Usted está aquí: domingo 20 de febrero de 2005 Opinión LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

José Agustín Ortiz Pinchetti

¿Nos espera un tsunami político?

La irresponsabilidad del gobierno provocaría una conmoción nacional

LOS PRONOSTICOS de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) estadunidense, de que podría desatarse una turbulencia social peligrosa, detonada por la campaña presidencial de 2006, parecen exagerados y fueron rechazados en la Cámara de Diputados por todas las fuerzas políticas. Sin embargo, habría que preguntarse si la combinación de la irresponsabilidad del gobierno y de algunos agentes políticos pudiera provocar una conmoción nacional.

ES INTERESANTE. La principal preocupación del espionaje estadunidense es que "se puedan paralizar" las reformas fiscal, laboral y energética que, cosa curiosa, son las que obsesivamente proponen Vicente Fox, el Partido Acción Nacional (PAN), Jorge Castañeda, la Coparmex, et al.

NO NOS enojemos. Revisemos a detalle el informe del señor Porter Goss. El puede dormir tranquilo, porque ni en México ni en Brasil pueden verse en el futuro gobiernos "radicales" ni antiestadunidenses.

ES CIERTO, si en 2006 el proceso político no es legítimo y/o si las elecciones son fraudulentas, la expectativa popular (que provoca una posible alternancia) se extinguiría y entonces sí, enormes grupos sociales podrían sentirse agredidos y excluidos. La movilización podría "sacudir el árbol". Nuestra sociedad no ha prosperado en una generación y, en cambio, se ha concentrado la riqueza al punto de que el 5 por ciento más rico se queda con cerca de la mitad del ingreso nacional. ¡Esto sí tiene un potencial explosivo!

UNA DE las cosas que pueden desencadenar una crisis mayor son las decisiones precipitadas, perversas y/o -digámoslo francamente- estúpidas, como las que está tomando el gobierno federal en su pugna contra Andrés Manuel López Obrador: el proceso de desafuero. No es el único ataque ni será el último. Hay nuevas agresiones en curso. El problema es el bajo nivel moral y político de los "operadores".

POR EJEMPLO, el Presidente de la República justifica su intento de nulificar a un opositor importante con una defensa hipócrita de la "legalidad" y de las ¡instituciones!, sin dar un solo argumento que avale poner en vilo a esas mismas instituciones de la capital y del país. En el mismo tenor actúa el secretario de Gobernación. Sus discursos solemnes, voz impostada, rodeado de banderas, parecen una mala imitación del peor estilo presidencial-imperial. La reciente "dureza" de sus mensajes es pedestre.

AQUELLOS QUE trabajamos en las redes para impulsar la candidatura de López Obrador y su proyecto, estamos azorados por la forma como crecen los grupos en todo el país. Nos están rebasando. El estímulo para esta explosión cívica es el desafuero. Multitud de personas y grupos que tenían una tibia simpatía o antipatía por el Peje se están incorporando para luchar en contra de una canallada. Esto añade un elemento épico con el que no contábamos. Por eso me parece estúpido, políticamente hablando, que se continúe con el proceso. ¡Parece como si hubiera una intención inconsciente pero efectiva de poner, a como dé lugar, a López Obrador en la antesala de la Presidencia!

SI DE VERAS, como afirman Creel, el Revolucionario Institucional y multitud de comentaristas, los tres partidos mayores tienen cuotas prácticamente iguales de preferencias electorales y PAN y PRI cuentan con un gran caudal de recursos, ¿por qué no iniciar una gran campaña abierta y legal, y tratar de ganarle a López Obrador en las urnas?

ES HORA de que los enemigos de López Obrador hagan un balance de costos y beneficios, y se pregunten ¿qué vendría después del desafuero?, ¿en cuántas instancias judiciales, electorales, internacionales tendrían que ganar litigios? Y, mientras tanto, ¿qué sucederá con la política? Si subsiste la línea de golpes bajos se incrementarán las tensiones y, a lo mejor, México, país clave en el hemisferio, se volverá en 2006 un punto de "grave conflicto", como lo prevé, sombrío, el señor Goss.

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