Usted está aquí: lunes 28 de febrero de 2005 Política Pensé que el premio de la CNDH era otro engaño del gobierno: Olga Sánchez

Migrantes mutilados ayudan en la construcción de albergue financiado por Canadá

Pensé que el premio de la CNDH era otro engaño del gobierno: Olga Sánchez

Optimistas, los jóvenes centroamericanos retornarán a sus países cuando obtengan sus prótesis

VICTOR BALLINAS ENVIADO

Ampliar la imagen Un inmigrante centroamericano recibe asistencia en espera de que le entreguen la pr�is que necesita y as�oder regresar a su hogar FOTO CNDH

Tapachula, Chis. Son jóvenes hondureños, guatemaltecos, salvadoreños, a quienes en la frontera sur, el tren frustró su sueño de llegar a Estados Unidos. Hoy, sin una pierna, o un pie; sin un brazo, o la mitad del mismo, trabajan en la construcción del Albergue Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante.

Con gran agilidad Walter, César y Guillermo, hondureños, instalan láminas de cartón en lo que será la cocina del albergue. De un salto bajan del techo, para subir una lámina, uno la coloca en su lugar y otro la clava.

También ayudan a cortar varillas y formar las estructuras de lo que serán los castillos o pilares del albergue que se construye con fondos que donó el gobierno de Canadá a doña Olga Sánchez Martínez, quien desde hace 14 años, sin apoyo del gobierno estatal ni federal, se ha dedicado a ver por los lisiados centroamericanos que deja el tren.

Walter, hondureño, de 21 años, huérfano de padre y madre, y a quien hace dos meses el tren le cercenó el pie, dice: "Doy gracias a Dios por haberme dado una oportunidad de vivir. El tren sólo me cortó mi pie derecho".

Recuerda: "El tren iba muy rápido, muy recio; corrí para subirme, pero apenas alcancé a agarrarme de un tubo y resbalé. Todo fue muy rápido. El aire me jaló hacia las ruedas. El tren me trozó el pie".

En Honduras "yo trabajaba de dependiente, vendía zapatos, ropa. Entraba a trabajar a las 6 de la mañana y salía a las 4 de la tarde; me pagaban mil lempiras al mes, pero es muy poco. Tengo 10 hermanos y soy el mayor. Quería ir a Estados Unidos para mandar dinero a mis hermanos".

Walter tensa los músculos de la cara, baja el rostro un momento y toma ánimo: "Estoy vivo, el tren sólo me cortó mi pie. En el albergue, hay otros a los que les dejó sin las dos piernas, o sin un pie y un brazo. Voy a poder trabajar, creo que en lo mismo. Si yo hubiera sabido que esto me podría pasar no lo habría hecho. Se ve fácil, te lo cuentan y se ve fácil".

César tiene 28 años. También es hondureño. "Soy el mayor de mis hermanos. Iba a Estados Unidos para mandarle dinero a mi papá, porque somos seis hermanos, y no hay trabajo en mi país. El tren me tasajeó mi pierna. Me dormí, venía cansado después de tres días de viaje. Me caí, y el tren me pasó encima, pero sólo me cortó la mitad de la pierna".

Otro hondureño, Guillermo, de 22 años: "Te dicen que viajar en tren es fácil. Yo no lo conocía. Como no hay trabajo, iba a Estados Unidos a trabajar para ayudar a mis papás".

Recuerda: "el tren iba muy rápido. No me agarré bien y me caí. Sólo me cortó la mitad del brazo, pensé que me moría. Me dio mucho miedo, pero sólo fue mi brazo. Luego, caminé como una hora, hasta llegar a una casa, ahí pedí ayuda la señora que salió a abrirme, me llevó al hospital".

Son jóvenes que en su travesía perdieron hace dos, cuatro y seis meses sus pies o brazos. Y están a la espera de que doña Olga les consiga prótesis para que regresen a su país.

Pero hoy su meta -dicen los tres en entrevistas-, es "terminar la cocina que está construyendo doña Olga. La ayudamos porque queremos que el albergue esté listo para recibir a otros que, como nosotros, se accidenten. De esta forma le pagamos algo de lo mucho que ella ha hecho por nosotros.

"Sin conocernos, a ella le avisan del hospital que hay otro herido, y ella va, y nos consuela. Ella nos habla bien, nos ofrece apoyo y nos lleva a su albergue; allí nos cura y dice que nos vamos a ir a nuestro país hasta que tengamos nuestra prótesis. Lejos de casa y de mi país, le agradezco todo lo que hizo, es como una madre, por eso la ayudamos a construir el nuevo albergue", comenta Walter.

Guillermo y César, abundan: "Nosotros trabajamos aquí porque doña Olga ha hecho mucho por nosotros, sin conocernos, se preocupó por lo que nos pasó. Nos visitaba en el hospital, nos llevaba las medicinas que le pedían que llevara al hospital, y nos dijo que no nos preocupáramos, que nos iba a conseguir nuestras prótesis.

"Vinimos a trabajar porque sentimos que todavía servimos. Que lo que nos pasó no nos impedirá trabajar en nuestros países, aunque ganemos poco, ni modo, ya así como estamos, a ver qué podemos hacer."

Pensó que era "un engaño más"

Doña Olga, quien en enero pasado recibió de manos del presidente Vicente Fox el premio que le otorgó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por su trabajo en la protección de los pobres y los migrantes, expresa: "como ya estaba muy decepcionada del gobierno, porque nunca me han apoyado en mi trabajo en favor de los mutilados por el tren, pensé que el premio que me dijeron que me iba a entregar la CNDH iba a ser un engaño más.

"Y cuando me hablaron para decirme que el presidente Fox me iba a entregar el premio que me dio la CNDH, no creía. Estoy muy agradecida con el presidente de la CNDH, José Luis Soberanes Fernández, porque ese dinero del premio llegó cuando más lo necesitaba. Y a partir de ahí, ahora internacionalmente saben de mi trabajo. Aquí en Chiapas el gobierno del estado me ignora, cuando le fui a pedir ayuda, salí de Tapachula hacia Tuxtla Gutiérrez, porque el gobernador me había dado cita, iba entusiasmada, y al llegar, su secretario me dijo que sólo podrían ayudarme a fumigar el albergue.

"Gasté tanto en el pasaje, porque necesitaba apoyo para comprar medicinas para los mutilados. Regresé indignada, triste y decepcionada, y me dije: 'todo lo que hagas será por ti, por tu esfuerzo', y me dediqué a trabajar para ellos, para los mutilados. Pedí limosnas en la iglesia, en la calle, toqué puertas y me veían mal, algunos no me creían.

"Y ahora que después de 14 años me otorgaron un premio, la gente en Tapachula me para en la calle y me dice: 'el premio es para Tapachula, lo sentimos nuestro'. Ahora ya vienen sin desconfianza a dejar un kilo de arroz o de frijol".

También le llegan felicitaciones de países como Canadá, Alemania, Suiza y Estados Unidos. Me ayudó mucho, asevera, el premio que me dio la CNDH. "La embajada de Canadá estaba gestionando apoyo para construir el albergue y cuando se enteraron del premio fue más fácil; me donaron 100 mil dólares canadienses, sólo para el material, con eso se construyen cuatro cuartos para albergar a decenas de mutilados".

La esposa del presidente Fox, Marta Sahagún, le prometió construir parte del albergue, mediante la Fundación Vamos México. Las obras se iniciaron, pero hubo problemas con la constructora.

Doña Olga manda un mensaje a la sociedad: "el dolor existe, no lo podemos ignorar, como humanos hay que ser sensibles; no pasemos de largo frente a los que necesitan, muchos piden porque lo necesitan, como nuestros hermanos centroamericanos, a los que el tren mutila".

 
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