Presentaciones de Anabel Ochoa y Miguel León-Portilla
Sexo e historia atraen a nutrido público en el Palacio de Minería
Ampliar la imagen Lectores de todas las edades en la Feria Internacional del Libro de la UNAM FOTO Yazmin Ortega Cort�
Los jóvenes lectores de la capital del país están ávidos de sexo y de pasado mexicano, o más bien, de sexología y de historia antigua de México.
Ayer, sábado, en el primer día de afluencia masiva a la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, la sexóloga Anabel Ochoa y el historiador Miguel León-Portilla destacaron como quienes captaron los más amplios públicos, compuesto sobre todo por estudiantes y grupos familiares.
Ambos pudieron llenar, cada uno en su momento, el Salón de Actos del viejo palacio, aunque la especialista y divulgadora logró además que los asistentes, la mayoría jóvenes, ocuparan, sentados en la alfombra, todo el espacio entre los dos bloques de pupitres ubicados a los lados.
León-Portilla, quien también logró que una buena cantidad del público se sentara en el suelo, presentó con su característico buen humor y erudición la segunda edición especial de la serie Códices, realizada por la revista Arqueología Mexicana y que ahora publicó el facsímil del Tonalámatl de los pochtecas, llamado así por el historiador debido a su contenido, en lugar del nombre asignado de Códice Fejérváry-Mayer, en alusión a algunos de sus anteriores propietarios europeos
Aunque este códice, que ahora se encuentra en el Museo de Liverpool, ya había sido publicado y comentado por el propio León-Portilla en 1985 con el patrocinio de una empresa privada y luego tuvo una versión francesa en 1992, la edición actual destaca tanto por la calidad de la imagen, digitalizada y enviada por el museo inglés a la revista mexicana, como por tratarse de una edición al alcance del bolsillo popular.
El investigador, quien escribe el estudio introductorio de la nueva edición del Tonalámatl de los pochtecas, reafirmó sus planteamientos de que ese códice era consultado sobre todo por los comerciantes prehispánicos, habló sobre las complejidades de los cómputos calendáricos antiguos y dijo que México, como cuna de una de las civilizaciones originarias de la humanidad, debe usar su historia como trampolín para avanzar en el presente.
El primer códice publicado en esta serie fue la Matrícula de tributos, testimonio del esplendor del imperio azteca y cuyo original se encuentra en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. El tercer facsímil de la serie de códices publicado por Arqueología Mexicana podría ser el Coscatzin, del que ya se cuenta con un estudio de Ana Rita Valero, comentó Mónica del Villar, directora editorial de la revista.
Traer a cuento
Tras esa presentación, Anabel Ochoa comentó su libro Más respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura, continuación de Respuestas para vivir una sexualidad inteligente y segura, ambas editadas por Selector, y logró atrapar al público con su estilo claro, sarcástico y cachondo para abordar los temas de los avances y rezagos de la sexualidad en México.
Por un lado, dijo la conductora de radio y televisión, persisten problemas como la violencia en la pareja pero, por el otro, ya se habla de manera abierta de temas que antes eran tabú, como el aborto.
"Me encanta esa señora", comentaba divertida una jovencita a otra mientras adquiría los dos títulos en una mesa puesta dentro del salón.
Pero León-Portilla y Ochoa no fueron los únicos favorecidos por el público, pues así pasó también con el escritor José de la Colina, quien presentó Traer a cuento. Narrativa (1959-2003), una "hipotética biografía" publicada por el Fondo de Cultura Económica.
O con el grupo Poesía en Voz Alta, de la UNAM, que en la Antigua Capilla del Palacio de Minería leyó en varios segmentos Pedro Páramo, de Juan Rulfo, con una buena cantidad de asistentes, algunos de ellos siguiendo la lectura en sus libros.
Aunque es el tercer año consecutivo de esa lectura rulfiana en la feria, este año destaca que se cumplen 50 años de la primera edición del clásico universal mexicano. El manejo de los personajes y el conocimiento de la obra se han ido puliendo, comentó Manuel Mejía, quien con su guitarra acompaña las lecturas de sus compañeros.