Usted está aquí: miércoles 16 de marzo de 2005 Economía MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Creciente presencia de las trasnacionales en América Latina

Argentina: el Estado y la industria energética

Las rebanadas del pastel:

EN LOS ULTIMOS tres lustros el capital trasnacional ha clavado el diente en prácticamente todos los sectores de la actividad económica latinoamericana, con México, Argentina y Brasil a la cabeza. Los gobiernos regionales asocian la llegada de inversión extranjera directa con el "éxito" de sus respectivas administraciones y el "atractivo" de sus países, al tiempo que presumen el "progreso" que para su población significa ese tipo de flujo.

SIN EMBARGO, EL "éxito" no se ve por ninguna parte, como tampoco el "progreso", y el "atractivo" mengua vertiginosamente porque la venta de garaje ya no tiene mucho que ofrecer (salvo algunas joyas de la corona -como son los energéticos- en pocos países), porque -como bien lo reconoce la Comisión para América Latina y el Caribe- la inversión extranjera directa en la región "ha tendido a la compra de activos existentes, más que a la creación de nuevos".

EL ORGANISMO DIVULGO ayer su informe Inversión extranjera en América Latina y el Caribe 2004, en el que señala que las fusiones y adquisiciones de empresas existentes en la región (sólo en transacciones superiores a 100 millones de dólares) sumaron casi 28 mil millones, 75 por ciento más que un año antes y casi 50 por ciento del capital captado en aquel año. Entre ese tipo de operaciones sobresalió la del Banco Bilbao Vizcaya, entidad que compró 40 por ciento de Bancomer que aún no estaba bajo su control (4 mil 200 millones) y la adquisición, por la misma trasnacional, de Hipotecaria Nacional (375 millones).

SOBRE LA PRESENCIA trasnacional en los hidrocarburos, la Cepal señala que durante el auge de las privatizaciones en los 90 algunos países optaron por vender las empresas estatales. En Argentina, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) fue comprada por la española Repsol, mientras que en Bolivia, la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) se fraccionó en Transredes, Chaco y Andina, nuevas empresas que quedaron en manos de propietarios de origen tanto extranjero como nacional. En Brasil, 40 por ciento de Petrobras es de propiedad federal y el resto está en manos de inversionistas extranjeros y nacionales. Por el contrario, Pemex (con excepción de los "contratos de servicios múltiples") y Petróleos de Venezuela operan bajo el control exclusivo del Estado.

A JUICIO DEL organismo, en 2004 se observó una reivindicación del papel del Estado en el renglón de los hidrocarburos en los dos países en los que se había cedido el protagonismo a privados. El discurso político del presidente boliviano "reivindica la soberanía nacional" y postula una mayor participación estatal en el ámbito de la energía. Tras el referendo de agosto de 2004 cobró fuerza la idea de refundar YPFB como nuevo ente productor, que pasaría a ser la tercera empresa en el país, tras Petrobras y Repsol YPF. Los recursos necesarios provendrían, en primer lugar, de la estatización e incorporación a la nueva operadora de las acciones que el Fondo de Capitalización Colectiva posee en Transredes, Chaco y Andina y cuyo valor se estima en 700 millones de dólares.

SIN EMBARGO, LAS trasnacionales BP y Repsol YPF son socios en las dos últimas empresas, lo que ha generado un conflicto entre éstas y el Estado. La segunda fuente de recursos corresponde a la petrolera china Shengli International, que aportaría mil 500 millones de dólares. La nueva empresa realizaría operaciones de exploración, explotación y producción, que permitirían obtener beneficios de las cuantiosas reservas de gas natural que tiene el país, estimadas en 30 billones de pies cúbicos. La nueva ley de hidrocarburos también contempla la creación de Petrobolivia, organismo fiscalizador que tendrá a su cargo la exportación de los hidrocarburos. YPFB y Petrobolivia, junto con la nacionalización de boca del pozo y el aumento de la regalía, entre otras medidas adoptadas, permitirían al Estado boliviano recuperar el control sobre los hidrocarburos, aunque a lo largo de 2005 lo que ha reivindicado el presidente Carlos Mesa es el "derecho" de las trasnacionales a quedarse con los energéticos.

EN ARGENTINA, EL desabasto imputable a la falta de inversiones (prometidas por las trasnacionales) llevó al presidente a anunciar, en mayo de 2004, la formación de una nueva petrolera estatal. El congelamiento de las tarifas de gas y electricidad durante los dos últimos años ha causado un incremento del consumo y desincentivado la inversión. El desabastecimiento ha provocado roces con Chile y Uruguay, que vieron cortados los suministros de gas natural de origen argentino. La decisión de recuperar protagonismo en el sector de los hidrocarburos se materializó en octubre de 2004, con la aprobación de la ley que crea Energía Argentina SA (Enarsa), cuya actividad abarcaría toda la cadena de exploración, producción, transporte, distribución y venta de hidrocarburos. El ente adoptaría la forma de una sociedad anónima, en la que el Estado participaría con 53 por ciento, las provincias 12 y el restante 35 se cotizaría en el mercado bursátil. Enarsa participaría en asociaciones y empresas de riesgo compartido en cumplimiento de sus objetivos en la producción de energía, en la que PDVSA sería un socio estratégico. Además, contaría con la titularidad de todas las áreas marítimas de petróleo y gas.

LA INICIATIVA ESTATAL en el sector surge como respuesta común a problemas de distinta índole. Mientras que en Bolivia la reivindicación de la soberanía es el eje principal del discurso, en Argentina la probable creación de la petrolera estatal es una respuesta pragmática a una situación particular de crisis energética. Sin embargo, en ambos casos se reactiva el papel estatal en el sector de la energía, no sólo en lo que respecta a la actividad reguladora sino también a la participación en la producción.

LOS ARGUMENTOS UTILIZADOS por Tatiana Clouthier al hacer pública su renuncia al Partido Acción Nacional invitan a recordar aquella adivinanza: ¿en qué se parecen el PAN y los meseros?... En que ambos se hacen pendejos con el cambio.

 
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