Usted está aquí: martes 8 de febrero de 2005 Espectáculos El trío Medeski, Martin & Wood presentó la onda jammin' a México

Luego de 13 años, llegó al Salón 21 con su groove de vanguardia

El trío Medeski, Martin & Wood presentó la onda jammin' a México

JOSE GALAN

Han pasado más de 13 largos años para que el trío Medeski, Martin & Wood trajera sus orígenes a la ciudad de México. Y fue en el Salón 21 donde, apoyados por alocados miembros de Sex Mob, presentaron por fin al país la onda jammin' y el groove de vanguardia. Mucho tiempo desde aquellas giras por Estados Unidos a bordo de una desvencijada camioneta, los instrumentos y, orále, a los clubes y circuitos universitarios.

De allí a lugares como The Blue Note -en verdad nada que ver con ellos- o la antigua The Knitting Factory, hasta llegar a grabar discos en la respetada etiqueta Blue Note, con una música que se acerca al jazz, pero también al rock, al funk y, ¿por qué no?, al hip hop.

Y fue en ese antro de la ciudad de México donde en verdad demostraron al respetable su calidad. Con rolas de sus discos Friday afternoon in the universe, Combustication y End of the world party -su más reciente producción- demostraron la capacidad de su música ecléctica para poner a cerca de mil 700 personas a girar y balancearse al ritmo del piano eléctrico, la melódica y el órgano Hammond B-3 de John Medeski, los bajos acústicos y eléctricos de Chris Wood, y una batería complementada con toda una serie de percusiones de Billy Martin.

Contratiempos y síncopas se fundían en un diálogo, en el que los teclados y las percusiones fabricaban florituras alrededor de los tiempos y ritmos marcados por el bajo, instrumento que servía de eje para la improvisación y la fusión de ritmos, incluyendo desde luego algún blues de manufactura más cercana al honky-tonk que al bluegrass.

Aires de Thelonius Monk, John Coltrane y Charles Mingus mezclados con algunos aromas de lo más clásico de Grateful Dead en vivo y vínculos con los palomeros de Phish, sostenidos en piezas del viejo jazz de 1930 y el hip hop más de vanguardia de Chicago, Los Angeles o Nueva York, constituyen la mezcla -¿fusión?- de la música que caracteriza a este extraordinario trío, que no tiene empacho en recurrir a los loops, al servicio de artistas como DJ Logia, o a las flautas africanas, brasileñas u ocarinas, para imponer texturas y colores sobre una base de rítmica trepidante. Y el sonido del órgano a veces parece anticipar alguna escena kitsch de El Santo contra las momias de donde sean.

Inclusive, Medeski y Martin se dieron el lujo de entrar al palomazo en rolas del grupo telonero, Sex Mob, antes de su propia presentación, en el espíritu tradicional del jammin', que caracteriza la música actual de grupos de música por los rincones de Estados Unidos, México, Europa y Asia.

Sex Mob está compuesto por Briggan Krauss en el sax; Tony Scherr en el bajo; Kenny Wollesen en la batería, y el líder de la banda Steven Bernstein en la tompeta y el trombón. Pura raza de Nueva York dispuesta a echar desmadre con su música de jazz underground a la primera provocación, mantiene una actitud tipo hoochie-coochie, baby. Pero no hay que irse con la finta. La banda obtuvo dos premios en la encuesta entre críticos realizada por la revista especializada mensual Downbeat -mejor grupo acústico y mejor grupo de vanguardia-, y presenta una enorme versatilidad para pasar de valses posmodernos al free jazz mezclado con dubbings y cámaras de eco.

Grupos diferentes pero complementarios, que presentaron en esta ciudad lo más avantgarde de la escena del jazz. Y ojalá, señores promotores, repitan esta oferta musical. Les estaremos muy agradecidos.

 
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