Usted está aquí: viernes 4 de marzo de 2005 Opinión La 19

Luis Javier Garrido

La 19

El 76 aniversario de la fundación del PRI no ha hecho más que evidenciar de nuevo que el Institucional, traicionando sus principios, ha apostado abiertamente por la globalización neoliberal, y que sus principales dirigentes tienen oscuras componendas con el gobierno foxista que comprometen el futuro del país.

1. La 19 Asamblea Nacional Ordinaria del PRI, que formalmente se inició el 20 de noviembre pasado y que culmina hoy -en el aniversario de su constitución en 1929 como PNR-, con un acto en la ciudad de Puebla, está evidenciando una vez más que el PRI no puede cambiar para democratizarse, que los únicos cambios que puede operar son regresivos y que aquellas figuras que tienen peso en sus decisiones han apostado porque el viejo modelo político no cambie.

2. La derrota del 2000 posibilitó a la dirigencia priísta abrir un debate democrático sobre el futuro de ese partido, el retorno a sus principios y su posible conversión en una organización socialdemócrata; pero, lejos de eso, Roberto Madrazo y sus amigos se cerraron al cambio y validos de su control sobre una franja de las fuerzas sociales y del voto apostaron a que una leal relación con Fox iba a legitimarlos sin tomar en cuenta la pendiente en que se hallaban.

3. En la reunión de Puebla, el CEN priísta encabezado por Madrazo optó, en consecuencia, por evitar las cuatro confrontaciones que se veían venir, amenazando la precaria unidad partidista, y a última hora retiró de la agenda de modificaciones a principios, estatutos y programa algunas de las decisiones más controvertidas, evitando así los conflictos: a) con los miembros del llamado Tucom II o Grupo Unidad Democrática (que se oponen a que él sea el candidato presidencial priísta en 2006); b) con la también salinista Elba Esther Gordillo, secretaria general del partido (que en virtud de su alianza con Fox exige que el "paquete estructural" se apruebe lo antes posible, por lo que se buscaba impedir que llegase a la presidencia partidista al renunciar Madrazo); c) con los senadores encabezados por Manuel Bartlett quienes, apoyándose en los documentos básicos del partido, se oponen a que el sector energético se continúe entregando al capital extranjero y, en fin, d) con los diputados a los que su líder Emilio Chuayffet les ha exigido votar junto con los panistas "el desafuero" del jefe de Gobierno del Distrito Federal, y pospuso para tiempos mejores estas cuatro decisiones.

4. El PRI aceptó que las reglas sobre la elección interna y en torno a la sucesión de Madrazo se discutan a fondo en las próximas semanas por el Consejo Político Nacional y que la definición sobre la entrega de los recursos estratégicos del país se defina al elaborar la plataforma electoral de 2006, pero no logró, sin embargo, claridad en el tema que puede llevarlo al desastre electoral, y que es la decisión de si acepta colaborar o no con el foxismo en la inhabilitación de López Obrador, y llevar al país a una ruptura abierta del estado de derecho.

5. El PRI, que se caracterizó en el pasado por un discurso plagado de contradicciones, ambigüedades y retórica, no ha cambiado en lo absoluto, pero como en el pasado no logró tampoco en la reunión de Puebla ocultar su estado real: la decisión de sus dirigentes de mantenerlo como un organismo de Estado en varias entidades federativas, su división interna, el control decisivo de Salinas sobre su aparato y la toma de decisiones, su quiebra financiera y moral y, sobre todo, la decisión de la mayoría de sus dirigentes de irse de bruces en el próximo sexenio hacia el proyecto neoliberal, identificándose así cada vez más con Acción Nacional.

6. La reunión, una o dos veces por sexenio, de la asamblea nacional, que es el órgano máximo del partido, nunca fue un suceso democrático, y la de 2005 tampoco lo fue, y si en el pasado la reunión de este órgano sirvió en algunas ocasiones para anunciar cambios significativos, en esta oportunidad no sirvió siquiera para eso. La primera asamblea nacional del PRI efectuada sin que haya en Los Pinos un Presidente surgido de sus filas se efectuó bajo el control de la burocracia salinista, y con el objetivo de enviar un solo mensaje al país, que es el de que el PRI está listo para regresar a Los Pinos, con una plataforma electoral que se sugiere habrá de ser mucho más neoliberal que en el pasado.

7. La decisión tomada por las distintas facciones que representan al conjunto de intereses financieros, económicos y políticos que integran el PRI es muy clara. La Presidencia de la República, que se le permitió ocupar al panista Vicente Fox, tras los acuerdos oscuros que éste efectuó tanto con Carlos Salinas como con Ernesto Zedillo, debe retornar al priísmo, y sus dirigentes están dispuestos a todo para ello, y en particular a derechizar hasta el límite sus políticas.

8. No es por lo tanto sorprendente que la noticia más importante surgida de la asamblea nacional priísta sea la de que el Grupo Unidad Democrática o Tucom II ya tiene consensuado un aspirante presidencial que se inscribirá como precandidato para pelearle al salinista Madrazo la candidatura, y que es, como ya se sabía, José Natividad González Parás, o Nati (gobernador de Nuevo León), el otro protegido de Salinas -según lo reveló ayer La Jornada (3 de marzo)-, quien tiene una ventaja sobre su futuro oponente, pues goza, además, de las simpatías de Zedillo y de Labastida.

9. La miopía de la mayor parte de los cuadros priístas no dejó así de aflorar en Querétaro, donde no se pudo esconder que la lucha real en el interior del PRI no es por defender los principios sino por alcanzar el poder, y que son ya muy pocos los dirigentes priístas que conservan una idea de lo que es la nación y de la necesidad de fortalecer la soberanía estatal sobre los recursos estratégicos. Como también, que no hay en los priístas un análisis de la realidad, que muestra que el PRI, aun cuando conserva múltiples posiciones, pierde de manera continua sus votos reales y sus bases sociales organizadas, muchas de las cuales se han pasado abiertamente al panismo.

10. El PRI, en todo caso, no es una alternativa para México, como no lo es tampoco el PAN, pues ambos representan abiertamente intereses del exterior; de ahí la gravedad de la situación nacional, pues el PRD nunca estuvo a la altura de los reclamos populares y no entendió que su misión histórica debió haber sido oponerse al saqueo neoliberal del país.

 
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