Usted está aquí: sábado 26 de marzo de 2005 Opinión Rusia en el Salón del Libro de París

Vilma Fuentes

Rusia en el Salón del Libro de París

Cada año, a comienzos de la primavera, el Salón del Libro se abre en París en el parque de exposiciones de la Porte de Versailles. En el mismo lugar, hace algunas semanas, tenía lugar el Salón de la Agricultura. Hoy, la cultura remplaza al la agro, los libros toman el lugar de las vacas y los puercos, y los editores rivalizan entre ellos con tanta energía como los granjeros. Son numerosos y la competencia es ruda.

El punto común entre todos estos salones: agronomía, automóvil, libro, barcos y yates, es que, a pesar de sus diferencias, el objetivo esencial es la promoción comercial de las empresas. En el Salón del Libro no se habla sino de dinero, cifra de negocios, tirajes, derechos de autor, adelantos, costo de traducciones, best-sellers, en fin, no se habla más que de cosas serias. En cuanto a la literatura, hay que ir a otro lado.

La tradición es rendir homenaje cada año a un país designándolo invitado de honor. Para este vigésimo quinto Salón del Libro, el país elegido fue Rusia.

Todos, o casi todos los editores de la ''nueva" Rusia, la cual no tiene gran cosa qué ver con la antigua Unión Soviética, estuvieron presentes en el salón, instalados en los estantes correspondientes a su importancia (financiera, obviamente), satisfechos de poder presentar su producción en París. Asimismo, una cincuentena de escritores rusos vinieron para participar en conferencias, mesas redondas, sesiones de firmas, encuentros diversos. Una multitud considerable de visitantes, varias centenas de miles, confirmó el interés del público por los libros y los organizadores pudieron felicitarse a justo título del éxito del Salón del Libro.

Una particularidad interesante de la producción literaria rusa actual es el desarrollo del género ''novela policiaca". Así, Alexandra Marinina, quien tiene ya varios libros traducidos al francés: Le Styliste y Ne gênez pas le bourreau, entre otros, es una autora original. Después de haber hecho una brillante carrera en la policía, de la que salió en 1998 con el grado de teniente coronel, comenzó una nueva actividad como autora de novelas policiacas. Esta escritora posee al menos una experiencia profesional indiscutible, sin contar con que su propio padre fue jefe de servicio de la represión del bandidaje en la policía soviética y su abuelo presidente del tribunal de Leningrado. Esas son referencias. Pero el interés de su obra yace en el análisis que Marinina realiza de la descomposición del imperio soviético.

En Ne gênez pas le bourreau, un prisionero se hace internar voluntariamente para escapar a las amenazas de los asesinos del KGB, quienes quieren eliminarlo por la simple razón de que sabe demasiado, crimen imperdonable que lo convierte en un hombre peligroso. El relato emprende la descripción de una elección presidencial, acompañada de una serie de asesinatos, en apariencia más eficaces para ganar las elecciones que presentar un programa político. El realismo de esta novela roza tan de cerca la información más actual que uno se pregunta dónde se sitúa la frontera entre la novela y el reportaje.

En la época de la Unión Soviética y del estalinismo, una sola página de este libro habría costado a su autora 10 años de Gulag, y el libro entero la condena perpetua si no es que la pena de muerte. Los tiempos cambian: la obra ha podido publicarse y traducirse sin dificultad. Si la realidad que se describe es sombría, es de todos modos un progreso.

Puede pensarse que la ''novela policiaca" es un género menor que no alcanzará las alturas de la Odisea o La Divina Comedia, pero debe admitirse que algunas de estas vertientes literarias, con su estricto realismo, nos enseñan a veces mucho más sobre el mundo contemporáneo donde vivimos que los bonitos poemas líricos. Cierto, nos hallamos muy lejos del realismo socialista, no se trata de mañanas que cantan ni de porvenir radiante, ahora el color es muy negro.

¿Debería acaso creerse que hay más verdad en el color negro que en los lindos pasteles coloreados de los ilusionistas? Me pregunto si los caminos sinuosos hacia el capitalismo no pasan por la literatura policiaca.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.