Usted está aquí: jueves 17 de febrero de 2005 Mundo El asesinato de Rafiq Hariri ha unido a los libaneses en contra de los sirios

El funeral, convertido en marcha independiente; rechaza la familia sepelio de Estado

El asesinato de Rafiq Hariri ha unido a los libaneses en contra de los sirios

Se prevé un ambiente de crisis política traumático en Líbano tras la muerte del ex premier

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Multitudinario funeral del ex primer ministro liban�Rafiq Hariri en calles de Beirut FOTO Afp

Beirut, 16 de febrero. Nunca un gobierno libanés ha sido tan despreciado por su propio pueblo. Nunca los sirios enfrentaron una oposición unida semejante por parte del pueblo al que afirman "proteger" con sus 15 mil soldados y sus servicios de inteligencia.

La familia de Rafiq Hariri rechazó furiosamente el funeral de Estado ofrecido por el presidente libanés pro sirio. En cambio, el funeral del ex primer ministro se convirtió este miércoles en una marcha independiente en la que cientos de miles de musulmanes y cristianos, quienes combatieron a muerte durante la guerra civil, se manifestaron juntos, en un luto y una amistad compartidos.

No se vio una sola pistola. No se escuchó un disparo. En la Plaza de los Mártires, el viejo frente que dividió la ciudad durante los 15 años de guerra, marcharon gritando "Siria fuera, fuera, fuera".

Mujeres jóvenes de ambas religiones, ancianos y muchachos, clérigos musulmanes con turbante, incluso algunos de los viejos enemigos políticos de Hariri, se reunieron en torno a la gran mezquita sunita musulmana que Hariri construyó.

El cadáver quemado del magnate multimillonario quien reconstruyó mucho de Beirut, asesinado junto con seis guardaespaldas y un paramédico el pasado lunes en un devastador ataque con coche bomba, fue trasladado por las calles de Beirut occidental en una ambulancia y llegó a la plaza acompañado por plegarias musulmanas y las campanas de las iglesias cristianas.

Tras negar repetidamente que ellos no tuvieron nada que ver con el asesinato del lunes, los sirios advirtieron que la unidad de Líbano estaría en peligro si Beirut permitía que la muerte de Hariri se convirtiera en una manifestación política. Pero el asesinato, de hecho, unió a los libaneses contra los sirios.

De las calle Ashrafieh llegaron jóvenes, hombres y mujeres, caminando con banderas de las Fuerzas Cristianas Libanesas de la guerra civil, la Falange que combatió amargamente a los sunitas musulmanes y a los drusos, pero que este miércoles marchó al lado de sus compatriotas sunitas y drusos.

Walid Jumblatt, el líder druso, marchó con ellos; él, que apenas unas horas antes advirtió al gobierno libanés que si sus funcionarios asistían al funeral serían "acribillados con piedras y huevos por la gente". Así fueron humillados los sirios protegidos por el gobierno de Beirut y los descoloridos ministros libaneses.

Pero la sociedad árabe no se basa en líneas rectas. El vicepresidente sirio, Abdul Halim Jaddam, era un viejo amigo de la familia Hariri, y el fue bienvenido en el cortejo fúnebre. Amr Moussa, el secretario general egipcio de la Liga Arabe estaba ahí. Muchos árabes de la región del Golfo -Hariri también tenía nacionalidad saudita- llegaron en avión a Beirut para el funeral.

Murió "limpio"

Al parecer, con su muerte, Hariri despertó algo en los libaneses que hasta ahora se está descubriendo: que no debían tener miedo uno del otro. Hariri tenía una posición única en la sociedad de la posguerra que hizo tanto por resucitar: nunca estuvo en poder de una milicia. A diferencia de muchos viejos dinosaurios que ahora tienen el poder en Líbano, no tenía sangre en las manos. Era un empresario inescrupuloso, un enemigo político formidable. Pero estaba limpio.

Hariri tenía numerosos enemigos pero aquellos que trabajaban para él eran ferozmente leales. Fue en apego a esta naturaleza que su familia insistió en que los guardaespaldas que murieron con él fueran parte del mismo cortejo, y que fueran sepultados junto a su catafalco, a un lado de la mezquita de Mohamed Al Amin.

Bahiya, la hermana de Hariri -quien es representante de Sidón ante el parlamento- viajó en la misma ambulancia que el féretro, cubierto con la bandera libanesa. En la mezquita, que aún no se termina de construir, los dolientes treparon varios metros de andamios para poder ver este momento en la historia libanesa.

¿Habrán soñado con este día los sirios, que enviaron su ejército a Líbano en 1976 a petición del presidente cristiano? ¿Habrán imaginado a los ex milicianos drusos y cristianos, que se rajaron las gargantas el uno al otro en una guerra en las montañas en 1983, que estarían unidos en una plegaria por Hariri y compartiendo su antagonismo contra Siria? En el funeral, algunos dijeron que con su muerte, Hariri salvó a Líbano.

Pero no debemos ser románticos. Después del funeral, Líbano enfrentará un traumático periodo de crisis política. Quién sabe si se están preparando otras bombas. El mismo Walid Jumblatt es muy franco cuando habla de la sombra de muerte que pesa sobre él desde que acusó al partido Baaz de Siria de asesinar a su padre, Kemal, en 1977. El y Hariri discutieron la semana pasada sobre cuál de los dos sería asesinado primero. Ahora ya sabemos quién fue.

Pero Estados Unidos y Francia, cuyo presidente, Jacques Chirac, voló a Beirut para dar sus condolencias, también presionarán más ahora para que se acate la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad que llama a Siria a retirar completamente a su ejército de Líbano. ¿De verdad se retirarán? ¿Se llevarán consigo a sus agentes de inteligencia? ¿Y serán los libaneses "independientes" capaces de gobernarse con sabiduría, o más bien, con el mismo desdeño cobarde que caracterizó a su sociedad antes de la guerra? ¿Serán el luto y la furia los que gobernarán Líbano después de Hariri?

©The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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