MELON
Convaleciente
PERMITAME, MONINA, DAR las gracias a todas aquellas personas que se interesaron por mi estado de salud y, en especial, a los médicos que me ayudaron a salir del trance. De manera principal, a mi compadre, el doctor Rodolfo Bonilla Rebentún, hermano del gran actor Héctor, de los mismos apellidos. Y, en grado superlativo, al doctor Jorge Kasep que me tiene aquí de nuevo, con ganas de comerme al mundo y con la intención de cantar por mucho tiempo.
DE VERDAD QUE 2004 fue un año terrible para mí. Desde abril la parca me anduvo rondando y me hizo pensar que el programa de televisión que tuvo a bien invitarme Armando Manzanero iba a ser mi despedida, ya que después de grabarlo tuve que ir al sanatorio a recibir una transfusión de sangre. Esa noche recordé lo que una vez dijo don Miguel Matamoros: La muerte me anda buscando/pa' llevarme al cementerio/y como me vio tan serio/me dijo que era jugando.
TODAVIA NO ESTOY en condiciones de reaparecer, pero, con el favor de Dios, espero hacerlo muy pronto, porque extraño la tarima de una manera espantosa, como dijo Arsenio. Estoy a la espera de que mi adorado son me ayude a recuperar la salud totalmente.
DEBO AGRADECER A Iván Restrepo por los discos (un resto) que me hizo llegar y que han contribuido a quitarme el aburrimiento en esta convalecencia que se me ha hecho eterna, pero que a la vez ha sido positiva y que ya me tiene con el ánimo por las nubes pensando únicamente en el retorno.
DESDE ESPAÑA LLEGARON a mis manos dos discos dobles que, la verdad, están de aquellita, uno de Peret, el gitano rumbero, digno de los coleccionistas, y el otro de Bebo Valdés, que no tiene desperdicio. Uno de los discos de Bebo, Suite cubana, con la copla Guajira No. 4, trajo a mi memoria lo que el señor Valdés grabó en México en 1952, con la crema y nata de los músicos nacionales, dando a conocer también su ritmo batanga con un coro que decía, "batanga para las viejas que quieran gozar".
EN ESTA GRABACION el ejecutante de batá (okonkolo u omele), el más pequeño de los tambores batá, fue Chicho Clemente Piquer y los demás integrantes de la sección de percusiones: Modesto Durán, Ramoncito Castro y Yeyo Tamayo. Los coros fuimos Lalo Montané, Homero Jiménez y su servidor.
AFORTUNADAMENTE, POR cortesía de Marcos Salazar Gutiérrez, poseo un cassette con algunos números de esa grabación que es digna de mis recuerdos más preciados. Lo mismo puedo decir de otra grabación con la misma orquesta, pero dirigida por Memo Salamanca, donde grabamos Alenkunsale y otras más que escapan a mi memoria, para terminar un proyecto que dejó inconcluso Dámaso Pérez Prado.
VOLVIENDO A BEBO Valdés, el segundo de los dos discos se llama El solar de Bebo, donde el jícamo está presente de manera notable. Vale la pena que, usted, mi enkobio, trate de conseguir estas grabaciones que para mi son verdaderas joyas.
POR OTRA PARTE , entre lo que me regaló Iván Restrepo encontré un disco con 22 boleros interpretados por Vicentico Valdés, con su estilo, sabor y sentimiento peculiares en él. A este señor de todos mis respetos lo conocí aquí en México y tuve la oportunidad de compartir tarima en el Club France cuando éste, su nagüe, hacía sus pininos con mi primer amor sonero, Los Guajiros del Caribe, de Tony Espino. Más tarde lo volví a encontrar en Los Angeles y Nueva York. Debo decir que siempre recibí de él un trato de campanillas.
EN ESPERA DE que pronto pueda estar en lo mío, que es lo que más me gusta, cantar son cubano, lo amenazo mi querido asere, con romperle los oídos con singular alegría. Permítame terminar como empecé, dándole las gracias a todos los que se preocuparon por éste, su ñerito sonero, que espera decirles que los quiero con lo único que sé hacer (eso creo) cantar mi son, ese son, que me ha hecho vivir sin trabajar por más de medio siglo, lo que se dice rápido.