¿Se puede hacer algo con EU?
Hacia finales de 1993, a punto de iniciar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte dio inicio en el noroeste de la frontera entre México y Estados Unidos la llamada Operación Guardián que contemplaba construir una barda en el sector de San Ysidro, California, ciudad fronteriza con Tijuana, con la finalidad de detener el flujo migratorio indocumentado. El programa contenía otra serie de medidas como el incremento de agentes de la Patrulla Fronteriza (hasta 2 mil 500 en un pequeño espacio de apenas 40 kilómetros), sensores para detectar y ubicar a los inmigrantes indocumentados, o el patrullaje, en ese mismo espacio, hasta de siete helicópteros.
En ese entonces no entendimos por qué el país que se decía socio y amigo, entonces gobernado por el demócrata Bill Clinton, tomaba esas medidas contra los inmigrantes. Más de diez años después, los resultados están a la vista: los emigrantes utilizan rutas mucho más riesgosas, el pollerismo, que era un negocio familiar, se transformó en crimen organizado; el número de indocumentados en Estados Unidos creció más que nunca y el de emigrantes muertos en esa zona alcanzó cifras alarmantes (400 por año) en una frontera entre dos países que no están en guerra. ¿Por qué el país que firmaba un tratado comercial con nosotros casi simultáneamente instrumentaba una política con claras implicaciones en nuestra contra?
Recientemente ocurrió algo similar o aun más grave. George W. Bush, el mismo que se ha manifestado por un Programa de Trabajadores Temporales, que fue invitado al rancho de nuestro Presidente, que en reciprocidad lo invitó al suyo en Texas, que se dice amigo de México y de los mexicanos, acaba de apoyar una propuesta de ley que prohíbe que un inmigrante indocumentado obtenga licencia de conducir e incluso si la obtuviera, ésta vencería el mismo día que su visa, y que permite, entre otras cosas, se otorguen fondos para la construcción de una barda (¡otra!) en la frontera con California.
El asunto de las licencias de conducir es grave. En principio, tales documentos deben reflejar las habilidades para conducir y su asociación con el estatus migratorio abre espacios muy peligrosos que lleven a asociar cualquier documento en Estados Unidos con la condición migratoria o a ser detenidos por autoridades que no son migratorias, y finalmente crean ante la sociedad, en el interior de ella misma, un grupo de 12 millones de personas, de las cuales 5 millones son mexicanos que vivirán sin derechos, casi como delincuentes.
¿Está cambiando la política estadunidense con respecto a México? ¡Por supuesto que no! La lógica es la misma, los que nos equivocamos somos no-sotros cuando pensamos que se puede construir una sociedad con Estados Unidos, cuando soñamos que algún día vamos a administrar algún proceso de la región conjuntamente. En mi opinión ése fue el error de la estrategia del gobierno foxista en cuanto al tema migratorio: pensar que podríamos llegar a un acuerdo migratorio. No obstante, sin dejar de reconocer el enorme mérito de haberle dado al tema de la migración México-Estados Unidos la relevancia que merece y reconociendo que muchos creímos que "ahora sí" estábamos muy cerca de tal acuerdo y daríamos con ello un paso trascendental en la gestión del proceso, visto a la distancia y a la luz de los resultados obtenidos, pecamos de enorme inocencia. Estados Unidos no hace nada conjuntamente con nadie, o por lo menos no con nosotros. Los procesos se gestionan de acuerdo con sus intereses, en función de su política interna, que cuando se es la primera potencia del mundo, acaba siendo externa.
El asunto es relevante, ya que si se considera la tesis, entonces debemos cambiar de estrategia, empezando por aceptar que tal "sociedad" no llegará nunca, por lo que cabría reflexionar acerca de cuál debiera ser entonces nuestra política hacia Estados Unidos.
Deberíamos de acostumbrarnos a las medidas favorables y desfavorables que aparecen casi simultáneamente -y a veces salen de la misma oficina-, para aprovechar, en torno a una visión clara, aquellas que son favorables y disminuir los impactos de las que son negativas, ya que, aun bajo la lógica de que las decisiones se toman allá, en función exclusivamente de sus intereses, la vecindad, los enormes intereses comerciales compartidos y la presencia mexicana en Estados Unidos representan una plataforma de oportunidad que no tiene ningún otro país del mundo.
Deberíamos de abandonar el discurso de la sociedad para pasar al de la oportunidad (que no oportunismo), aprovechando, de manera soberana, aquellos espacios que los factores mencionados nos proporcionan y manteniendo nuestra independencia para reaccionar como mejor convenga a nuestros intereses, sin la preocupación de lo que dirá "el socio".
* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte