Editorial
Nace una esperanza para millones de seropositivos
Por primera vez parece haber una cura contra la infección del VIH, cuyo desarrollo, hasta ahora, sólo podía ser retardado. El doctor Itzchak Levy y otros investigadores del Centro Médico Sheba del hospital Tel Hashomer, de Tel Aviv, comunicó en la decimosegunda Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas, realizada en Boston los últimos días de febrero, que un paciente "inequívocamente infectado por el VIH y luego tratado con terapia antirretroviral altamente activa", desde que fue suspendido su tratamiento, hace cuatro años, "aparentemente está libre de la infección". Hasta ahí la noticia escueta, que merece ser saludada con júbilo por sus consecuencias sociales.
Por supuesto, se impone aún la cautela y hay que esperar todavía nuevos exámenes periódicos, a pesar de que el paciente está libre del VIH desde hace casi un lustro. Pero la noticia tiene importancia excepcional para decenas de millones de personas y hogares destruidos por la terrible enfermedad y, en particular, para Africa, donde países enteros son literalmente diezmados.
La esperanza de curación de un mal que hasta hoy es mortal y que afecta por igual a homosexuales y heterosexuales, que se extiende como mancha de aceite en las familias de países en los que, por pobreza, ignorancia, prejuicios religiosos o falta de medios, no se recurre generalmente al uso de preservativos, podría aliviar la situación económica de muchas naciones pobres, donde además de sufrir la pérdida de productividad de los enfermos, no tienen medios para atenderlos adecuadamente. Al mismo tiempo, si esta curación hasta ahora excepcional se repitiera, y si el método empleado para salvar al paciente infectado por el VIH fuera lo suficientemente barato como para poder aplicarlo por doquier, millones de personas en todos los continentes verían abrirse ante ellas un futuro luminoso, pues podrían prolongar su vida familiar, económica y social por varios años.
Si en Israel, país que no es rico y donde un enorme monto de sus recursos se dedica desgraciadamente a la muerte y no a la vida fue posible este logro que ofrece una perspectiva de vida a millones de desahuciados de todo el mundo, ¿qué no sería posible si en nuestro planeta, en vez de desarrollar armamentos y de preparar guerras o de despilfarrar recursos en un consumismo ciego y criminal, hubiera concentración de medios y de esfuerzos mundiales para encontrar curas al cáncer o al sida, y para hacer retroceder nuevamente a las viejas enfermedades de la pobreza (mal de Chagas, malaria, enfermedad del sueño, tuberculosis), para elevar así las expectativas de vida de más de tres cuartas partes de los seres humanos?