanos se lleva el show en el Ringling Brothers
Defensores de animales denuncian afuera del foro supuesta crueldad contra las bestias
Ampliar la imagen Uno de los actos que presentan Los Tav�z
Al amparo del sello del Ringling, empresa de fama mundial, por los siguientes días ocurrirán en el Auditorio Nacional unas convencionales funciones circenses en las que destacan los desempeños de la troupe mexicana de Los España.
Los artistas nacionales, que llevan ya rato avecindados en Estados Unidos, forman la parte medular del espectáculo, que en esta ocasión -que no es la primera vez en el Auditorio Nacional como se afanan y ufanan en pregonar sus publicistas, pues ya en 1957 ahí mismo estuvo una compañía completa- presenta el circo famoso por sus tres pistas.
Un acto sobre las ruedas gemelas giratorias a gran altura, primero, y luego encerrados tres motociclistas en una jaula estrecha para el trío de biciclos y en medio, de pie, una dama, le valieron a los mexicanos un buen reconocimiento por parte de la paisanada presente.
Acaso por los días feriados o ya por lo no muy económico de los precios de acceso, la cuestión es que la butaquería del recinto de Chapultepec no lució colmada.
A Los España se unieron Los Tavárez, aerealistas, les dicen, pues pasan parte de su número en el aire, que lucieron bien en el trapecio, sobre todo cuando se apagaron las luces y sus reflejantes vestimentas se movían alucinadamente
Un payaso, buen equilibrista, abrió la función, pero trabajo le costo arrancar risas antes de que Liliana y Ted, los maestros de ceremonias, empezaran a presentar los números del programa. Lamentablemente Liliana, por querer darle espectacularidad a lo anunciado, grita demasiado y no se entiende la mitad de lo que vocifera.
Los Cosacos de Igor Kassaev atraen la atención por sus intrépidos actos montados en seis espléndidos corceles, y Andrea, una simpática rumana de 17 años, es impulsada desde una tabla que sirve de catapulta y remata una pirámide humana de cinco personas.
Un elástico contorsionista brasileño se anuda, se tuerce, se dobla en asombrosa continuidad y, en muestra de destreza, las Angeles del Aire se enredan, pero ellas en unas velas de seda en acto aparte. Por lo que hace a la risa, las palmas se las lleva Raúl Costas, clown colombiano y su perrito amaestrado.
El Hércules da muestra de su poderío al extender resortes que, se dice, sólo se abren si se aplica una presión de 250 kilos, y otros seres, también pesados y grandes, un par de elefantes, realizan sus acostumbradas rutinas.
Volantes versus trípticos
Previo a la función, en las escalinatas, los defensores de la vida animal reparten volantes en los que se generaliza sobre la crueldad a la que se somete a las bestias para actuar en un circo.
Adentro, el circo ofrece un tríptico en el que da cuenta del cuidado que se tiene con los animales, especialmente con los elefantes, especie de extremas atenciones por parte de los conservacionistas. Los paquidermos cuentan con un centro de reproducción en Florida, y el circo, explica Brian Newman, uno de los productores, tiene unos 70 animales en préstamo a zoológicos u otros circos alrededor del mundo. ''Sale caro un animal para maltratarlo, entienden como tú y yo, con palabras y ejemplos''.
Circo Ringling Brothers and Barnum and Bailey: Auditorio Nacional, del 24 de marzo al 3 de abril. Funciones: martes y miércoles, 19 horas; jueves y viernes, 16 y 19:30 horas; sábado y domingo, 12, 16 y 19:30 horas. Boletos desde 70 hasta 450 pesos.