Mensaje a los católicos en el comienzo de la Cuaresma
Pide el cardenal Rivera Carrera no marginar a los ancianos
Al encabezar la celebración del Miércoles de Ceniza, con lo cual comienza el tiempo de la Cuaresma, principal festividad del catolicismo, el cardenal Norberto Rivera Carrera señaló que la pobreza, marginación y abandono en la que viven muchos ancianos exige a la sociedad mexicana hacer lo posible para mejorar y dignificar sus condiciones de vida.
"La conversión cuaresmal se nos presenta ahora como un fuerte llamado del Papa a realizar en la vida cotidiana gestos de encuentro con los ancianos, signos de apertura para que los más viejos no vivan marginados sino participen de la vida familiar y comunitaria", dijo el cardenal Rivera, ante los escasos feligreses que se dieron cita en la Catedral Metropolitana.
En su homilía, el cardenal -al igual que lo hizo el papa Juan Pablo II en su mensaje de Cuaresma- se refirió a la función que las personas ancianas están llamadas a ejercer en la sociedad y en la Iglesia. Dijo que hoy en día, en la arquidiócesis de México los adultos mayores son cada vez más numerosos, y las condiciones de vida de muchos de ellos exigen una verdadera conversión.
Tras señalar que la penitencia lleva consigo el esfuerzo de reconciliación con nuestro prójimo, en esta Cuaresma ese prójimo tiene inclusive un rostro colectivo: es una multitud de ancianos solos, abandonados, muchas veces pobres y marginados. Es ahí en donde la práctica de la caridad cubre la multitud de los pecados.
Incrementar ayudas económicas
Rivera Carrera, acompañado por el cabildo de la Catedral -todos vestidos con estolas moradas, color que usa la Iglesia católica en el tiempo de Cuaresma- señaló que este tiempo litúrgico es propicio para la conversión y la penitencia, y en este caso particular, reflexionar sobre la realidad que viven las personas de la llamada tercera edad y tratar de ayudarlas a vivir con mayor plenitud.
En su mensaje cuaresmal, Juan Pablo II pide a los fieles que promuevan entre la opinión pública la conciencia de que los ancianos constituyen un gran valor que debe ser debidamente apreciado y acogido. Dice, por ejemplo, que deben ser incrementadas las ayudas económicas y las iniciativas legislativas que eviten su exclusión de la vida social.
"Vuestra ayuda permitirá a muchos ancianos que no se sientan un peso para la comunidad o, incluso, para sus propias familias, y evitará que vivan en una situación de soledad, que los expone fácilmente a la tentación de encerrarse en sí mismos y al desánimo", dice el pontífice en su carta, que sirvió de base para que el cardenal Rivera pronunciara ayer su homilía.