CIUDAD PERDIDA
Don Samuel, ¿adónde va con tanta prisa?
Su voz aún se oye fuerte contra las injusticias
Un tequilita
OIGA DON SAMUEL , dicen por ahí, seguramente las malas lenguas, que usted ha muerto, y la verdad, se me hace que no es más que otro de los infundios que buscan restarle fuerza, alejarlo de la lucha por lo justo, pero yo -usted ya me conoce- ni me lo creo.
DESDE HACE ALGUNOS días, déjeme platicarle, su nombre, sus cosas -esos escritos demoledores contra la corrupción- volvieron a penetrar las conciencias.
¡IMAGINESE! HUBO QUIEN le diagnosticó "muerte cerebral", como si a usted pudiera dejarle de trabajar la cabeza un solo minuto, como si sus ideas pudieran dejar de latir en el centro del pecho de la política, de la buena política del país.
APENAS Y SE había desatado la increíble especie, las hojas de los diarios revolotearon vivas en torno de su nombre. Un viaje contra el tiempo metió a todos en las vivencias de aquel Excélsior, y no se dejó de hablar, en presente, de la "Renovación Moral", tan necesaria, tan urgente ahora; esa que usted impulsó y que destrozaron, solamente como programa de gobierno, los salinistas que ya amenazaban con llenar al país con las sombras de la corrupción y la impunidad.
TRANQUILO, DON SAMUEL, que en el sureste lo esperan los indios que no tienen quien los defienda. Tranquilo, porque la amenaza contra los vascos encarcelados por mandato del español Garzón, aún es cierta; tranquilo... porque ahí viene el desafuero al que usted calificó de "golpe de Estado" y que cada día hiere más a la gente. Tranquilo Don Samuel, no sea obcecado.
YA SE SABE que este viernes, este que acaba de pasar, se puso usted de malas y exigió que lo cambiaran de cuarto porque los vecinos del 229 no lo dejaban trabajar, y usted quería terminar el libro que por fin concluyó, en la habitación 203, sentado en el Reposet, con la computadora encima de una almohada que había acomodado sobre sus piernas. Tranquilo, Don Samuel, ¿cuál es la prisa?
A FIN DE CUENTAS , los primeros borradores que empezó a escribir en 1996 ya son un libro, dicen que su herencia a México, pero más bien hay que empezar a descubrirlo, a volver a leer su tesis doctoral sobre la destrucción de la industria azucarera nacional, que ya daba idea de cuál sería su principal lucha, por eso, más vale irse tranquilo.
SI, COMO SIEMPRE, cuando usted comienza a frotarse el pulgar con el índice y pega la barba al pecho, significa que se empieza a tejer el hilo fino de las ideas, pero, ¡caray!, Don Samuel, no tan de prisa. Cosa de observar a Julio, su asistente, que apenas y le sigue el paso.
Y ES QUE esta vez la tarea es descomunal y tormentosa. Muy pocos se atreven a mirar de cerca la ruina de este país, a desentrañar ese mal que ha puesto a México en manos de los incapaces, de los corruptos, porque a muy pocos como a usted les duele México.
DICEN QUE EN estos últimos días, escribir La hacienda pública minada periodo 1780-1982, y, La corrupción y la bancarrota de la hacienda pública, periodo 1982-2004, lo acongojó, sobretodo el segundo tomo de esa investigación que se sentó a escribir hace tres años, después de muchos otros de análisis.
PERO FUE EL Fobaproa, parte fundamental de la tarea que usted se impuso, lo que en verdad lo enfermó. Mirar hacia adentro del monstruo le restó brillo a sus ojos y carne a su cuerpo. Al terminar cada página estaba lleno de aflicción, de pena, y no obstante luchó, guerreó hasta dejar claro el sistema de saqueo impuesto como gobierno en México. Eso, Don Samuel, no me lo puede negar.
Y AHORA DON Samuel, déjeme preguntarle: ¿por qué se va? Espérese, ¿por qué tanta prisa?
DON SAMUEL, ESPERESE , que Karina nos está preparando una botana y otro traguito de tequila, del blanco, como a usted le gusta; pero Don Samuel, ¡carajo!, espérese, no sea tan terco...