Ojarasca 94  febrero 2005

En las regiones indígenas la vida va dejando atrás el desengaño y se refuerza en resistencias tan diversas como lugares (tradiciones, historias, culturas) hay. Enfrascadas en el jugoso negocio de la democracia legal, las clases políticas no ven lo que hay en el país real, y antes de verlo lo pisan. Atropellándose en su fábrica de leyes por encargo, el Congreso de la Unión (o sea los partidos) sucumbe con facilidad líquida a los millonarios lobbys de las empresas universales. Fue desarmante su bovina aceptación de la peligrosa ley de bioseguridad este febrero. Una más. Así las "reformas" agrarias, educativas, laborales y sobre todo financieras. Y las indígenas. A nueve años de firmados, los Acuerdos de San Andrés advierten la inoperancia y falta de honra del gobierno y toda esa multitud pequeña de funcionarios, jueces y legisladores que cobran los mejores sueldos de México para representar a otros, distintos de quienes los eligieron y les pagan con sus trabajos e impuestos.

Oaxaca es motivo de preocupación. Más que antes, que ya es decir. Las tropelías que inauguran al "nuevo" gobierno priísta de la entidad muestran la pervivencia, no del muratismo, sino de una política general que en Chiapas es millonaria y contrainsurgente, en Hidalgo represiva y mediatizadora, en el Estado de México insultante, y en Guerrero una bomba de tiempo.

Decenas de organizaciones indígenas, civiles y de derechos humanos de Oaxaca expresan que, a dos meses de la llegada del gobernador Ulises Ruiz Ortiz, "la situación social y política se ha recrudecido, ya que hemos sido testigos de una violación continua y sistemática de los derechos humanos, y en particular de los derechos políticos de los pueblos indígenas. Situación que se ha visto reflejada en crímenes políticos, enfrentamientos comunitarios, detenciones injustas, criminalización de la lucha social e ingobernabilidad. Esta realidad pone de manifiesto la fragilidad institucional del estado y evidencia un sistema de administración y procuración de justicia obsoleto e ineficaz. Este sistema ha sido un instrumento del actual gobierno para hostigar o encarcelar injustamente a dirigentes sociales, defensores de derechos humanos, o a quienes tienen ideas contrarias al régimen".

Frente a este clima de hostilidad y división, la sociedad civil oaxaqueña "pone de manifiesto su preocupación y hace un enérgico llamado al gobierno del estado para que reconsidere su actuar ante la problemática grave y compleja por la que atraviesa Oaxaca, provocada por una falta de visión en el ejercicio de la política y de la función pública, lo cual trae como consecuencia que sea el propio gobierno quien violente el estado de derecho".

Entramos en un año político peligroso, con grupos políticos narcoinfiltrables y dispuestos a matarse, en un contexto internacional desfavorable a nuestra de por sí apaleada independencia como nación. Bien decían antes los maestros en las escuelas públicas que México tiene la forma de un cuerno de la abundancia. Pasan sexenios y siglos y nos saquean y saquean, y sigue habiendo más. Un negocio sin fondo. Parte de la abundancia restante son los pueblos indígenas, sus lenguas, sus territorios, sus actualizadas maneras de sobrevivir otro régimen que los condena a la violencia, la integración, la corrupción, el despojo y el desarraigo.

Del actual Estado mexicano ¿qué pueden esperar? La paciencia se transforma en resistencia. Y la resistencia se hace cotidiana. Activa. Esperar ya no es la opción.

umbral


regresa a portada