Declarativa, la voluntad de autoridades por repatriarlos: investigadora del IPN
México, octavo expulsor de alumnos de posgrado a EU
México es el octavo país en enviar a Estados Unidos estudiantes de posgrado en ciencias e ingeniería, lo que constituye un indicio de la fuga de cerebros al vecino país, advierte Sylvie Didou Aupetit, del Departamento de Investigaciones Educativas del centro de Investigaciones y Estudios Avanzados, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien considera que la voluntad política de las autoridades para repatriar a estudiantes de posgrado sólo se ha manifestado de manera "declarativa".
En el documento ¿Fuga de cerebros o diásporas? Inmigración y emigración de personal altamente calificado, publicado por la revista de Educación Superior, que edita la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, Didou Aupetit sostiene que actualmente en México impera no sólo el desconocimiento acerca de la magnitud del fenómeno, sino que también se ignoran cuáles han sido sus cambios recientes, fundamentalmente en circulación de flujos sobre las profesiones principalmente involucradas; la vinculación entre migración estudiantil y laboral; las rutas y las estrategias para ejercer en el extranjero; las pautas de interacción y de cooperación entre quienes se fueron y quienes se quedaron y, eventualmente, a sus esquemas de retorno, recurrentes o definitivos.
Afirma que a pesar de que en años recientes con frecuencia funcionarios universitarios y expertos en educación superior han manifestado en la prensa inquietudes acerca de lo que llaman descapitalización del país, en términos de recursos altamente calificados, las denuncias no implicaron mejor documentación del fenómeno ni desembocaron en el diseño de instrumentos innovadores para el regreso de los científicos o para la cooperación internacional en áreas vitales.
"No la ubicaron como un objeto a investigar ni para reconceptualizar. Por lo común, enfatizaron el drenaje, cuando no el pillaje, de los cerebros, más que evaluar la posibilidad de conformar bancos y de alimentar dinámicas de repatriación, aunque fueran de impacto marginal", añade la académica. "Se abocaron a evaluar las políticas públicas de ciencia y tecnología, de reclutamiento y de becas, más que a documentar las incidencias diferenciadas de la movilidad según las áreas disciplinarias, las profesiones y las estructuras de inserción laboral".
Para la académica, un cotejo entre el número de estudiantes inscritos en programas nacionales de doctorado y un cálculo de los matriculados en el extranjero indica una consolidación de uno y otro grupos. Actualmente hay más estudiantes que cursan un posgrado, tanto en el país como en el extranjero, que hace 10 años. Añade que según la hipótesis de que la fuga de cerebros afecta a los más calificados, la expansión de la matrícula de posgrado -pasó de 4.4 a 7.8 por ciento de la licenciatura- en México es ya, y será cada vez más, una cuenca atractiva para que países desarrollados recluten mano de obra calificada, debido a la progresiva consolidación de sus capacidades de formación de posgraduados.
Sin embargo, advierte la probabilidad de que México pueda volverse, a corto plazo, un país que saca provecho de la circulación de competencias a partir de una posición inicial desfavorable, debido a que, pese a la importante emigración de sus elites calificadas, ha desarrollado ya un sistema nacional de ciencia y tecnología. No obstante, insiste en que se requiere de voluntad política, que debe traducirse en nuevas alianzas que permitan documentar la extensión del fenómeno, sus pautas y sus características, sobre todo -agrega- habrían de plasmarse en la puesta en marcha de programas adecuados que faciliten, con flexibilidad, el retorno de quienes lo deseen y restauren vínculos con quienes residen fuera.