¿Falló la amnistía?
Se espera que en algunas semanas se inicie en el Congreso de Estados Unidos uno de los más serios y complicados debates, cuyo tema será la seguridad fronteriza que incluye el programa de trabajadores temporales. Es decir, que en muy poco tiempo podremos saber si la reforma migratoria podrá ponerse en marcha y, en su caso, con qué características. Por ello es indispensable que el gobierno de México esté dispuesto a llevar a cabo todo el trabajo de lobby que sea necesario con congresistas de ambos partidos, pues habría que recordar que no todos los republicanos están en contra ni todos los demócratas en favor. México no puede seguir manteniéndose, como siempre, con una política reactiva, sino debe ser propositiva. Para ello debería tener elaboradas las grandes líneas de lo que espera de un tratado migratorio, qué aceptar y qué no.
Los legisladores en Estados Unidos están preparados, pero nosotros seguimos en el limbo, pues este programa no puede ser hecho sobre las rodillas, sino debería haberse elaborado con las propuestas de los sectores que se verán afectados; es decir, con los trabajadores migrantes, a los cuales, sin ninguna duda, no se les ha preguntado nada; sólo parece esperarse de ellos que sigan enviando remesas.
La migración es un fenómeno globalizado. Y tal como señala Walter A. Dewing, Estados Unidos si bien adoptó el proceso de globalización económica, se rehusa a aceptar que esta situación aumenta la migración. En el contexto de esta globalización se ha creado un mercado trasnacional de bienes y servicios sin un mercado trasnacional de trabajadores, que son los que ejecutan estos bienes y proveen estos servicios. Hacer caso omiso de esta realidad ha provocado que la migración indocumentada se incremente de una manera extraordinaria. Hay una profunda contradicción entre las necesidades de la economía y la política migratoria, más bien política antinmigrante.
Resultan, por tanto, bastante superfluos, o mejor dicho racistas, algunos de los argumentos más reiterativos por los cuales algunos congresistas se oponen a un acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos, así como a la amnistía de los trabajadores indocumentados. Afirman que sería una manera de premiar a aquellos que han violado la ley al ingresar al país sin los documentos adecuados.
El otro argumento es que la amnistía no ha dado resultado, como supuestamente lo prueba la ley promulgada en 1986 que amnistió a cerca de 2 millones de indocumentados de los 4.5 millones que había en ese momento, y que desde entonces el fenómeno se ha más que duplicado, pues las cifras dadas por el Urban Institute es que hay cerca de 10 millones de migrantes indocumentados, de los cuales más de 5 millones son mexicanos.
Los argumentos en contra son bastante fáciles. Los migrantes indocumentados han entrado al país vecino porque la economía estadunidense los demanda y las cuotas aceptadas son totalmente arbitrarias. Ejemplos de empresarios que se encuentran en dificultades por falta de trabajadores hay muchísimos. Simplemente habría que señalar uno, bastante simbólico por el lugar en el que se encuentra: se trata de los agricultores de Yuma, Arizona. Tom Nassif, presidente de una de las agrupaciones más poderosas de granjeros, pidió a la Patrulla Fronteriza que detuviera las revisiones que intentan impedir el paso de migrantes, pues esto ha hecho que haya menos trabajadores, lo que amenaza la economía agrícola de la región, valuada en 30 mil millones de dólares anuales. Nassif asegura que sin la labor migrante la agricultura no puede sobrevivir. Siete de cada 10 trabajadores agrícolas en Yuma, Arizona, son indocumentados, y son los empleadores los que los convierten en "delincuentes" porque no hay estadunidenses que quieran hacer esa durísima tarea. Resulta por demás irónico que sea ese mismo estado el que promulgó la Propuesta 200.
En relación con la amnistía, por supuesto que funcionó, pero esos migrantes legales se movieron hacia trabajos menos precarios y las necesidades de los sectores siguieron creciendo sin que se adecuaran las cuotas para la entrada de trabajadores en forma legal. Como señala Dewing, es muy tarde para regresar al genio de la globalización dentro de su botella.