Usted está aquí: miércoles 16 de febrero de 2005 Política BAJO LA LUPA

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Rubin, Hersh y Auerback vaticinan desplome del dólar a corto plazo

MIENTRAS ERNESTO ZEDILLO y Guillermo Ortiz Martínez, dos vulgares instrumentos del dolarcentrismo global, expectoraban dislates sobre las devaluadas reservas del Banco de México en el aquelarre cleptoplutocrático de Davos, Alan Greenspan, el mago malhadado de la Reserva Federal, y Robert Rubin, ex secretario clintoniano del Tesoro y ahora alto jerarca de Citigroup (primer banco trasnacional global), durante una conferencia auspiciada por el británico Ministerio de Finanzas, colisionaron en público en forma inusitada en vísperas de la reunión ministerial del G-7 en Londres, que fracasó rotundamente, cuando el mundo necesita más que nunca de su armónica coordinación para salvar al Titanic financiero de la globalización dolarcéntrica que crearon.

PARA EL VICEPRESIDENTE estadunidense Dick Cheney los déficit dejaron de existir desde la época de la reaganomics y Greenspan ni siquiera se inmuta de su lúgubre devenir, del que se preocupó en demasía Rubin: "Los desequilibrios de Estados Unidos pueden tener repercusiones en el mercado de bonos y despertar fuertes dudas sobre el dólar. Existen muchas posibilidades de que el dólar decline en su valor." ¿Todavía más?

CON LA EXCEPCION de los abundantes cándidos y neófitos que le hacen el caldo gordo a los voraces especuladores, existen muy pocos inversionistas sensatos que se preocupan de la suerte de los tenedores de acciones en la bolsa neoyorkina, superinflada por los propios bancos. El banquero Rubin se preocupa por los bonos, no por las acciones bursátiles. Los bonos constituyen la última línea de defensa del sistema dolarcéntrico estadunidense, y sus principales tenedores a escala planetaria, desde PIMCO (el principal de Estados Unidos) hasta State Street (el principal del mundo, con sede en Londres), se encuentran sumamente nerviosos sobre el futuro del dólar (y de los propios bonos).

A PROPOSITO, CITIGROUP, del que Robert Rubin es uno de sus jerarcas, fue atrapada in fraganti con manipulaciones y fraudes mayúsculos en Japón y en Europa. En agosto pasado, Citigroup intentó sabotear el mercado de bonos gubernamentales europeos (el mayor del mundo) mediante transacciones desestabilizadoras, lo que le ha valido una fuerte sanción por el gobierno francés, además de haber sido puesto en la lista del ostracismo (Al Jazeera, 14 de febrero). Si Citigroup manipula así el mercado de bonos en las plazas de dos superpotencias geoeconómicas de la talla de Japón y la Unión Europea, ¿qué no hará en México con su filial?

EN LA CONFERENCIA de marras, Mervyn King, gobernador del Banco de Londres, puso el dedo en la llaga al formular que el mayor riesgo a la inestabilidad radica en la simultaneidad del déficit de cuenta corriente de Estados Unidos con la acumulación de activos en dólares por los bancos centrales asiáticos, situación que parece haber llegado a su límite.

LOS BANQUEROS ANGLOSAJONES tienden a emascular la semiótica para apaciguar los ánimos mediante un lenguaje críptico, que no es el caso del notable periodista investigador Seymour Hersh, de la revista The New Yorker, quien pe- ca de lo contrario y adquirió su consagración al haber expuesto las hazañas estadunidenses en My Lai y las torturas bushianas en Abu Ghraib. Hersh anda de gira presentando su nuevo libro, Cadena de mando: desde el 11 de septiembre hasta Abu Ghraib, y ante una audiencia extasiada de estudiantes del Colegio de Amherst, Massachussets, libró un "mensaje simple y aterrador" sobre la personalidad de Bush ("un ideólogo utópico" comprometido con la "guerra perpetua"), el desastre del combate al terrorismo, la derrota del ejército estadunidense en Irak ("No podemos ganar. Lo único que podemos hacer es perder. Todo lo que podemos hacer es bombardear"), y el inminente desplome del dólar, según reseña Joyce Marcel (The American Reporter, 10 de febrero). A juicio de Hersh, "Estados Unidos no se puede dar el lujo de librar la guerra interminable de Bush en Irak. El dólar se está devaluando frente al euro y los chinos y los japoneses poseen millones de millones en deuda de Estados Unidos en dólares". Hersh, estupendamente informado a los más altos niveles sobre el ejército y los servicios de inteligencia, se adentra ahora en forma sorprendente en la tortura financiera global que inflinge el dolarcentrismo al planeta entero, obligado a subsidiar con 80 por ciento de sus ahorros a la economía consumista y parasitaria de Estados Unidos. Llama poderosamente la atención que penetre los dédalos financieros globales, que no son su especialidad, y que sintetiza en forma magistral (mucho mejor que los economistas de corte neoliberal, tan unilateralistas y fanáticos como Bush) con un enfoque geoestratégico: "Pronto China y Rusia empezarán a comprar petróleo en euros (...) En Europa cesarán de comprar mercancías estadunidenses, porque nos odian tanto -Nota: ganado a pulso-. En París, Disney está a punto de cerrar. A las grandes corporaciones estadunidenses en el extranjero no les va bien. Podemos ver más violencia antiestadunidense en el extranjero. El dólar se desplomará. Los multimillonarios aconsejan a otros multimillonarios salirse de la bolsa neoyorkina y comprar divisas y acciones foráneas -Nota: los casos notables de Bill Gates y Warren Buffett- (...) Nos encontramos en un hoyo enorme. No existe una historia mágica para sacarnos. La bolsa se derrumbará".

POR ENESIMA VEZ, Stephen Roach, el muy solvente jefe de economistas de la correduría Morgan Stanley (14 de febrero), vuelve a advertir sobre el "riesgo de que algún evento externo pueda resquebrajar la negación, que lleve a un dólar más débil y a mayores tasas de interés en Estados Unidos (...) Cierre los ojos y retenga la respiración".

EN PARALELO, MARSHALL Auerback, analista canadiense de finanzas muy cotizado entre los opositores a Greenspan, desde su muy leído sitio en Prudent Bear ("¿Qué puede salir mal en 2005?", 11 de enero), advierte en forma ominosa que durante el año se irán acumulando en forma insostenible una serie de factores susceptibles de derivar en un "colapso económico" de Estados Unidos en cualquier momento y por cualquier causa, entre los cuales destacan los contenciosos geopolíticos: "empantanamiento en Irak al estilo Vietnam, sobrextensión imperial, crisis en precios energéticos que estimulan una competencia cada vez más frenética en la seguridad energética, que seguramente exacerbará las rivalidades regionales y globales existentes". La palabra "Armagedón" comienza a ser usada con mayor frecuencia en referencia a las finanzas y a la economía en la etapa bushiana. La lista de las vulnerabilidades financieras y económicas de Estados Unidos, que se han acumulado y no han hecho sino empeorar en un entorno geopolítico cada vez mas desfavorable, "pudo haber sucedido hace dos años, o el año pasado, o antes", entona en forma sarcástica Auerback: "Que los duraderos problemas económicos de Estados Unidos no hayan engendrado un Armagedón financiero no invalida la amenaza que representan. La clave radica en hallar qué evento (o combinación) constituye el cerillo que puede incendiar el almiar, si es que existiese un 'evento' que precipite el estallido de una burbuja crediticia sin precedente en la historia". Auerback fustiga los escenarios rosados del Financial Times, que perora un entorno de un razonable crecimiento económico global (3.5 por ciento) con "inflación y tasas de interés bajas, mientras la elevada liquidez mantiene el apetito (sic) por el riesgo de los inversionistas". Auerback revira en forma correcta que "los analistas del Financial Times -Nota: y de la revista neoliberal The Economist, y toda la prensa financiera anglosajona, con sus justas excepciones- soslayan que la fuente del crecimiento global es la deuda, una forma de esteroides (...) que los funcionarios monetarios y financieros de Estados Unidos todavía se niegan a tratar como adicción. Al contrario, la política ha consistido en estimular con mayores dosis". Auerback resalta que "la caída del dólar, pese a la significativa intervención de los bancos centrales asiáticos, se debe a la gradual falta de respeto por la política de Estados Unidos", y cita al economista André Gunder Frank: "El poder del tío Sam reside en dos pilares solamente: el dólar y el Pentágono. Uno sostiene al otro, pero la vulnerabilidad de cada uno es también su talón de Aquiles, que amenaza la viabilidad del otro" ("Por qué el emperador no tiene ropa?", Asia Times, 8 de enero) ¿Dónde dejan Auerback y Frank a los omnipotentes y ubicuos multimedia de Estados Unidos como su tercer pilar de poder? ¿Cómo podría financiar el Pentágono sus aventuras militares con dólares devaluados? A todas luces la nueva guerra de la globalización dolarcéntrica es "multidimensional" y se juega en varios "frentes" (la tesis de Bajo la Lupa: Los once frentes antes y después del 11 de septiembre: una guerra multidimensional, Editorial Cadmo & Europa, 2003).

DESPUES DE SENTENCIAR que la economía militarizada de Estados Unidos se lleva a la fuerza en el exterior lo que no puede producir en el interior, Auerback afirma que el rápido crecimiento económico de Estados Unidos ha sido subsidiado del exterior, mientras "otros países han crecido más lentamente porque sus gobiernos están fiscalmente forzados y sus consumidores son cautelosos y tratan de ahorrar más". Auerback concluye que "el dominio económico y militar de Estados Unidos todavía puede ser el hecho central de los asuntos mundiales, pero los límites a esta primacía (...) se han vuelto más evidentes, justo como la caída del dólar refleja esta situación en términos económicos (...) El 2005 puede ser el año en que los problemas duraderos de Estados Unidos cuenten finalmente. Pero tampoco habría que esperar que Washington acepte la dispersión de su poder militar y económico en forma ligera". Esto ya lo sabemos: el león fatalmente herido no cesará de propinar zarpazos letales hasta que fallezca.

 
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