Usted está aquí: martes 1 de marzo de 2005 Cultura Dos narradoras argentinas se alzan con el Premio Alfaguara de Novela

Graciela Montes y Ema Wolf forjaron ''a cuatro manos'' El turno del escriba

Dos narradoras argentinas se alzan con el Premio Alfaguara de Novela

Esa obra ''convierte la escritura deslumbrante en un acto de libertad'', evaluó el jurado

De 649 trabajos participantes, más de 450 procedían de América Latina

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen En su novela galardonada, Graciela Montes y Ema Wolf recrean las aventuras de Marco Polo, en voz de su compa� de celda y escriba Rustichelo FOTOS Cortes�Alfaguara

Madrid, 28 de febrero. Las escritoras argentinas Graciela Montes y Ema Wolf fueron galardonadas hoy con el Premio Alfaguara de Novela 2005, por el manuscrito original El turno del escriba, novela inspirada en los viajes de Marco Polo y en las conversaciones que mantuvo con su escriba Rustichelo en un siniestro calabozo de la Génova del siglo XIII.

El jurado destacó la calidad de una obra que ''trasciende el marco histórico para convertir la escritura deslumbrante en un acto de libertad".

Montes y Wolf, autoras reconocidas en su país por sus textos de literatura infantil y juvenil, se dedicaron desde hace varios a años a formar una ''especie de taller literario a dos" para recrear la historia del viajero italiano Marco Polo, quien narró sus aventuras a su compañero de celda y escriba, Rustichelo.

Voz narrativa homogénea

La versión ocho del Premio Alfaguara de Novela se decidió de entre 649 originales, de las cuales 457 procedían de América Latina -81 de México- y 192 de España. El galardón consiste en 175 mil dólares, una escultura del artista español Martín Chirino y en la difusión de la novela en todos los países de habla hispana.

Los integrantes del jurado, presidido por el poeta español José Manuel Caballero, justificaron la elección de El turno del escriba en razón de que ''la novela es la recreación de una época fascinante de la humanidad, la de los descubrimientos y la atracción por lo desconocido, que trasciende el marco histórico para convertir la escritura deslumbrante en un acto de libertad".

El hecho de que el lugar físico de la narración sea un calabozo significa, según el jurado, la transformación de un ''espacio cerrado en un arca donde caben el mundo real y el de los sueños".

En relación con las dificultades para escribir una novela a ''cuatro manos", las autoras explicaron que se limitaron a ''trabajar mucho para unificar y construir una voz narrativa homogénea y coherente".

Al respecto, Wolf señaló que ''sobre todo hay un trabajo muy largo de peinado o corrección hecha a cuatro manos, lo que permitió encontrar una voz homogénea donde no se encontraran los saldos.

''De manera que fue un trabajo de estar codo a codo limpiando y también que cada una de nosotras a veces tuviera que resignar ciertas modalidades, tics y manías a las que estábamos acostumbradas para poder mirarlas desde la distancia y críticamente.

''En algún sentido es como un taller literario de a dos; uno escribe y el otro está mirando y nos ayudó muchísimo la mirada del otro."

Recuperar memoria e imaginación

Wolf y Montes, nacidas en Buenos Aires en 1948 y 1947, respectivamente, son profesoras de literatura de la Universidad Nacional de la capital argentina y han publicado numerosos libros infantiles y juveniles desde los años 80.

Su amistad y el hecho de que se reunieran de forma habitual en una cervecería llamada ''Marco Polo" fueron determinantes para la escritura de El turno del escriba, en la que también pretenden rescatar del anonimato al responsable de escribir y recuperar para la posteridad los hallazgos y gestas de Marco Polo.

El carácter épico de la novela se debe, según Montes, a recuperar la memoria y la imaginación: ''La memoria, por la riqueza que supone para nosotras explorar ese mundo medieval, que significaba volver a descubrir el espesor de lo real, la densidad de las cosas, la multiplicidad. Eso fue muy rico y muy importante, pues si no hubiésemos tenido esa urdimbre histórica no habría sido posible trabajar con tanta libertad. La imaginación es quizá una palabra como una conjetura sobre esa trama y creo que juegan juntas, no son opuestas. Ambas cosas hacían falta. Justamente cuanto más rico era el conocimiento histórico más libertad y más soltura teníamos para construir nuestras conjeturas".

Caballero, presidente del jurado, destacó por su parte la ''absoluta independencia" en la elección de la novela premiada y subrayó su ''dechado de virtudes literarias, con independencia del clima histórico en que se desarrolla y de la trama argumental".

Las escritoras argentinas se suman al selecto grupo de galardonados con el Alfaguara, entre ellos Elena Poniatowska, Eliseo Alberto, Sergio Ramírez, Laura Restrepo y Xavier Velasco.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.